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The Sky, the sun and the thunder [Priv. Dino&Shoichi]
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The Sky, the sun and the thunder [Priv. Dino&Shoichi]
20:45 PM
Miró el reloj de su celular de manera un tanto desinteresada antes de recordar la simple misiva que había llegado a su correo electrónico esa mañana, un escrito de no más de tres líneas, codificado... y sin remitente. Ni siquiera tardó tres segundos en adivinar lo que sucedía a pesar de que la carta se refiriera a ella en plural; la Old Vongola comenzaba a moverse despacio, sin levantar mayor polvo.
Y aunque no lo quisiera se había imaginado a un pequeño Tsunayoshi disfrazado de gusano arrastrándose en el piso.
Desde que recibió el correo la agenda de su día mutó por completo, no trabajaría, no haría los encargos pendientes ni mucho menos asistiría a clases en su universidad. Se preparó mentalmente para cualquier situación en silencio, si no era la Old Vongola, entonces era la New Vongola que ya se estaba bañando en su datos, y si de casualidad no eran ellos... podían quedar dos opciones: correr a toda velocidad como solo ella podía hacerlo, o, y lo más lógico su caso, agarrar todas sus investigaciones e irse al mismísimo infierno.
Mostró media sonrisa, vamos, no podía ver tan mal su futuro, era cosa de mover un par de piezas.
Como a eso de las siete y media, se puso los patines amarillos con ruedas especiales y su mochila oscura. Era hora de partir al punto de reunión de la misiva: el hotel Plaza, habitación número 718 a las nueve de la noche. No tardó ni veinte minutos en llegar al lugar debido a su amor por la velocidad; se apoyó bajo un árbol frente al edificio y allí se había quedado hasta ahora, observando el movimiento de los transeúntes y la llegada de turistas. No iba a meterse en el lugar sin saber primero de que iba todo, vio un par de hombres con traje negro pero fue todo.
Suspiró, se rascó la cabeza y avanzó por la entrada, como dueña del mundo. Así no la detendrían para que diera explicaciones hacía donde iba, era usual en ella usar ese truco las pocas veces que no sabía donde estaba metida. Tomó el ascensor en silencio, con el casco negro que usaba entre sus manos y una vez llegada al séptimo piso comenzó a buscar la habitación.
No tardó más de tres minutos en encontrarla, ahora se le había sumado un chico pelirrojo que se presentó como Irie Shoichi quién también le había dicho que le habían citado a ese lugar.
Se río para si, al menos no iba a morir sola.
Tocó el timbre de la habitación y esperó, más bien, esperaron.
Y aunque no lo quisiera se había imaginado a un pequeño Tsunayoshi disfrazado de gusano arrastrándose en el piso.
Desde que recibió el correo la agenda de su día mutó por completo, no trabajaría, no haría los encargos pendientes ni mucho menos asistiría a clases en su universidad. Se preparó mentalmente para cualquier situación en silencio, si no era la Old Vongola, entonces era la New Vongola que ya se estaba bañando en su datos, y si de casualidad no eran ellos... podían quedar dos opciones: correr a toda velocidad como solo ella podía hacerlo, o, y lo más lógico su caso, agarrar todas sus investigaciones e irse al mismísimo infierno.
Mostró media sonrisa, vamos, no podía ver tan mal su futuro, era cosa de mover un par de piezas.
Como a eso de las siete y media, se puso los patines amarillos con ruedas especiales y su mochila oscura. Era hora de partir al punto de reunión de la misiva: el hotel Plaza, habitación número 718 a las nueve de la noche. No tardó ni veinte minutos en llegar al lugar debido a su amor por la velocidad; se apoyó bajo un árbol frente al edificio y allí se había quedado hasta ahora, observando el movimiento de los transeúntes y la llegada de turistas. No iba a meterse en el lugar sin saber primero de que iba todo, vio un par de hombres con traje negro pero fue todo.
Suspiró, se rascó la cabeza y avanzó por la entrada, como dueña del mundo. Así no la detendrían para que diera explicaciones hacía donde iba, era usual en ella usar ese truco las pocas veces que no sabía donde estaba metida. Tomó el ascensor en silencio, con el casco negro que usaba entre sus manos y una vez llegada al séptimo piso comenzó a buscar la habitación.
No tardó más de tres minutos en encontrarla, ahora se le había sumado un chico pelirrojo que se presentó como Irie Shoichi quién también le había dicho que le habían citado a ese lugar.
Se río para si, al menos no iba a morir sola.
Tocó el timbre de la habitación y esperó, más bien, esperaron.
Diana Keigo- Admin
- Mensajes : 192
Localización : Velvet Room
Re: The Sky, the sun and the thunder [Priv. Dino&Shoichi]
—¿Qué haremos en caso de que no aparezcan, jefe?
—Aparecerán, son perfectamente capaces de leer un mensaje así.
Claro, capaces eran, pero entendía que era lo que quería decir Romario. Después de todo, no eran más que allegados a lo que por poco tiempo fue la verdadera familia Vongola y no sabía si iban a sentirse capaces de seguir de un lado en este mismo momento débil. Los chicos de la ahora vieja Vongola habían hecho cosas increíbles mientras se mantenían fieles a lo que creían que era un jefe justo, con su mismo ideal, pero en estos tiempos... ¿El mismo Tsuna sentía que debía pelear por su puesto?
Habían llegado a Japón esa misma mañana para el encuentro y tras horas y horas en el hotel, ahora se encontraba mirando por el ventanal de la habitación, sentado en la butaca y pudiendo ver como se iba poco a poco de noche, hasta que solo quedó una luz anaranjada en el horizonte. La hora se acercaba.
Todos los subordinados de Cavallone que se encontraban en aquella habitación sabían que su jefe estaba preocupado por aquella situación y qse lo había tomado de forma muy personal. No podía quedarse de brazos cruzados si había algo que, aunque fuera mínimo, podían hacer.
Y cuando el ambiente se sentía como si pudieran cortarlo con un cuchillo, la puerta sonó.
El rubio alzó algo la cabeza, serio y uno de sus órdenes fue a ver primero, quien eran. Al abrir la puerta, lo único que pudieron ver las dos personas que estaban en el pasillo de habitaciones fue un gran hombre trajeado de negro, extranjero. El hombre sin embargo, no les dijo nada y tras unos segundos, se giró ligeramente hacia dentro de la habitación, con semblante serio.
—Son ellos.
Habló con un italiano fluido y con mucho acento y se apartó de la puerta para que las dos personas que Dino había citado allí esta noche, pudieran pasar.
Se le pudo ver con una expresión tranquila y afable, antes de que les hablase directamente en japones, para que pudieran entenderle.
—Es un honor para mi que dos personas de confianza de Old Vongola hayan acudido a mi mensaje.
—Aparecerán, son perfectamente capaces de leer un mensaje así.
Claro, capaces eran, pero entendía que era lo que quería decir Romario. Después de todo, no eran más que allegados a lo que por poco tiempo fue la verdadera familia Vongola y no sabía si iban a sentirse capaces de seguir de un lado en este mismo momento débil. Los chicos de la ahora vieja Vongola habían hecho cosas increíbles mientras se mantenían fieles a lo que creían que era un jefe justo, con su mismo ideal, pero en estos tiempos... ¿El mismo Tsuna sentía que debía pelear por su puesto?
Habían llegado a Japón esa misma mañana para el encuentro y tras horas y horas en el hotel, ahora se encontraba mirando por el ventanal de la habitación, sentado en la butaca y pudiendo ver como se iba poco a poco de noche, hasta que solo quedó una luz anaranjada en el horizonte. La hora se acercaba.
Todos los subordinados de Cavallone que se encontraban en aquella habitación sabían que su jefe estaba preocupado por aquella situación y qse lo había tomado de forma muy personal. No podía quedarse de brazos cruzados si había algo que, aunque fuera mínimo, podían hacer.
Y cuando el ambiente se sentía como si pudieran cortarlo con un cuchillo, la puerta sonó.
El rubio alzó algo la cabeza, serio y uno de sus órdenes fue a ver primero, quien eran. Al abrir la puerta, lo único que pudieron ver las dos personas que estaban en el pasillo de habitaciones fue un gran hombre trajeado de negro, extranjero. El hombre sin embargo, no les dijo nada y tras unos segundos, se giró ligeramente hacia dentro de la habitación, con semblante serio.
—Son ellos.
Habló con un italiano fluido y con mucho acento y se apartó de la puerta para que las dos personas que Dino había citado allí esta noche, pudieran pasar.
Se le pudo ver con una expresión tranquila y afable, antes de que les hablase directamente en japones, para que pudieran entenderle.
—Es un honor para mi que dos personas de confianza de Old Vongola hayan acudido a mi mensaje.
Invitado- Invitado
Re: The Sky, the sun and the thunder [Priv. Dino&Shoichi]
— Sho-chan, ¿Donde vas tan tarde? —preguntó su madre, su hermana levantó la vista del televisor por un segundo.
— V-voy a juntarme con unos amigos —mintió perfectamente.
¿A quién engañaría con ese optimismo?, ¿A los dulces de la alacena?
— Seguro va a ver a su novia —murmuró su hermana.
— ¡So-solo voy a juntarme con unos amigos!
E, Irie Shoichi, ahora podría perfectamente llamarse "tomate humano"
— Abrígate Sho-chan, no llegues muy tarde
Su familia le volvía loco, loco de remate la verdad. La poca preocupación que mostraron cuando él fue a devolver las pertenencias de Lambo a esa casa de "gente especial" era algo preocupante. Pero era aún más preocupante, que él, como muchacho de ciencia, hubiese aceptado esos recuerdos que cargaron su cabeza luego del terremoto en Namimori.
Una parte de él, muy pequeña, se preocupaba un tanto por que luego de eso comenzó a tratar a Tsunayoshi-kun y a Spanner con tanta familiaridad. Siendo que prácticamente ni los conocía en ese pasado, pero no es como si hubiesen cambiado mucho de todas formas.
Al contrarío de él, que aún en el futuro era un niño inseguro.
¡Pero no esta vez!, ¡Esta vez tenía que ayudar aún más de lo que podía a Tsunayoshi-kun y su extraño mensaje!, ¡Nada ni nadie iba a detenerlo!, ¡El era un hombre preparado y dispuesto!, ¡Si tan solo supiera lo que estaba sucediendo!
Irie Shoichi no tenía idea de lo que pasaba, pero ese mensaje era definitivamente del Vongola, estaba seguro. Quizás hasta se encontrara con Spanner en el lugar citado, o con alguno de sus otros amigos. No podía evitar un tanto la preocupación, el que le mandaran un mensaje cifrado era una señal obvia de que las cosas no estaban muy bien con la familia a la que había ayudado en más de una oportunidad.
En el hotel se encontró con otra chicha, a la cuál no conocía en ninguna de las dimensiones por las que se había pasado. Se presentó, cosa que no supo por que, solo había actuado a flor de nervios; tocaron la puerta y esperaron. Observó a la chica de reojo, parecía confiada.
Casi se va de espaldas en cuanto vió al hombre que les abrió la puerta, por un momento se sintió tentado a huír hasta que vio al rubio Cavallone atrás. El los había llamado.
— ¡Di-Dino-san! —se permitió gritar un tanto antes de irse al piso de espaldas.
¿Aquello era bueno... no?
— V-voy a juntarme con unos amigos —mintió perfectamente.
¿A quién engañaría con ese optimismo?, ¿A los dulces de la alacena?
— Seguro va a ver a su novia —murmuró su hermana.
— ¡So-solo voy a juntarme con unos amigos!
E, Irie Shoichi, ahora podría perfectamente llamarse "tomate humano"
— Abrígate Sho-chan, no llegues muy tarde
Su familia le volvía loco, loco de remate la verdad. La poca preocupación que mostraron cuando él fue a devolver las pertenencias de Lambo a esa casa de "gente especial" era algo preocupante. Pero era aún más preocupante, que él, como muchacho de ciencia, hubiese aceptado esos recuerdos que cargaron su cabeza luego del terremoto en Namimori.
Una parte de él, muy pequeña, se preocupaba un tanto por que luego de eso comenzó a tratar a Tsunayoshi-kun y a Spanner con tanta familiaridad. Siendo que prácticamente ni los conocía en ese pasado, pero no es como si hubiesen cambiado mucho de todas formas.
Al contrarío de él, que aún en el futuro era un niño inseguro.
¡Pero no esta vez!, ¡Esta vez tenía que ayudar aún más de lo que podía a Tsunayoshi-kun y su extraño mensaje!, ¡Nada ni nadie iba a detenerlo!, ¡El era un hombre preparado y dispuesto!, ¡Si tan solo supiera lo que estaba sucediendo!
Irie Shoichi no tenía idea de lo que pasaba, pero ese mensaje era definitivamente del Vongola, estaba seguro. Quizás hasta se encontrara con Spanner en el lugar citado, o con alguno de sus otros amigos. No podía evitar un tanto la preocupación, el que le mandaran un mensaje cifrado era una señal obvia de que las cosas no estaban muy bien con la familia a la que había ayudado en más de una oportunidad.
En el hotel se encontró con otra chicha, a la cuál no conocía en ninguna de las dimensiones por las que se había pasado. Se presentó, cosa que no supo por que, solo había actuado a flor de nervios; tocaron la puerta y esperaron. Observó a la chica de reojo, parecía confiada.
Casi se va de espaldas en cuanto vió al hombre que les abrió la puerta, por un momento se sintió tentado a huír hasta que vio al rubio Cavallone atrás. El los había llamado.
— ¡Di-Dino-san! —se permitió gritar un tanto antes de irse al piso de espaldas.
¿Aquello era bueno... no?
Invitado- Invitado
Re: The Sky, the sun and the thunder [Priv. Dino&Shoichi]
— Eres adorable
Murmuró Diana divertida en cuanto el chico cayó al piso de espaldas. Observó de manera ligera el casco negro en su manos y se lo puso sobre la cabeza a Irie antes de entrar a la habitación a paso calmado, no sin antes saludar al gorila de la puerta con una señal de dedos en "V". Abrió su corta chaqueta de cuero una vez dentro y se quitó los guantes sin dedos para posteriormente estirar su mano frente al rubio.
— Keigo, Diana Keigo —no perdió tiempo en presentarse a pesar de algunas miradas molestas por haberse acercado así, sin ningún tipo de cortesía o respeto—. Te felicito por el mensaje, si es que lo escribiste tú, pero para la próxima me gustaría una llamada diciendo "Hola es de parte de Vongola, vamos por un helado". Tengo más problemas de los que crees.
Su padre, la Vongola cubriendo las investigaciones que ella ahora tomó y por sobretodo su hermano. ¿Con la familia mafiosa en ese estado la seguirían persiguiendo?, era una pregunta que tenía que saber ser contestada esa noche, fuera como fuera. Miró de reojo al pelirrojo, sintiendo unas ganas de meterlo a su bolsillo y llevárselo a casa para que le preparara la cena con un delantal rosa todos los días.
— ¿Tú eres...? —miró interrogante a Cavallone, no estaba del todo enterada sobre lo de las familias que componían Vongola ya que no la habían querido dejar expuesta por miedo a que terminaran por liquidar a la única Keigo de la que tenían noción de vida.
Y paseó su vista por el resto de la habitación, descubriendo que había más gente en ella. Parpadeó un par de veces antes de ladear su rostro, rayos, la había cagado de manera soberana. ¿Por que nunca se fijaba en esas cosas?, la falta de pudor para referirse a muchas cosas le pasaba la cuenta horrible.
— Umh... ¿Lo siento? —para disculparse era tarde, y ni siquiera con esos ojos grandes grises merecía algo de perdón.
Podría sacar los patines amarillos de su mochila y huir a toda velocidad del lugar, no la podrían alcanzar ni en auto, de eso estaba más que segura... confiaba plenamente en sus propios trabajos y descubrimientos, y definitivamente esos patines eran algo directamente sacados de su alma.
— Puedo darles en sacrificio al pelirrojo de la puerta —indicó con naturalidad, como si estuviera diciendo "buenos días".
Murmuró Diana divertida en cuanto el chico cayó al piso de espaldas. Observó de manera ligera el casco negro en su manos y se lo puso sobre la cabeza a Irie antes de entrar a la habitación a paso calmado, no sin antes saludar al gorila de la puerta con una señal de dedos en "V". Abrió su corta chaqueta de cuero una vez dentro y se quitó los guantes sin dedos para posteriormente estirar su mano frente al rubio.
— Keigo, Diana Keigo —no perdió tiempo en presentarse a pesar de algunas miradas molestas por haberse acercado así, sin ningún tipo de cortesía o respeto—. Te felicito por el mensaje, si es que lo escribiste tú, pero para la próxima me gustaría una llamada diciendo "Hola es de parte de Vongola, vamos por un helado". Tengo más problemas de los que crees.
Su padre, la Vongola cubriendo las investigaciones que ella ahora tomó y por sobretodo su hermano. ¿Con la familia mafiosa en ese estado la seguirían persiguiendo?, era una pregunta que tenía que saber ser contestada esa noche, fuera como fuera. Miró de reojo al pelirrojo, sintiendo unas ganas de meterlo a su bolsillo y llevárselo a casa para que le preparara la cena con un delantal rosa todos los días.
— ¿Tú eres...? —miró interrogante a Cavallone, no estaba del todo enterada sobre lo de las familias que componían Vongola ya que no la habían querido dejar expuesta por miedo a que terminaran por liquidar a la única Keigo de la que tenían noción de vida.
Y paseó su vista por el resto de la habitación, descubriendo que había más gente en ella. Parpadeó un par de veces antes de ladear su rostro, rayos, la había cagado de manera soberana. ¿Por que nunca se fijaba en esas cosas?, la falta de pudor para referirse a muchas cosas le pasaba la cuenta horrible.
— Umh... ¿Lo siento? —para disculparse era tarde, y ni siquiera con esos ojos grandes grises merecía algo de perdón.
Podría sacar los patines amarillos de su mochila y huir a toda velocidad del lugar, no la podrían alcanzar ni en auto, de eso estaba más que segura... confiaba plenamente en sus propios trabajos y descubrimientos, y definitivamente esos patines eran algo directamente sacados de su alma.
— Puedo darles en sacrificio al pelirrojo de la puerta —indicó con naturalidad, como si estuviera diciendo "buenos días".
Diana Keigo- Admin
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Re: The Sky, the sun and the thunder [Priv. Dino&Shoichi]
—Ciao, Shoichi.
Dino pareció estar bastante seguro y contento, aunque el chico cayese de espaldas contra el suelo. Parecía estar bastante sorprendido de encontrarlo allí y de estar en esa situación, pero no le culpaba. Después de todo, sobre los recuerdos que había recibido, en el pasado en el que se encontraban no era más que un chico de instituto.
Sin embargo, Dino había previsto que él supiese descifrar el mensaje y que acudiese a aquella cita. Podrían servir de recaderos sin levantar sospechas de otras familias aliadas a la New Vongola, y de esa forma tampoco podrían saber a que habían ido allí.
Pero de lo que si que pareció sorrpendido es que fuese aquella chica allí. Pensó que Spanner sería la otra persona que acompañaría al pelirrojo, pero al verla entrar si preguntó si ella estaba metida en lo mismo que todos. Bueno, después de todo, no habría recibido ese mensaje, de no ser de fiar.
Dino dudó un poco de darle la mano, más bien por incredulidad que por otra cosa. No solían portarse de buenas a primeras tan casuales con él si se trataba de negocios (y siempre se trataba de negocios), pero aquella forma de ser le hizo algo de gracia. Sin embargo, sus chicos no parecieron muy contentos de que tratase así a su jefe, no mostrandole sus respetos. Y ella, al mismo tiempo, se dio cuenta de esas miradas y no pareció muy segura de querer quedarse allí.
—Tranquilos, chicos. Está bien. —Alzó una mano, mirándolos, para que dejasen de parecer perros guardianes.— Encantado de conocerte, Diana. Mi nombre es Dino. Soy el décimo capo de la familia Cavallone.
Aunque se imaginaba que si no sabía quien era él, tampoco sabría quien era su familia. Aquella chica era peculir, de todas formas, así que no le molestaba presentarse. Se preguntaba de donde habría salido para formar parte de los allegados a la vieja Vongola.
—Supongo que tampoco conoces a Shoichi ¿verdad? Podreis hablar luego del trabajo que vayais a hacer juntos, pero por ahora, necesito que escucheis lo que tengo que pediros, en nombre del verdadero Décimo Vongola.
Dino pareció estar bastante seguro y contento, aunque el chico cayese de espaldas contra el suelo. Parecía estar bastante sorprendido de encontrarlo allí y de estar en esa situación, pero no le culpaba. Después de todo, sobre los recuerdos que había recibido, en el pasado en el que se encontraban no era más que un chico de instituto.
Sin embargo, Dino había previsto que él supiese descifrar el mensaje y que acudiese a aquella cita. Podrían servir de recaderos sin levantar sospechas de otras familias aliadas a la New Vongola, y de esa forma tampoco podrían saber a que habían ido allí.
Pero de lo que si que pareció sorrpendido es que fuese aquella chica allí. Pensó que Spanner sería la otra persona que acompañaría al pelirrojo, pero al verla entrar si preguntó si ella estaba metida en lo mismo que todos. Bueno, después de todo, no habría recibido ese mensaje, de no ser de fiar.
Dino dudó un poco de darle la mano, más bien por incredulidad que por otra cosa. No solían portarse de buenas a primeras tan casuales con él si se trataba de negocios (y siempre se trataba de negocios), pero aquella forma de ser le hizo algo de gracia. Sin embargo, sus chicos no parecieron muy contentos de que tratase así a su jefe, no mostrandole sus respetos. Y ella, al mismo tiempo, se dio cuenta de esas miradas y no pareció muy segura de querer quedarse allí.
—Tranquilos, chicos. Está bien. —Alzó una mano, mirándolos, para que dejasen de parecer perros guardianes.— Encantado de conocerte, Diana. Mi nombre es Dino. Soy el décimo capo de la familia Cavallone.
Aunque se imaginaba que si no sabía quien era él, tampoco sabría quien era su familia. Aquella chica era peculir, de todas formas, así que no le molestaba presentarse. Se preguntaba de donde habría salido para formar parte de los allegados a la vieja Vongola.
—Supongo que tampoco conoces a Shoichi ¿verdad? Podreis hablar luego del trabajo que vayais a hacer juntos, pero por ahora, necesito que escucheis lo que tengo que pediros, en nombre del verdadero Décimo Vongola.
Invitado- Invitado
Re: The Sky, the sun and the thunder [Priv. Dino&Shoichi]
Asombro, dos tres y hasta cuatro veces. Había terminado convertido en un pez abriendo y cerrando la boca sin poder siquiera contenerse, un casco le cubrió la vista por suerte, estaba rojo como un tomate... ¡Le habían dicho adorable!, ¡A-do-rable!, no supo que pensar o hacer, su estomago le había comenzado a doler.
Se animó a si mismo en cuanto se puso de pie, aún con el casco de la mujer que estaba en el frente sobre su cabeza. Ignorando todo lo que pasaba en la sala entró con las piernas temblorosas ante la imagen de todos esos hombres con traje y con cara de pocos amigos; se ajustó un tanto las gafas y fue sorpresa de la histeria cuando ella le ofrecía como sacrificio humano.
— ¡Ba-basta! —gritó, y justo en la última nota su voz se quebró. Malditas hormonas de adolescente, su rostro enrojeció un tanto nuevamente y en un vano intento trató de cubrirlo con el casco oscuro—. ¿De parte de Tsunayoshi-kun?, ¿Sucedió algo?, ¡¿Tsunayoshi-kun está bien?! —interrogó rápidamente atropellando sus palabras casi.
Esperen... ¿Trabajo?, avanzó un poco más. Acercándose a ambos Vongola para poder mirar bien a la chica extraña, no lucía peligrosa ni tampoco del todo normal. Es más, ahora que lo notaba bien Dino tampoco le conocía, ¿De donde había salido?, si se trataba de lo que creía -una reunión de ingenieros-, faltaban dos más para tener el resultado de la ecuación: deje su desastre en nuestras manos, nosotros lo resolveremos.
— ¿Verdadero décimo Vongola?
Shoichi sentía que se había perdido de la fiesta, la borrachera y el intento de recuperar la memoria caché del ordenador llamado cerebro humano. Se quitó el casco y lo apretó contra su pecho, algo no estaba bien, para nada bien, no solo el lo presentía si no que hasta lo notaba en el aire. Vamos era un chico inteligente.
— ¿Q-Qué tan grave es la situación?
Y en contra de todo lo que creía sano, preguntó. Su estómago rugió feroz, aquello iba a doler.
¡Calma Shoichi!, ¡Pu-puedes manejar esto!
Se animó a si mismo en cuanto se puso de pie, aún con el casco de la mujer que estaba en el frente sobre su cabeza. Ignorando todo lo que pasaba en la sala entró con las piernas temblorosas ante la imagen de todos esos hombres con traje y con cara de pocos amigos; se ajustó un tanto las gafas y fue sorpresa de la histeria cuando ella le ofrecía como sacrificio humano.
— ¡Ba-basta! —gritó, y justo en la última nota su voz se quebró. Malditas hormonas de adolescente, su rostro enrojeció un tanto nuevamente y en un vano intento trató de cubrirlo con el casco oscuro—. ¿De parte de Tsunayoshi-kun?, ¿Sucedió algo?, ¡¿Tsunayoshi-kun está bien?! —interrogó rápidamente atropellando sus palabras casi.
Esperen... ¿Trabajo?, avanzó un poco más. Acercándose a ambos Vongola para poder mirar bien a la chica extraña, no lucía peligrosa ni tampoco del todo normal. Es más, ahora que lo notaba bien Dino tampoco le conocía, ¿De donde había salido?, si se trataba de lo que creía -una reunión de ingenieros-, faltaban dos más para tener el resultado de la ecuación: deje su desastre en nuestras manos, nosotros lo resolveremos.
— ¿Verdadero décimo Vongola?
Shoichi sentía que se había perdido de la fiesta, la borrachera y el intento de recuperar la memoria caché del ordenador llamado cerebro humano. Se quitó el casco y lo apretó contra su pecho, algo no estaba bien, para nada bien, no solo el lo presentía si no que hasta lo notaba en el aire. Vamos era un chico inteligente.
— ¿Q-Qué tan grave es la situación?
Y en contra de todo lo que creía sano, preguntó. Su estómago rugió feroz, aquello iba a doler.
Invitado- Invitado
Re: The Sky, the sun and the thunder [Priv. Dino&Shoichi]
Keigo asintió en cuando escuchó al mafioso presentarse, se tardó tres segundos en darse cuenta de quién era realmente. Llevó la palma de su mano a la frente de un golpe directo, abrió los labios y lo único que soltó fue:
— ¡Pony!
¡Pero claro!, el décimo capo de Cavallone: ¡Bucking Bronco Dino!. Se había graduado del la escuela de mafia el año en el que a ella la metieron como protegida del Nono, como no recordar a las colegialas babeando por el chico o esas conversaciones ligeras que escuchaba en los baños. Sin mencionar el cuadro de honor de la academia, donde su foto estaba orgullosamente colgada como diciendo: si cabrones, este tipo de graduó de aquí.
¿Alguien había dicho trabajo?, ¿Trabajo con robots, sistemas o alguna porquería con engranes y electrónica?, a Diana se le iluminó el rostro en cuanto se volteó a ver a Shoichi luego del interrogatorio del décimo Vongola; demonios, ese chico era tan ridículamente adorable que esa misma noche se lo llevaba a casa. O quizás lo diseccionaría, así duraría más.
— La taxidermia cuesta una fortuna, mejor una foto —acto seguido, sacó su celular y fotografió a Irie con el casco entre sus brazos.
Cuando guardó el aparato se dio cuenta de que otra vez se había perdido de la conversación. ¿Para que la habían llamado?, ah verdad, aún no lo sabía, se lo estaban a punto de decir; pero no era tan difícil sacar el contexto... eso y en parte por que ella ya lo sabía, por eso había regresado a Japón, huyendo de la cacería en Italia a los que se oponían a la Nueva Vongola.
— Sé lo que pasa, pony. Huí de Italia por la misma razón, pero tengo dos preguntas que hacer antes de que comiences a dar los detalles —Keigo mostró una expresión seria antes de levantar su mano derecha para comenzar a contar—. ¿Donde está el Noveno?, ¿Han encontrado rastros de mi hermano?, ¿Me re-asignaran una nueva familia para seguir con las investigaciones que mi padre dejó?, ¿Quedaré a la deriva?, ¿Qué tipo de trabajo haré con el adorable sujeto de pelo rojo?, ¿Tienen más de estos?, por que me los quiero llevar a casa
Eso era más de una pregunta, a lo mejor ellos pensarían que ella no sabría contar.
Oh, y le había dicho Pony sin quererlo. ¿De donde se le había pegado ese sobrenombre tan feo?
— ¡Pony!
¡Pero claro!, el décimo capo de Cavallone: ¡Bucking Bronco Dino!. Se había graduado del la escuela de mafia el año en el que a ella la metieron como protegida del Nono, como no recordar a las colegialas babeando por el chico o esas conversaciones ligeras que escuchaba en los baños. Sin mencionar el cuadro de honor de la academia, donde su foto estaba orgullosamente colgada como diciendo: si cabrones, este tipo de graduó de aquí.
¿Alguien había dicho trabajo?, ¿Trabajo con robots, sistemas o alguna porquería con engranes y electrónica?, a Diana se le iluminó el rostro en cuanto se volteó a ver a Shoichi luego del interrogatorio del décimo Vongola; demonios, ese chico era tan ridículamente adorable que esa misma noche se lo llevaba a casa. O quizás lo diseccionaría, así duraría más.
— La taxidermia cuesta una fortuna, mejor una foto —acto seguido, sacó su celular y fotografió a Irie con el casco entre sus brazos.
Cuando guardó el aparato se dio cuenta de que otra vez se había perdido de la conversación. ¿Para que la habían llamado?, ah verdad, aún no lo sabía, se lo estaban a punto de decir; pero no era tan difícil sacar el contexto... eso y en parte por que ella ya lo sabía, por eso había regresado a Japón, huyendo de la cacería en Italia a los que se oponían a la Nueva Vongola.
— Sé lo que pasa, pony. Huí de Italia por la misma razón, pero tengo dos preguntas que hacer antes de que comiences a dar los detalles —Keigo mostró una expresión seria antes de levantar su mano derecha para comenzar a contar—. ¿Donde está el Noveno?, ¿Han encontrado rastros de mi hermano?, ¿Me re-asignaran una nueva familia para seguir con las investigaciones que mi padre dejó?, ¿Quedaré a la deriva?, ¿Qué tipo de trabajo haré con el adorable sujeto de pelo rojo?, ¿Tienen más de estos?, por que me los quiero llevar a casa
Eso era más de una pregunta, a lo mejor ellos pensarían que ella no sabría contar.
Oh, y le había dicho Pony sin quererlo. ¿De donde se le había pegado ese sobrenombre tan feo?
Diana Keigo- Admin
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Re: The Sky, the sun and the thunder [Priv. Dino&Shoichi]
Alzó ligeramente la vista a Romario y este asintió casi imperceptible, como diciendole que podían empezar a ahablar de asuntos serios. Shoichi no parecía demasiado preparado para ello, pero si su futuro yo hizo todo lo posible para ayudar a Tsuna, con los mismos recuerdos que tenía de él, estaba seguro de que lo volvería a hacer. En realidad, el pelirrojo le recordaba un poco a su hermano pequeño.
—Según la información que tengo, Tsuna está bien. Está aquí, en Japón, con la mitad de CEDEF. Si no ha pasado nada recientemente, está a... —El rostro de Dino se convirtió en una mueca confusa y sorprendida ante la palabra que había pronunciado la chica ahí presente.— ¿...Pony?
¿Había escuchado bien? Le habían relacionado con todo tipo de caballo por el símbolo de su familia, pero pensaba que jamás le habían llamado pony antes. A ninguno de sus subordinados le pareció divertido y se lo tomaron como una pequeña ofensa personal a la familia Cavallone.
—¡Muestra más respeto al Décimo Cavallone!
Pero la chica volvió a sus propias cavilaciones y le hizo una foto a Shoichi, que hizo que todo el mundo se quedase a cuadros. Por su parte, Dino calmó a su mano derecha, quitándole importancia mientras hacía un gesto con la mano.
—Tranquilo, no ha sido nada.
Tras esas palabras, le mostró una sonrisa de disculpas, para relajar al igual a sus hombres. Él no se lo había tomado tan apecho después de todo.
—Tsuna fue obligado a dejar la posición de jefe en su familia por un consejo. Sin embargo, sin ser suficiente, este consejo le amenazó a él y a los suyos con que desapareciesen del submundo mafioso, pero eso hizo que Vongola quedase a manos de estos tres nuevas cabezas, convirtiéndola en la NewVongola. ...Todos aquellos afines a la Old Vongola, si interfiriesen, serían destruídos.
Y aquellos eran ellos, sin duda.
Alzó la cabeza y miró a Diana, cuando empezó a hablarle de nuevo (¿Pony iba a ser la forma en la que ella le llamaría?). También le sorprendió el hecho de que dijese de que iba la cosa y que por ello se encontraba en Japón. ¿Había algo de ella que él no supiese? Quizá fuera una vieja protegida del jefe... Tendría que investigar sobre ella, sin duda.
— ...Esas no han sido dos preguntas, pero te contestaré todas las que pueda. —Hizo un gesto, llevándose una mano al pelo y desordenándoselo un poco, pensando en por donde comenzar.— El Noveno permanece en Italia. Aunque ya no lleve la cabeza de familia, sigue siendo el Nono, así que mientras no intente nada descabellado, probablemente seguirá a la espera de nuevas noticias. —O eso era lo que él esperaba. Había viajado a Japón solo para aquella reunión, pero volvería a Italia. Una de sus prioridades era su seguridad también.— No conozco tu historia, pero investigaré todo lo que esté en mi mano para conseguirte la información que quieres, a cambio de este trabajo. Por el momento, la Old Vongola, como ahora la llaman, debe reunir fuerzas, así que está en tu mano irte... Pero podrías servir de mucha ayuda. —Al igual que Shoichi, pensó, mientras lo miraba a él también.— Oh, y sobre el trabajo... —Se rió un poco con eso de "adorable". Al parecer, Shoichi atraía a cierto tipo femenino.— Puedes preguntarle a Shoichi si tiene más hermanos.
Se permitió reír ligeramente. Seguro que el chico se pondría rojísimo ante eso, pero también era partidiario de no dejar que la ansiedad se apoderase de uno mismo, así que eso le iría bien.
—Tengo que volver a Italia porque mi sitio por ahora, está allí. Contacté con la CEDEF recientemente, y no tienen intención de dejar de lado el legado de Tsuna. Se ha empezado a pensar una forma de hacer que la familia Vongola vuelva a ser lo que construyó el verdadero décimo con sus ideales, pero se debe de hacer desde la sombra, puesto que la New Vongola tiene muchos ases poderosos bajo la manga. —Hizo una pequeña pausa, mientras su rostro denotaba preocupación.— Vosotros sois ingenieros ¿verdad? Por eso estais aquí. Vuestro primera parte del trabajo será llevarle el mensaje a Tsuna de que no está solo y no vamos a dejar que más sangre se derrame. Como ambos no sois ningún capo influyente, no levantareis sospecha de quien pueda estar vigilando a la Old Vongola... Pero la segunda parte del trabajo, es la importante y el porqué sois necesarios...
Dino Se levanto de la butaca y se acercó a la chica. Era mas alto que ella, así que la miró ligeramente desde arriba y le puso una mano sobre un hombro, confidente.
—Necesitamos una buena arma secreta. Algo que potencie las llamas de los guardianes y su fuerza. Ya se que es mucho pedir... Pero no tenemos ninguna buena artillería. Solo vosotros sois capaces de hacer algo así.
—Según la información que tengo, Tsuna está bien. Está aquí, en Japón, con la mitad de CEDEF. Si no ha pasado nada recientemente, está a... —El rostro de Dino se convirtió en una mueca confusa y sorprendida ante la palabra que había pronunciado la chica ahí presente.— ¿...Pony?
¿Había escuchado bien? Le habían relacionado con todo tipo de caballo por el símbolo de su familia, pero pensaba que jamás le habían llamado pony antes. A ninguno de sus subordinados le pareció divertido y se lo tomaron como una pequeña ofensa personal a la familia Cavallone.
—¡Muestra más respeto al Décimo Cavallone!
Pero la chica volvió a sus propias cavilaciones y le hizo una foto a Shoichi, que hizo que todo el mundo se quedase a cuadros. Por su parte, Dino calmó a su mano derecha, quitándole importancia mientras hacía un gesto con la mano.
—Tranquilo, no ha sido nada.
Tras esas palabras, le mostró una sonrisa de disculpas, para relajar al igual a sus hombres. Él no se lo había tomado tan apecho después de todo.
—Tsuna fue obligado a dejar la posición de jefe en su familia por un consejo. Sin embargo, sin ser suficiente, este consejo le amenazó a él y a los suyos con que desapareciesen del submundo mafioso, pero eso hizo que Vongola quedase a manos de estos tres nuevas cabezas, convirtiéndola en la NewVongola. ...Todos aquellos afines a la Old Vongola, si interfiriesen, serían destruídos.
Y aquellos eran ellos, sin duda.
Alzó la cabeza y miró a Diana, cuando empezó a hablarle de nuevo (¿Pony iba a ser la forma en la que ella le llamaría?). También le sorprendió el hecho de que dijese de que iba la cosa y que por ello se encontraba en Japón. ¿Había algo de ella que él no supiese? Quizá fuera una vieja protegida del jefe... Tendría que investigar sobre ella, sin duda.
— ...Esas no han sido dos preguntas, pero te contestaré todas las que pueda. —Hizo un gesto, llevándose una mano al pelo y desordenándoselo un poco, pensando en por donde comenzar.— El Noveno permanece en Italia. Aunque ya no lleve la cabeza de familia, sigue siendo el Nono, así que mientras no intente nada descabellado, probablemente seguirá a la espera de nuevas noticias. —O eso era lo que él esperaba. Había viajado a Japón solo para aquella reunión, pero volvería a Italia. Una de sus prioridades era su seguridad también.— No conozco tu historia, pero investigaré todo lo que esté en mi mano para conseguirte la información que quieres, a cambio de este trabajo. Por el momento, la Old Vongola, como ahora la llaman, debe reunir fuerzas, así que está en tu mano irte... Pero podrías servir de mucha ayuda. —Al igual que Shoichi, pensó, mientras lo miraba a él también.— Oh, y sobre el trabajo... —Se rió un poco con eso de "adorable". Al parecer, Shoichi atraía a cierto tipo femenino.— Puedes preguntarle a Shoichi si tiene más hermanos.
Se permitió reír ligeramente. Seguro que el chico se pondría rojísimo ante eso, pero también era partidiario de no dejar que la ansiedad se apoderase de uno mismo, así que eso le iría bien.
—Tengo que volver a Italia porque mi sitio por ahora, está allí. Contacté con la CEDEF recientemente, y no tienen intención de dejar de lado el legado de Tsuna. Se ha empezado a pensar una forma de hacer que la familia Vongola vuelva a ser lo que construyó el verdadero décimo con sus ideales, pero se debe de hacer desde la sombra, puesto que la New Vongola tiene muchos ases poderosos bajo la manga. —Hizo una pequeña pausa, mientras su rostro denotaba preocupación.— Vosotros sois ingenieros ¿verdad? Por eso estais aquí. Vuestro primera parte del trabajo será llevarle el mensaje a Tsuna de que no está solo y no vamos a dejar que más sangre se derrame. Como ambos no sois ningún capo influyente, no levantareis sospecha de quien pueda estar vigilando a la Old Vongola... Pero la segunda parte del trabajo, es la importante y el porqué sois necesarios...
Dino Se levanto de la butaca y se acercó a la chica. Era mas alto que ella, así que la miró ligeramente desde arriba y le puso una mano sobre un hombro, confidente.
—Necesitamos una buena arma secreta. Algo que potencie las llamas de los guardianes y su fuerza. Ya se que es mucho pedir... Pero no tenemos ninguna buena artillería. Solo vosotros sois capaces de hacer algo así.
Invitado- Invitado
Re: The Sky, the sun and the thunder [Priv. Dino&Shoichi]
—¡No soy tu mascota!
Fue lo único que pudo soltar luego de lanzar el casco que sostenía en sus brazos lejos. Su rostro estaba peor de lo que el mismo creía, ¿Cuanto más rojo podía ser el color de alguien?, observó a Cavallone y luego a la chica, de vuelta a Cavallone y otra vez a la chica, para finalmente terminar posando sus verdes ojos sobre el rubio. Le rogaba encarecidamente con la mirada que no lo dejara con ella ni en broma, su corazón, estómago y rostro no lo resistirían, en especial aquel último; sentía que una gracia más de Diana lo haría explotar en miles de papelitos.
Contó mentalmente hasta cinco para poder tomar tranquilidad y digerir todo lo que el adulto de la sala les comunicaba -más a él que a ella-. Era complicado todo eso de la New Vongola y Old Vongola, ¿Qué había pasado para que todo eso terminara así en tan solo cinco años?, ¿Golpe de estado?, era lo más probable, un golpe interno que Tsunayoshi no pudo preveer ni parar. Irie se llevó una mano al mentón pensando las cosas con calma, ahora sin duda no solo tendrían a la New Vongola pisándole los talones si no que familias enemigas y por que no decirlo: los desertores.
Suspiró, el asunto estaba aún peor de lo que Dino resumía. Estaba seguro que el gobierno estaba interesado en meter las narices en el asunto, ese golpe a Vongola desde dentro estaba siendo bastante estúpido, debía admitirlo, ¿Cuál era el verdadero objetivo de todo ello?, dudaba mucho que fuera solo conservar el poder y seguir con una Vongola de Secondo: una mafia violenta y abrumadora.
El dividirla y acabar con los los que no estaban de acuerdo con ellos era lo mismo que Byakuran había hecho en un futuro. Le resultó hasta que la ayuda del pasado llegó, Vongola se estaba aniquilando así misma, el reducir la gente no les haría ganar fuerza ni poder.
— No es solo es la mafia la que va a estar asechando, Dino-san —murmuró de manera baja, apretando un tanto los puños de sus manos a los costados—. Le aseguro que este golpe no tiene una sola cara, ¿Byakuran-san ha dicho algo?
Odiaba admitirlo pero necesitaba preguntarlo, luego de la batalla de los Arcobalenos no habían intercambiado muchas palabras, era difícil aún verle la cara sin sentir ese dolor en el estómago a causa de los años fingiendo miles de actitudes. Pero, a pesar de todo, una parte de él deseaba con ganas que Byakuran y el resto del Millefiore se hubieran unido a la causa del décimo Vongola, no era demasiado pedir, les habían ayudado la última vez.
¿Ingenieros?, ¿Esa chica era ingeniera?, la miró de reojo y fue cuando le calzó todo, tenía un cierto aire que conocía y extrañaba al mismo tiempo.
— ¿De Spanner no saben noticias?, no me he podido comunicar con él estos últimos tres meses. ¿A él no le llegó el mensaje cifrado? —preguntó nervioso, el rubio también era un ingeniero espléndido y no ponía en duda que el también ayudaría encantado— No se preocupe Dino-san, apoyaré a Tsunayoshi-kun siempre, le cuidaremos desde nuestras posiciones —asintió mirando a la chica luego con una sonrisa cordial—. Espero que nos llevemos bien, Keigo-san
Quizás solo habían empezado con el pie izquierdo, la mujer no se veía mala persona -a pesar de sus extrañas muestras de interés hacía él-, y si Cavallone la había citado a ella también eso significaba que era competente con el cargo que se le encomendaba.
—Veré en que podemos ayudar, podríamos contactar con Gianinni-san también —aprovechó de agregar al pedido luego del encargo. Potenciar las llamas era difícil, pero no imposible, su especialidad eran los robots y... ¿Cuál sería la de la chica?— ¿Keigo-san tu...? —dejó la pregunta abierta.
Fue lo único que pudo soltar luego de lanzar el casco que sostenía en sus brazos lejos. Su rostro estaba peor de lo que el mismo creía, ¿Cuanto más rojo podía ser el color de alguien?, observó a Cavallone y luego a la chica, de vuelta a Cavallone y otra vez a la chica, para finalmente terminar posando sus verdes ojos sobre el rubio. Le rogaba encarecidamente con la mirada que no lo dejara con ella ni en broma, su corazón, estómago y rostro no lo resistirían, en especial aquel último; sentía que una gracia más de Diana lo haría explotar en miles de papelitos.
Contó mentalmente hasta cinco para poder tomar tranquilidad y digerir todo lo que el adulto de la sala les comunicaba -más a él que a ella-. Era complicado todo eso de la New Vongola y Old Vongola, ¿Qué había pasado para que todo eso terminara así en tan solo cinco años?, ¿Golpe de estado?, era lo más probable, un golpe interno que Tsunayoshi no pudo preveer ni parar. Irie se llevó una mano al mentón pensando las cosas con calma, ahora sin duda no solo tendrían a la New Vongola pisándole los talones si no que familias enemigas y por que no decirlo: los desertores.
Interpol, el gobierno también
Suspiró, el asunto estaba aún peor de lo que Dino resumía. Estaba seguro que el gobierno estaba interesado en meter las narices en el asunto, ese golpe a Vongola desde dentro estaba siendo bastante estúpido, debía admitirlo, ¿Cuál era el verdadero objetivo de todo ello?, dudaba mucho que fuera solo conservar el poder y seguir con una Vongola de Secondo: una mafia violenta y abrumadora.
El dividirla y acabar con los los que no estaban de acuerdo con ellos era lo mismo que Byakuran había hecho en un futuro. Le resultó hasta que la ayuda del pasado llegó, Vongola se estaba aniquilando así misma, el reducir la gente no les haría ganar fuerza ni poder.
— No es solo es la mafia la que va a estar asechando, Dino-san —murmuró de manera baja, apretando un tanto los puños de sus manos a los costados—. Le aseguro que este golpe no tiene una sola cara, ¿Byakuran-san ha dicho algo?
Odiaba admitirlo pero necesitaba preguntarlo, luego de la batalla de los Arcobalenos no habían intercambiado muchas palabras, era difícil aún verle la cara sin sentir ese dolor en el estómago a causa de los años fingiendo miles de actitudes. Pero, a pesar de todo, una parte de él deseaba con ganas que Byakuran y el resto del Millefiore se hubieran unido a la causa del décimo Vongola, no era demasiado pedir, les habían ayudado la última vez.
¿Ingenieros?, ¿Esa chica era ingeniera?, la miró de reojo y fue cuando le calzó todo, tenía un cierto aire que conocía y extrañaba al mismo tiempo.
— ¿De Spanner no saben noticias?, no me he podido comunicar con él estos últimos tres meses. ¿A él no le llegó el mensaje cifrado? —preguntó nervioso, el rubio también era un ingeniero espléndido y no ponía en duda que el también ayudaría encantado— No se preocupe Dino-san, apoyaré a Tsunayoshi-kun siempre, le cuidaremos desde nuestras posiciones —asintió mirando a la chica luego con una sonrisa cordial—. Espero que nos llevemos bien, Keigo-san
Quizás solo habían empezado con el pie izquierdo, la mujer no se veía mala persona -a pesar de sus extrañas muestras de interés hacía él-, y si Cavallone la había citado a ella también eso significaba que era competente con el cargo que se le encomendaba.
—Veré en que podemos ayudar, podríamos contactar con Gianinni-san también —aprovechó de agregar al pedido luego del encargo. Potenciar las llamas era difícil, pero no imposible, su especialidad eran los robots y... ¿Cuál sería la de la chica?— ¿Keigo-san tu...? —dejó la pregunta abierta.
Invitado- Invitado
Re: The Sky, the sun and the thunder [Priv. Dino&Shoichi]
Nono, Diana no puedo evitar fruncir un tanto el entrecejo, pero si el rubio decía que estaba bien tenía que estarlo; más le valía regresar lo más pronto a Italia para revisar la salud del anciano o si no ella misma lo subiría a sus patines y lo enviaría al infinito y más allá siendo propulsado por unos cohetes que muy amablemente ataría a su espalda.
—¿Irme? —se rió un tanto— Mi segundo nombre es peligro, Cavallone—siseó con competitividad y una mueca confiada, si no había muerto hasta ahora era por que algo en el cielo -o infierno- no la querían de regreso tan pronto.
Pasó por alto el preguntarle al pelirrojo si tenía más hermanos cuando se enteró de que, al igual que ella, el chico era ingeniero. Fue presa del asombro brevemente, ahora recordaba donde había escuchado ese nombre. Ese chico pelirrojo, con el rostro colorado por la vergüenza era el ganador de una de las ferias de ciencia robótica de Japón, una a la que había tenido que ir encubierta gracias al precio de su cabeza e investigaciones.
Se volteó a Shoichi y se sentó en el piso de rodillas, bajando la cabeza para posteriormente, juntar sus manos en señal de plegaria al dios de la robótica.
—Irie-sama-senpai-kun lamento haberme comportado así, no noté que era el niño de las competencias. Por favor cuide de mi ~ —soltó en tono canturrón sin levantar la cabeza; obviamente que iba a hacer lo posible con cooperar con el otro ingeniero, ¿Cuando había tenido la oportunidad de encontrarse con una persona como ella?, ya se imaginaba las largas charlas de ingeniería que podrían tener todas las noches.
Por que si, definitivamente se lo iba a llevar a casa, no solo para ponerlo a cocinar. Si no que para seguir con sus investigaciones.
Ajena a todo tipo de conversación, en parte por que aunque pareciera que Diana no tomara en cuanta el medio ambiente lleno de información su cerebro rápidamente procesaba los datos y los guardaba, decidió levantarse para responder la pregunta dirigida hacía ella. ¿Cuál era su talento?, Irie se lamentaría haber hecho esa pregunta.
—Velocidad —fue su única respuesta.
Comenzó la búsqueda en su mochila, sacó los patines y como si nada les quitó las tres ruedas que tenía uno de ellos, solo bastó un removerlos con uno de sus dedos, parecían que no estaban afirmados por nada. Quedó frente a Dino y Shoichi con una sonrisa suficiente en sus labios mientras mostraba las pequeñas ruedas planas entre sus dedos.
—Discos de levitación electromagnética —explicó rápidamente, poco le importaba que los menos cultos en la materia no entendieran un carajo de lo que ella hablaba. El poder presentarle a Shoichi uno de sus trabajos era el cielo—. Cero resistencia, más velocidad... pero no la suficiente, aún
Y con un solo impulso pequeño de su mano los discos quedaron enterrados en la pared de atrás, pasando entremedio de Dino y Shoichi en solo un segundo. Habían alcanzado tanta velocidad que solo se escuchó el viento ser cortado.
—Sigo trabajando en ello mientras sigo con la investigación de las cajas de armas que mi padre dejó a medias cuando le mataron —comentó al aire sin preocupación alguna, repuso las ruedas de sus patines con otras que tenía en los bolsillos de su chaqueta antes de meter todo lo que había sacado nuevamente en su mochila—. Estoy a pocos pasos de poder crear una por mis propios medios, estoy segura
Mano en su hombro, por poco y grita del susto. Se había concentrado demasiado en las cosas que presumir y no lo había notado; le miraban de una extraña manera... ¿Confianza?, ladeó la cabeza. Claro que ayudaría, es más, ni siquiera que le pagaran por ello. Por devolverle la mano a Nono haría lo que fuera.
Menos mal que la mano del rubio no había sido contacto directo contra su piel, o si no ya la tendrían saltando de aquí para allá gracias a su Bacteriofobia mientras ellos nadaban en su gel con alcohol para manos.
—¡Cuenta conmigo, Cavallone!, Irie-sama y yo nos haremos cargo —terminó con un pulgar en alto.
—¿Irme? —se rió un tanto— Mi segundo nombre es peligro, Cavallone—siseó con competitividad y una mueca confiada, si no había muerto hasta ahora era por que algo en el cielo -o infierno- no la querían de regreso tan pronto.
Pasó por alto el preguntarle al pelirrojo si tenía más hermanos cuando se enteró de que, al igual que ella, el chico era ingeniero. Fue presa del asombro brevemente, ahora recordaba donde había escuchado ese nombre. Ese chico pelirrojo, con el rostro colorado por la vergüenza era el ganador de una de las ferias de ciencia robótica de Japón, una a la que había tenido que ir encubierta gracias al precio de su cabeza e investigaciones.
Se volteó a Shoichi y se sentó en el piso de rodillas, bajando la cabeza para posteriormente, juntar sus manos en señal de plegaria al dios de la robótica.
—Irie-sama-senpai-kun lamento haberme comportado así, no noté que era el niño de las competencias. Por favor cuide de mi ~ —soltó en tono canturrón sin levantar la cabeza; obviamente que iba a hacer lo posible con cooperar con el otro ingeniero, ¿Cuando había tenido la oportunidad de encontrarse con una persona como ella?, ya se imaginaba las largas charlas de ingeniería que podrían tener todas las noches.
Por que si, definitivamente se lo iba a llevar a casa, no solo para ponerlo a cocinar. Si no que para seguir con sus investigaciones.
Ajena a todo tipo de conversación, en parte por que aunque pareciera que Diana no tomara en cuanta el medio ambiente lleno de información su cerebro rápidamente procesaba los datos y los guardaba, decidió levantarse para responder la pregunta dirigida hacía ella. ¿Cuál era su talento?, Irie se lamentaría haber hecho esa pregunta.
—Velocidad —fue su única respuesta.
Comenzó la búsqueda en su mochila, sacó los patines y como si nada les quitó las tres ruedas que tenía uno de ellos, solo bastó un removerlos con uno de sus dedos, parecían que no estaban afirmados por nada. Quedó frente a Dino y Shoichi con una sonrisa suficiente en sus labios mientras mostraba las pequeñas ruedas planas entre sus dedos.
—Discos de levitación electromagnética —explicó rápidamente, poco le importaba que los menos cultos en la materia no entendieran un carajo de lo que ella hablaba. El poder presentarle a Shoichi uno de sus trabajos era el cielo—. Cero resistencia, más velocidad... pero no la suficiente, aún
Y con un solo impulso pequeño de su mano los discos quedaron enterrados en la pared de atrás, pasando entremedio de Dino y Shoichi en solo un segundo. Habían alcanzado tanta velocidad que solo se escuchó el viento ser cortado.
—Sigo trabajando en ello mientras sigo con la investigación de las cajas de armas que mi padre dejó a medias cuando le mataron —comentó al aire sin preocupación alguna, repuso las ruedas de sus patines con otras que tenía en los bolsillos de su chaqueta antes de meter todo lo que había sacado nuevamente en su mochila—. Estoy a pocos pasos de poder crear una por mis propios medios, estoy segura
Mano en su hombro, por poco y grita del susto. Se había concentrado demasiado en las cosas que presumir y no lo había notado; le miraban de una extraña manera... ¿Confianza?, ladeó la cabeza. Claro que ayudaría, es más, ni siquiera que le pagaran por ello. Por devolverle la mano a Nono haría lo que fuera.
Menos mal que la mano del rubio no había sido contacto directo contra su piel, o si no ya la tendrían saltando de aquí para allá gracias a su Bacteriofobia mientras ellos nadaban en su gel con alcohol para manos.
—¡Cuenta conmigo, Cavallone!, Irie-sama y yo nos haremos cargo —terminó con un pulgar en alto.
Diana Keigo- Admin
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Re: The Sky, the sun and the thunder [Priv. Dino&Shoichi]
Dino dirigió su mirada a Shoichi, cuando este le preguntó sobre el individuo contra el que había luchado en el futuro. Byakuran había cambiado, sin duda. Era un poco raro de explicar, pero ver las cosas de su futuro yo había cambiado al presente él. Pero, ahora que había una oportunidad, nadie sabía que planes tenía Byakuran para tomar la postura en laque todavía no se había pronunciado del todo.
—Por el momento, no sabemos nada sobre Byakuran. Las noticias que le llegaron a todo el mundo son que Millefiore es "neutral", al igual que la familia Shimon. Los miembros de esta última ya fueron perseguidos una vez, y sinceramente, no creo que vuelvan a arriesgarse en algo así.
Era una pena, pero lo entendía. El también se hubiera apartado con tal de proteger a los únicos miembros de su familia que quedaban.
—Sí, pero Spanner se encuentra en América, así que seguramente le lleve tiempo en venir cuando sea citado. Sin embargo, tu mantienes el contacto con él ¿cierto? Puedes hacerte cargo de el equipo de ingenieros. Incluso ya tienes una compañera.
El rubio sonrió al ver la ilusión de la chica al poder trabajar con el pelirrojo, y también se mostró satisfecho ante la determinación del chico de querer ayudar en algo que creía importante para su amigo. Ojala Tsuna se diese cuenta de que era necesario para todo el mundo y que no debía dejar de luchar, por el bien de todos.
Cuando estos dos empezaron a hablar, Dino se giró un poco hacia Romario, su mano derecha. A él le dejo ver una expresión algo mas seria y preocupada.
—Jefe, no se preocupe. Está haciendo lo que puede. —Le susurró por lo bajo el hombre.— Puede que todavía sean jóvenes, pero tienen mucho talento, y saben lo que hacen.
Las palabras de Romario le alentaron un poco e hicieron que volviese a su sonrisa tranquila, con aire de disculpas por la flaqueza que había sentido en ese instante.
—Tiénes razón. Confío en ellos.
De eso estaba seguro, ellos mismos habían decidido acudir a la ayuda.
La chica volvió a llamar su atención cuando empezó a sacar de su mochila todo lo que llevaba con ella. Al parecer, eran prototipos de inventos suyos, y si a él se lo preguntaran, no estaban nada mal. No es que entendiese demasiado, pero sabía que con eso podría alcanzar velocidades que ningún vehículo existente podría, y además...
—¡AH!
Aquel disco había pasado justo a su lado, a tal velocidad que no vio nada, solo escuchó un pequeño zumbido. Desde luego, le había asustado. Y si el se había asustado, eso quería decir que todos sus subordinados no tardaron en reaccionar también, preocupados por la salud de su jefe, haciendo que quisieran dar coces. Por decirlo de alguna forma simbólica.
— ¡T-tranquilos, estoy bien! —Aunque tenía la mano en el pecho y aún parecía algo agitado.
Diana, sin embargo, no pareció nada alterada por la reacción de los hombres a su alrededor, y seguió explicando sus armas, mencionando también las cajas armas.
— ¿Crear una tu sola...? ¿En serio? —Eso le hizo olvidarse del incidente anterior e hizo que la mirase con determinación.— ¡Eso es! Debes de seguir investigando Diana. ¡Hay que crear una nueva!
Y al final, algo bueno había salido de ese encuentro. Tenía a dos jóvenes de parte de Vongola queriendo trabajar para poder sacar adelante la operación, y él sentía que aún tenían algo de esperanza, gracias a ellos.
—Por el momento, no sabemos nada sobre Byakuran. Las noticias que le llegaron a todo el mundo son que Millefiore es "neutral", al igual que la familia Shimon. Los miembros de esta última ya fueron perseguidos una vez, y sinceramente, no creo que vuelvan a arriesgarse en algo así.
Era una pena, pero lo entendía. El también se hubiera apartado con tal de proteger a los únicos miembros de su familia que quedaban.
—Sí, pero Spanner se encuentra en América, así que seguramente le lleve tiempo en venir cuando sea citado. Sin embargo, tu mantienes el contacto con él ¿cierto? Puedes hacerte cargo de el equipo de ingenieros. Incluso ya tienes una compañera.
El rubio sonrió al ver la ilusión de la chica al poder trabajar con el pelirrojo, y también se mostró satisfecho ante la determinación del chico de querer ayudar en algo que creía importante para su amigo. Ojala Tsuna se diese cuenta de que era necesario para todo el mundo y que no debía dejar de luchar, por el bien de todos.
Cuando estos dos empezaron a hablar, Dino se giró un poco hacia Romario, su mano derecha. A él le dejo ver una expresión algo mas seria y preocupada.
—Jefe, no se preocupe. Está haciendo lo que puede. —Le susurró por lo bajo el hombre.— Puede que todavía sean jóvenes, pero tienen mucho talento, y saben lo que hacen.
Las palabras de Romario le alentaron un poco e hicieron que volviese a su sonrisa tranquila, con aire de disculpas por la flaqueza que había sentido en ese instante.
—Tiénes razón. Confío en ellos.
De eso estaba seguro, ellos mismos habían decidido acudir a la ayuda.
La chica volvió a llamar su atención cuando empezó a sacar de su mochila todo lo que llevaba con ella. Al parecer, eran prototipos de inventos suyos, y si a él se lo preguntaran, no estaban nada mal. No es que entendiese demasiado, pero sabía que con eso podría alcanzar velocidades que ningún vehículo existente podría, y además...
—¡AH!
Aquel disco había pasado justo a su lado, a tal velocidad que no vio nada, solo escuchó un pequeño zumbido. Desde luego, le había asustado. Y si el se había asustado, eso quería decir que todos sus subordinados no tardaron en reaccionar también, preocupados por la salud de su jefe, haciendo que quisieran dar coces. Por decirlo de alguna forma simbólica.
— ¡T-tranquilos, estoy bien! —Aunque tenía la mano en el pecho y aún parecía algo agitado.
Diana, sin embargo, no pareció nada alterada por la reacción de los hombres a su alrededor, y seguió explicando sus armas, mencionando también las cajas armas.
— ¿Crear una tu sola...? ¿En serio? —Eso le hizo olvidarse del incidente anterior e hizo que la mirase con determinación.— ¡Eso es! Debes de seguir investigando Diana. ¡Hay que crear una nueva!
Y al final, algo bueno había salido de ese encuentro. Tenía a dos jóvenes de parte de Vongola queriendo trabajar para poder sacar adelante la operación, y él sentía que aún tenían algo de esperanza, gracias a ellos.
Invitado- Invitado
Re: The Sky, the sun and the thunder [Priv. Dino&Shoichi]
Retrocedió asustado dos pasos hacia atrás en cuanto aquel disco amenazó con dejarle muerto y tirado en el piso de la habitación del hotel. Tragó de manera sonora, no fue el único en asustarse por ello, así que al menos no se sentía tan patético como acostumbraba; Diana Keigo era una mujer peligrosa solo por el hecho de no poder prever con anterioridad sus movimientos y poder detenerlos antes de que invirtiera la rotación de la tierra -se aseguraría de que no le daría esa idea, algo le decía que la muchacha era completamente capaz de armar una maquina de ese tipo-; si bajaba su guardia podía jugar que ella terminaría por sacar una botella de cloroformo y dormir a todos los de la sala en un abrir y cerrar de ojos.
— E-es increíble, levitación electromagnética —obviamente estaba sorprendido con aquello a pesar del susto. Aún para la época era un avance notable y el hecho de que pudiera usarlo ya en objetos con usos diarios sin perder la potencia, o la conexión del mismo, solo le sumaba puntos al descubrimiento.
Se quedó observando sin querer el objeto clavado en la pared, ignorando el alboroto a su alrededor. Era increíble, estaba seguro que si juntaban cerebros podían salir cosas de muy buena calidad para ayudar a Tsunayoshi en su lucha por la recuperación de Vongola.
— ¿Cajas de armas?, ¡Pero eso es imposible!, los prototipos a penas y salieron hace algunos años... —¿seguro que aquello no era otra de sus bromas?, le miró, no parecía estar mintiendo—. Ayudaré con gusto en tu investigación Keigo-san, todo por bien de Tsunayoshi-kun... ¡Demos nuestro mejor esfuerzo!
Aunque no lo pareciera del todo, aun estaba algo choqueado por el respeto que ella le mostraba tan de repente solo por haber participado en esa competencia. Con determinación dirigió su mirada al décimo Cavallone, iba a hacer lo posible por ayudar en lo que fuera posible aún con su edad y su incapacidad aparente para luchar. Podría tratar de convencer a Byakuran-san que se uniera a la vieja Vongola, por que conociendo perfecto a su viejo amigo estaba seguro que no se mantendría neutral por mucho tiempo.
Anteriormente había salvado a Yamamoto Takeshi, aún conservaba las esperanzas. Pequeñas esperanzas.
— Transmitiremos el mensaje, Dino-san... pero me gustaría pedir que velara por la seguridad de mi familia y la de Spanner, no me gustaría que corrieran peligro —bajó la cabeza, aún no olvidaba esos acontecimientos que se agolparon en su cabeza—. Me haré cargo del equipo de ingenieros, deje todo en mis manos
Su celular vibró en su bolsillo, disimuladamente lo sacó para ver de que se trataba. Era su hermana que le había mandado un mensaje de texto, ¿Qué querría ahora?, ¿No era tan tarde verdad?.
Observó su reloj.
Genial, sería la bola de estambre en su casa otra vez. Lo único que le faltaba era que su hermana comenzara a llamarle por teléfono para saber donde estaba y a que hora llegaría al su casa... oh, como maldecía esa frase cliché en ese preciso instante, ahora el aparato vibraba con más insistencia: era una llamada de su querida hermana.
Obviamente no le iba a contestar, y menos en ese lugar, más vergüenzas de las que había pasado no quería tener.
— E-es increíble, levitación electromagnética —obviamente estaba sorprendido con aquello a pesar del susto. Aún para la época era un avance notable y el hecho de que pudiera usarlo ya en objetos con usos diarios sin perder la potencia, o la conexión del mismo, solo le sumaba puntos al descubrimiento.
¿Llamas de la última voluntad?... no, esto es ciencia pura, no tiene que ver con llamas. Esta chica es brillante
Se quedó observando sin querer el objeto clavado en la pared, ignorando el alboroto a su alrededor. Era increíble, estaba seguro que si juntaban cerebros podían salir cosas de muy buena calidad para ayudar a Tsunayoshi en su lucha por la recuperación de Vongola.
— ¿Cajas de armas?, ¡Pero eso es imposible!, los prototipos a penas y salieron hace algunos años... —¿seguro que aquello no era otra de sus bromas?, le miró, no parecía estar mintiendo—. Ayudaré con gusto en tu investigación Keigo-san, todo por bien de Tsunayoshi-kun... ¡Demos nuestro mejor esfuerzo!
Aunque no lo pareciera del todo, aun estaba algo choqueado por el respeto que ella le mostraba tan de repente solo por haber participado en esa competencia. Con determinación dirigió su mirada al décimo Cavallone, iba a hacer lo posible por ayudar en lo que fuera posible aún con su edad y su incapacidad aparente para luchar. Podría tratar de convencer a Byakuran-san que se uniera a la vieja Vongola, por que conociendo perfecto a su viejo amigo estaba seguro que no se mantendría neutral por mucho tiempo.
Anteriormente había salvado a Yamamoto Takeshi, aún conservaba las esperanzas. Pequeñas esperanzas.
— Transmitiremos el mensaje, Dino-san... pero me gustaría pedir que velara por la seguridad de mi familia y la de Spanner, no me gustaría que corrieran peligro —bajó la cabeza, aún no olvidaba esos acontecimientos que se agolparon en su cabeza—. Me haré cargo del equipo de ingenieros, deje todo en mis manos
Su celular vibró en su bolsillo, disimuladamente lo sacó para ver de que se trataba. Era su hermana que le había mandado un mensaje de texto, ¿Qué querría ahora?, ¿No era tan tarde verdad?.
Observó su reloj.
Genial, sería la bola de estambre en su casa otra vez. Lo único que le faltaba era que su hermana comenzara a llamarle por teléfono para saber donde estaba y a que hora llegaría al su casa... oh, como maldecía esa frase cliché en ese preciso instante, ahora el aparato vibraba con más insistencia: era una llamada de su querida hermana.
Obviamente no le iba a contestar, y menos en ese lugar, más vergüenzas de las que había pasado no quería tener.
Invitado- Invitado
Re: The Sky, the sun and the thunder [Priv. Dino&Shoichi]
¿Una?, con una a ella no le bastaba, superaría el número del creador original de cajas de armas y es más, ¡Hasta crearía nuevos tipos!, de eso estaba prácticamente segura. ¡Crearía un montón ellas!, ¡Revolucionaría las peleas actuales!, ¡Alcanzaría el conocimiento supremo!, ¡Sería la ama del universo!
Quizás eso último no, pero si se encargaría de que su nombre quedara grabado en libros de historia. Su vida no pasaría por alto.
— Juro llegar a ser el nuevo Da Vinci —una mano sobre su pecho y una mirada decidida fue lo único que respondió al comentario de ambos más las reacciones de los subordinados de Cavallone—. No se arrepentirán de mis servicios a Vongola... pero, ¿Quién es Tsuna? —ladeó un tanto la cabeza nuevamente después de acomodar la mochila tras su espalda.
Bien, no retenía todo-todo en su cabeza, algunas veces se le escapaban detalles importantes. Tal como el detalle de que su casco había salido volando minutos atrás gracias al ataque de histeria de su nuevo Jefe; ¿Cómo debía llamarle ahora?, ¿Boss?, ¿Irie-boss-sama?
No sonaba tan mal.
— ¡Mío!
Exclamó tan pronto como le había quitado el teléfono a Irie, contestó la llamada y se lo puso al oído de una sola vez sin medir las consecuencias de lo que le podría llegar a pasar a su nuevo jefe. Pero bueno, se lo debía, ese casco le había salido un buen dineral que no estaba dispuesta a gastar nuevamente.
— ¿Moshi-moshi?, Irie-boss-sama no se encuentra en estos momentos, estamos en una reunión, llame más tarde o deje su mensaje después de la señal... beeep ~
Y colgó, le extendió el teléfono a Irie y luego se encogió de hombros. Miró de manera directa a Cavallone, y tal como él lo había hecho hace un rato puso su mano sobre su hombro en señal de confianza antes de comenzar a asentir con la cabeza de manera decidida.
— Descuida Dino-kun, deja esto en nuestras manos y apresúrate en volver con el noveno, por que si le pasa algo —Keigo apretó el hombro del otro sin dejar la sonrisa de su rostro—. Me encargaré de hacer cada día del resto de tu vida algo miserable, el suicidio será algo que para ese entonces no podrás cometer pues te habré cortado brazos, y si piensas que correr es la opción... ni piernas te quedarán para ese entonces
Fue todo, dio media vuelta, tomó a Shoichi de un brazo y comenzó a caminar hacía la puerta de salida con total alegría.
— ¡Vamos por Sawada-san y Spanner-sama! ~
Quizás eso último no, pero si se encargaría de que su nombre quedara grabado en libros de historia. Su vida no pasaría por alto.
— Juro llegar a ser el nuevo Da Vinci —una mano sobre su pecho y una mirada decidida fue lo único que respondió al comentario de ambos más las reacciones de los subordinados de Cavallone—. No se arrepentirán de mis servicios a Vongola... pero, ¿Quién es Tsuna? —ladeó un tanto la cabeza nuevamente después de acomodar la mochila tras su espalda.
Bien, no retenía todo-todo en su cabeza, algunas veces se le escapaban detalles importantes. Tal como el detalle de que su casco había salido volando minutos atrás gracias al ataque de histeria de su nuevo Jefe; ¿Cómo debía llamarle ahora?, ¿Boss?, ¿Irie-boss-sama?
No sonaba tan mal.
— ¡Mío!
Exclamó tan pronto como le había quitado el teléfono a Irie, contestó la llamada y se lo puso al oído de una sola vez sin medir las consecuencias de lo que le podría llegar a pasar a su nuevo jefe. Pero bueno, se lo debía, ese casco le había salido un buen dineral que no estaba dispuesta a gastar nuevamente.
— ¿Moshi-moshi?, Irie-boss-sama no se encuentra en estos momentos, estamos en una reunión, llame más tarde o deje su mensaje después de la señal... beeep ~
Y colgó, le extendió el teléfono a Irie y luego se encogió de hombros. Miró de manera directa a Cavallone, y tal como él lo había hecho hace un rato puso su mano sobre su hombro en señal de confianza antes de comenzar a asentir con la cabeza de manera decidida.
— Descuida Dino-kun, deja esto en nuestras manos y apresúrate en volver con el noveno, por que si le pasa algo —Keigo apretó el hombro del otro sin dejar la sonrisa de su rostro—. Me encargaré de hacer cada día del resto de tu vida algo miserable, el suicidio será algo que para ese entonces no podrás cometer pues te habré cortado brazos, y si piensas que correr es la opción... ni piernas te quedarán para ese entonces
Fue todo, dio media vuelta, tomó a Shoichi de un brazo y comenzó a caminar hacía la puerta de salida con total alegría.
— ¡Vamos por Sawada-san y Spanner-sama! ~
Diana Keigo- Admin
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Re: The Sky, the sun and the thunder [Priv. Dino&Shoichi]
Al principio había tenido la sensación de que Diana sería una chica demasiado... demasiado, para Shoichi. Pero desués de ver como ambos parecían entenderse bien en lo que hechos y términos cientifico-mecánicos se refería, entonces pensaba que podrían conectar bien y trabajar de una manera agradable. Una vez Spanner viajase de nuevo a Japón, y recibieran la ayuda de Gianinni, estaba seguro de que algo realmente bueno podría salir de ese equipo. Algo que podría ayudar a Tsuna.
Sin embargo, cuando pensaba que las cosas podían ir bien por si solas, el telefono de Shoichi sonó y la morena no pareció tener ningún reparo en cogerlo de su bolsillo incluso y contestar lo que... en fin, lo que quiso en realidad. Y no solo eso, porque se suponía que aquella chica estaba en Vongola... Pero no siquiera sabía de que jefe estaban hablando.
Dino se llevó una mano al rostro, con un ligero sonidito y todos en aquella habitación no pudieron creer lo que estaban escuchando de Diana.
—...Creo que en este caso, será mejor que le pidas a Shoichi que te explique los detalles. —Sonrió con disculpa al pelirrojo porque sí, le estaba echando un poco el trabajo a él. Pero después de todo iba a ser como su pseudo-jefe en ese equipo, así que... "Lo siento Shoichi, te ha tocado a ti" Le dijo con la mirada.
Su atención fue desviada a la chica una vez más cuando dijo su nombre, y no le dio mucha importancia a que se acercase a él. Sin embargo, lo que ya le hizo poner un gesto en el que se denotaba algo de miedo fue ese apretón en el hombro. Que muy amistoso, por cierto, no fue.
—A-ah... Sí. Estará bien, lo prometo. —Definitivamente, era una protegida del Nono ¿Dónde demonios había aprendido a hacer eso? Desprendía un aura que daba miedo. Si Varia la veía, estaba seguro de que la intentarían reclutar.
Y sabía que sus hombres habían notado esa aura aterradora igual que él. Las chicas así eran espeliznantes...
Sin embargo, cuando pensaba que las cosas podían ir bien por si solas, el telefono de Shoichi sonó y la morena no pareció tener ningún reparo en cogerlo de su bolsillo incluso y contestar lo que... en fin, lo que quiso en realidad. Y no solo eso, porque se suponía que aquella chica estaba en Vongola... Pero no siquiera sabía de que jefe estaban hablando.
Dino se llevó una mano al rostro, con un ligero sonidito y todos en aquella habitación no pudieron creer lo que estaban escuchando de Diana.
—...Creo que en este caso, será mejor que le pidas a Shoichi que te explique los detalles. —Sonrió con disculpa al pelirrojo porque sí, le estaba echando un poco el trabajo a él. Pero después de todo iba a ser como su pseudo-jefe en ese equipo, así que... "Lo siento Shoichi, te ha tocado a ti" Le dijo con la mirada.
Su atención fue desviada a la chica una vez más cuando dijo su nombre, y no le dio mucha importancia a que se acercase a él. Sin embargo, lo que ya le hizo poner un gesto en el que se denotaba algo de miedo fue ese apretón en el hombro. Que muy amistoso, por cierto, no fue.
—A-ah... Sí. Estará bien, lo prometo. —Definitivamente, era una protegida del Nono ¿Dónde demonios había aprendido a hacer eso? Desprendía un aura que daba miedo. Si Varia la veía, estaba seguro de que la intentarían reclutar.
Y sabía que sus hombres habían notado esa aura aterradora igual que él. Las chicas así eran espeliznantes...
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Re: The Sky, the sun and the thunder [Priv. Dino&Shoichi]
En ese preciso maldito instante quería morirse o que lo tragara algún ser de la tierra. Ya no quería trabajar con ella ni mucho menos estar más de cinco minutos a su lado, lo iba a matar, lo iba a hacer volverse loco en menos de veinte minutos; ahora el apocalipcis lo esperaba en casa, sería el recadero de su hermana por años y no solo tendría que aguantar sus insultantes palabras si no que también la insistencia en saber quién había sido la mujer que había contestado el teléfono para terminar por responderle de esa forma.
¡¿Qué iba a hacer ahora?!, el tardar en llegar a su casa solo aumentaría el nivel de sufrimiento. Y para más el mafioso no se la estaba haciendo fácil, por que de seguro se tardaría un montón en explicarle a la chica quién era el décimo Vongola y por que estaban ayudando en su causa.
Y no solo eso, podría jurar que ella querría que se lo dijeran todo hoy. No la llevaría a su casa ni loco, pero el dejarse secuestrar por una perfecta desconocida que le había hecho una foto como si nada tampoco era una muy buena vía de escape.
— ¡Dino-san no me haga esto!
Se alcanzó a escuchar poco antes de que cerraran la puerta de la habitación, el ingeniero de Vongola era prácticamente arrastrado por la más joven.
Y eso era, el comienzo del suplicio de Irie Shoichi.
Estoy muerto
¡¿Qué iba a hacer ahora?!, el tardar en llegar a su casa solo aumentaría el nivel de sufrimiento. Y para más el mafioso no se la estaba haciendo fácil, por que de seguro se tardaría un montón en explicarle a la chica quién era el décimo Vongola y por que estaban ayudando en su causa.
Y no solo eso, podría jurar que ella querría que se lo dijeran todo hoy. No la llevaría a su casa ni loco, pero el dejarse secuestrar por una perfecta desconocida que le había hecho una foto como si nada tampoco era una muy buena vía de escape.
— ¡Dino-san no me haga esto!
Se alcanzó a escuchar poco antes de que cerraran la puerta de la habitación, el ingeniero de Vongola era prácticamente arrastrado por la más joven.
Y eso era, el comienzo del suplicio de Irie Shoichi.
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