[Casting] Dino Cavallone

Miraba por el ventanal de su despacho mientras tenía un montón de papeles encima del escritorio, pendientes de revisión y firma del puño y letra del décimo jefe de la familia Cavallone.

¿Trabajo? Sí, por supuesto que era trabajo, pero se había hartado tanto de leer las peticiones formales de otras familias en consecuencia de la caída de la ya formada familia Vongola, que había tenido que dejar el montón de papeluchos a un lado y relajarse, mirando hacia los jardines de su mansión.

Quizá “caída” no era la palabra indicada para describir el suceso de lo acontecido, más bien… ¿Renovación? O cambio de poderes sin ningún motivo aparente. Pero el rubio lo sentía así. Era una caída que olía a traición. ¿Qué demonios había pasado con todo eso? De la noche a la mañana, Tsuna había tenido que dejar el cargo de ser el décimo Vongola a la fuerza, y de la nada, habían designado que Xanxus debía ocupar su lugar. Claro que, por suerte del destino (si es que se podía llamar suerte a algo como eso), el único hijo vivo del noveno había optado por el orgullo propio y no había aceptado ser nombrado bajo esas condiciones.

No había tenido ocasión de hablar con el japonés personalmente desde la noticia, pero sabía bastante bien lo que Tsuna pensaba cuando optó por dejar el puesto vacante. Él solo quería proteger a su familia, estaba seguro.

Porque, ¿él no hubiera hecho lo mismo en su lugar? Por supuesto que sí. Ningún derecho de cuna o legitimidad eran lo suficientemente fuertes como para preferirlos antes que lo que significaba para él todos sus subordinados y allegados, que habían hecho posible que realmente mereciese la pena ser su jefe.
Si miraba atrás en el tiempo, hacía unos ocho años desde entonces (¿tanto tiempo había pasado ya?) podía acordarse todavía de cómo se negaba en rotundo a ser un cabeza de familia mafiosa. Él no quería pelear, no le gustaba el dolor ni la violencia, y se sentía terriblemente débil.

Y sin embargo, ahí estaba ahora. Frente a un cristal, mirando a un cielo encapotado, con un montón de aburrido papeleo que no le gustaba en absoluto leer en aquella situación.

No se arrepentía, para nada. De no haber sido así no hubiera podido conocer personas que ahora eran indispensables para él. No habría tenido la satisfacción de proteger a la gente que más quería, a los suyos, ni sentirse responsable de la felicidad de los mismos. Pero los tiempos de tranquilidad habían acabado, al parecer, y no habían durado mucho que se dijese.

Muchas de las familias bajo el nombre de Cavallone estaban pidiendo explicaciones frente al incidente de los Vongola. Unos decían que, aunque fuera la familia más poderosa, no convenía tenerla de aliada si tenía tales conflictos internos, otros hablaban de conspiración y de apoyo inmediato al joven décimo Vongola y otros simplemente reportaban el estado de sus familias y esperaban ordenes directas del décimo Cavallone para poder afrontar la situación con la postura apropiada.

Por supuesto, la postura de Cavallone se había pronunciado de la misma forma que a lo largo de los años aliados con la familia más poderosa; un apoyo fiel y público, una declaración firme que no se esperaría en hacerse noticia.




Aquel fue el comunicado que llegó a todos los integrantes bajo el nombre de la poderosa Cavallone, a espera de noticias más recientes.

Dino confiaba tanto en su familia, que no dudaba de que todos y cada uno de sus integrantes le seguirían hasta donde hiciese falta tras leer aquello, pero un buen líder no solo era comprensión, también era justo y fiel a su palabra. Era un jefe después de todo, eso era lo que había aprendido a lo largo de los años.

Perdido en sus pensamientos de esa manera, escuchó unos pequeños golpes en la puerta, y él se giró levemente hacia esta con las manos en los bolsillos de su pantalón, para poder ver quien requería su atención.

—Adelante. ¿Qué necesitas?

—Jefe… —Romario, la fiel mano derecha de su padre y ahora la suya, entró en el despacho con un semblante serio y una pequeña dejadez de preocupación en su rostro.— ¿Ya ha acabado? He venido a preguntarle sobre el asunto que estábamos hablando esta mañana.

—No, todavía no he podido acabar. Me estaba tomando un pequeño descanso. —Le sonrió al hombre para que viese que estaba bien, aunque estaba más cansado anímicamente de lo que mostraba físicamente. Acto seguido volvió a sentarse en la silla de oficina, forrada de impecable cuero negro, mientras veía que Enzo seguía ahí, junto a los papeles, quizá dormitando y le acariciaba ligeramente la cabecita.— ¿Mh? Ah, sobre eso… Aún no lo he decidido. Dejar el lado de Vongola es algo que nunca se había planteado, ¿verdad?

—Desgraciadamente, desde el día que comencé a trabajar como mano derecha, nunca se ha considerado dejar las relaciones aliadas con la familia Vongola, ni he escuchado algo parecido anteriormente. Cabe también decir que nunca ha ocurrido semejante situación, así que, lo que decida usted, bajo las condiciones en las que podemos vernos, nosotros lo seguiremos.

El rubio sonrió conciliador a lo que decía el hombre y se echó algo hacia atrás, dejando salir un gran suspiro. La butaca de su escritorio se meció ligeramente, mientras este miraba unos segundos al techo que había sobre ellos y más tarde, a Romario.

—Vongola no puede acabar así. No puede estar orquestado de repente por unos tipos que ni siquiera sabemos quienes son. —¿Pero no es egoísta que quiera ayudar a Tsuna, sin pensar en donde me puedo meter por dejar el lado de lo que ahora es Vongola? Tsuna también es como mi familia, después de todo. ¿Qué hubiese hecho el viejo? ¿Y que hubiera dicho Reborn?.

—Tiene usted razón en eso, sin duda.

—No es un secreto que estamos de parte de Tsuna, pero todavía no es algo seguro que es lo que va a pasar con la Nueva Vongola. Creo que antes de decidir nada, sería importante contactar con el CEDEF sin que nadie lo sepa, para contemplar la situación. —Se echó hacia delante y clavó sus codos sobre el escritorio de caoba oscuro, entrelazando sus dedos y adquiriendo un gesto pensativo y concentrado.— Él y sus guardianes están en peligro. Quitarlos del medio y ahorrarse cualquier acto de rebeldía a la familia entre sus filas no es algo que no hayan pensado ya, sea quienes sean, y además… Tienen a Varia. —Varia era un punto importante, sin duda. Tsuna y los suyos habían podido con ellos una vez, pero ahora era algo diferente. Ahora los matarían si tuvieran oportunidad. Incluso él no tendría ningún reparo.— Xanxus vuelve a tener la oportunidad de que si él mismo lo borra del mapa, podrá ganarse el derecho a ser nombrado décimo sin ningún problema. …Y Xanxus en el poder es algo que tampoco queremos que ocurra.

Romario simplemente se quedó atendiendo y escuchando a las palabras de reflexión de su jefe y asintió de acuerdo a lo que este decía. Habían muchas cosas a tener en cuenta y con las que ir con cuidado si no querían acabar mal parados en algo como eso. Si cortaban la relación aliada con el nombre de Vongola, tal y como estaba ahora, podrían hacer algo más que declarar su apoyo y ayudar al legítimo décimo de la familia, pero de hacer eso, también corrían el peligro de ser atacados sin reparo por aquellos que una vez había considerado “amigos”, y sabía que eso era algo que Dino tenía muy presente y que no quería que ocurriese. Por la seguridad de la familia.

—…Romario. —Le llamó al final, lo que hizo que el hombre saliese de sus propias cavilaciones.

—¿Sí, jefe?

—Hay que averiguar quien está detrás de esto, en el más estricto anonimato y sin levantar sospecha. Vamos a necesitar mucha ayuda y hay que empezar a hacerlo ahora. Entonces, decidiremos que hacer con ese asunto.

Decidido, el rubio se levantó, olvidando los papeles que ya firmaría más tarde. Tenía cosas más urgentes que hacer que simples trámites protocolarios. Aunque también se olvidó al pobre de Enzo, que había levantado finalmente la cabeza al ver que Dino se movía.

Su mano derecha, por su parte, asintió en seguida y tomó a la pequeña tortuga (menos mal que no había pasado ningún incidente últimamente con Enzo) dejándola sobre su propio hombro.

Todavía no estaba muy seguro de que pensaba su jefe en esos momentos o que tenía en la cabeza. Parecía haber dado con la chispa de algún pequeño plan que tenía la intención de, al menos, proponerlo seriamente, y esa era una de las cosas de las que se sentía orgulloso en momentos como ese, al haberlo visto pasar de ser un niño asustadizo a un hombre con las responsabilidades y sus deberes como protector de una familia, muy claros.

Claro que, los malos hábitos nunca morían y el ver al rubio tropezar bajando las escaleras y rodando por ellas hasta la planta baja, no le sorprendió en absoluto.

¡Felicidades!, ¡Casting impecable a mi parecer!, gustosa te doy el derecho -y deber, haha- de realizar la ficha de Dino.