Gold Experience (1) [Privado]

Algunos podrían decir que hoy en día el tratar de ganarse la vida haciendo un acto tan simple en un aeropuerto, y más con las maravillas del internet tan a la mano, era de idiotas e ingenuos. Sin embargo, ninguna de ellas podía ser aplicada para el joven rubio de vestimenta extravagante que en éste preciso instante se encontraba frente a tres hombres que parecían conocerle.

—¡Tu acto es simplemente asqueroso! —decía uno de ellos, mientras los otros dos se sorprendían y reían.

Con una sencillez que bien podría ser fingida o bastante practicada, el sujeto de su burla había tomado su oreja derecha con los dedos y, como si se tratara de un pañuelo, había torcido el cartílago hasta el punto de poder meterlo dentro de su canal auditivo. Su rostro se encontraba sereno y no había sudado ni una gota, para aquellos que creyeran se trataba de un faquir estaban equivocados, tal hazaña era nata en aquél muchacho quien sonreía mientras su público hablaba de lo repugnante que era su oreja.

—Gracias por el show —fue lo único que se dignó a decir quien parecía ser el líder de los otros dos al tiempo que le daba la espalda al joven.

—De nada —dijo entre risas el muchacho, su posición aunque parecía natural, para el ojo experto sería bastante obvio que se trataba de una pantomima.

En pleno aeropuerto internacional estaba sucediendo algo que era ya bastante común en esa ciudad italiana, incluso con cámaras de seguridad el chico había elegido un punto en específico que parecía ser bastante concurrido para aprovechar la cantidad de personas como camuflage incidental. Uno de los tres tipos se había quedado rezagado y, en el preciso instante en que estaban a menos de la distancia de un brazo, el rubio le entregó una cajetilla de cigarros sin el celofán de seguridad. Con una naturalidad casi nula, el hombre tomó la caja y se rió de lado, por lo visto no era tan bueno disimulando durante ese tipo de actividades.

Vaya bruto sin gracia, me sorprende que lo reclutaran sin más, se nota que ya son menos exigentes. Pensó el chico, mirando despectivamente al trío mientras se marchaban. Su anterior gesto servil había cambiado a ser uno de total desprecio, en verdad le molestaba tener que llegar a esos extremos, pero la situación en la ciudad no le había dejado otra opción.

Hoy en día, aquellos que se querían ganar la vida honestamente terminaban de las siguientes formas: siendo pobres diablos que jamás lograrían algo grande en toda su vida o extorsionados por las mafias locales ¿Y qué mejor que estar por lo menos en el lado que más beneficios me de? Era lo que se decía todos los días al salir del colegio para dirigirse al aeropuerto u otro establecimiento para poder realizar su acto y demás negocios.

Se metió las manos en los bolsillos y se colocó de espaldas a las puertas principales del aeropuerto, observaba a todos aquellos que entraban y salían por esas puertas usando los retrovisores de los taxis que estaban pendientes de recoger pasajeros. Vio a una familia que a leguas se notaba eran turistas, si no era por la vestimenta era por los mapas que habían desplegado tan sólo salir a la acera. Extranjeros, qué conveniente. Ya iba a acercarse cuando notó que traían con ellos a un bebé y tan pronto había ya formado el plan para sacarles algunas monedas, éste se había esfumado junto con el bostezo del infante.

Debía esperar, quizá pronto apareciera una blanca palomita lista para ser desplumada...