Problemas en la escuela

por Invitado Mar Mar 03, 2015 1:25 am

Primer encargo que le hacian y era justo como le encantaban el azabache, confusos y nada claros, lo unico que mencionaba el triste papel que le habian dado era Namimori y asesinar. Eso daba todo un campo de opciones del objetivo. No dijo nada, solo termino llegando a la extraña y nueva ciudad quedandose en un hotel que estaba cerca del centro. Procuraba no hablar mucho, no sabia ni pretendia aprender japones por el momento, por lo que todo lo que habia en su alrededor de lo hacia demasiado confuso.

El ilusionista se detuvo en una esquina revisando por enecima vez su telefono y checando el gps mientras que se dirigia a su destino-Aunque te hayas apoderado del 80% de la población...Sigues siendo un buen motor de busqueda-Sonrio tranquilo caminando las cuadras que le restaban llegando sin problemas hasta el instituto de estudios de Namimori. Apenas paso la rejilla el joven se transformo completamente en lo que se llamaria un japones promedio, cabello en peinado raro, unas gafas de pasta negra, una camisa de la escuela mal fajada y unos cascos en sus orejas para no hacerle caso a nada de lo que pasaba a su alrededor.

La mejor forma de asesinar a alguien era distrayendolo y mas si tenia que atender el problema que en realidad no es un problema. Le costo un poco de trabajo encontrar el aula de quimica, pero una vez dentro cerro la puerta con seguro dirigiendose al almacen. Tomo el oxido de hierro, todo el que podia, juntando una hermosa cantidad de 2 kilos. El aluminio fue mas problematico pero finalmente pudo obtener la cantidad igualada. Las junto en un saco de tela. Solo que antes de irse esparcio el polvo en varios lugares del almacen y del salon. Antes de salir saco un fosforo activando la reaccion produciendo que ardiera de forma violenta. El calor se dejaba notar rapidamente pues los metales se ablandaban y el aire oscilaba violentamente. Itzuma sonrio y cerro el salon de clases dejando que consumiera su propio oxigeno hasta que algun tonto abriera y se desatara la verdadera llamarada.

Continuo caminando pisos mas arriba, cada piso que subia se aseguraba de dejar una pequeña cantidad de termita en algun punto que produjera que el fuego pudiera avanzar mas y mas rapido. Subio a la azotea donde igualmente disperso mas polvo haciendo arder la puerta desde el interior del recinto para que no pudieran huir. Bajo despues al cuarto piso donde supuso estudiaban los alumnos de vongola, el ilusionista entro a un baño. Desde ahi examino que todo el pasillo estuviera vacio y activo sus ilusiones. Un peloton de soldados que avanzaba por las escaleras y se dividian apuntando con armas de fuerte asalto a los estudiantes, demandando los traidores de vongola. El azabache salio y bajo de ese piso. Lo que pasara con ellos no le daba importancia. Si picaban el señuelo y trataban de proteger ademas a los civiles no podrian con todo.