Research of shadows {Priv. Diana}

Había vuelto de Italia esa misma mañana. Y a decir verdad, la semana que había pasado allí desde el último viaje a Japón había sido realmente ajetreada. Desde que había decidido por sus mismos medios moverse para comenzar con lo que habían llamado "La Perla de Vongola" Dino pensaba que no había tenido ni siquiera una hora de descanso en todos esos días. Y todavía ni siquiera había recibido noticias suyas. Podría ser que en Varia mismo estuviera reinando el caos (no se le haría raro), pero estaba algo preocupado por él. De todas formas, confiaba en el espadachín.

Pero era hora de cumplir la promesa que había hecho. O más bien, de efectuar el pago a cambio del trabajo.
Le había prometido a Diana que investigaría sobre su historia, pero a decir verdad, las cosas eran más complicadas en esa situación. Ahora que las comunicaciones y relaciones entre familias y organizaciones se habían convertido en objeto de duda, seguir las pistas de una persona desaparecida era complicado. Sin embargo, creía haber encontrado el motivo, y eso podría abrir muchas puertas.

También se había sorprendido por la historia de la chica. Al principio, al haberla conocido, no sabía de donde había salido o como había llegado a formar parte de alguien de confianza del Noveno. Sin embargo, después de conocer sus raíces, podía llegar a entenderlo. La chica era una niña prodigio, hija de científicos que no habían encontrado un buen final. Encontrar alguien así afín a la mafia era dificil, sobretodo lo era cuando estaban de parte de tu enemigo. Así que lo más fácil era borrarlos del mapa. Y eso era lo que había pasado.

Hablar de ese tipo de cosas con Diana, una chica que ni siqiera llegaba a los veinte, no era algo que le gustase, sinceramente. Pero ella quería saber que había pasado... Así que eso es lo que le diría.

Aquella vez, se había hospedado en un piso pequeño, de alquiler. En realidad se trataba de un piso franco, que se situaba en un bloque de apartamentos tranquilo y apartado. Y por si las moscas, sus hombres se habían dispersado por el perímetro.  Romario se había encargado de llamar a la pizzeria en la que estaba trabajando la chica a esas horas para que trajesen el pedido. De esa forma, no podrían rastrear ninguna llamada que pudiesen relacionar con Vongola.

Solo quedaba esperar unos 20 minutos. Si tardaba más, al menos la pizza saldría gratis.

Trabajar, estudiar, trabajar, molestar a Shoichi, acosar a Shoichi y de vuelta al trabajo. Ese era su resumen de la semana, nada anormal que informar más que ahora era una invitada recurrente a la casa el pelirrojo a la hora de la cena; como adoraba hacer sentir incómodo a ese chico, su nivel de adorabilidad sobrepasaba los límites aún incluso para alguien como ella, que no consideraba ese detalle algo sobresaliente.

Pero adorabilidad e inteligencia no siempre vienen juntos. ¿Por que Shoichi no tenía más hermanos?, comenzaba a pensar en clonarlo.

Suspiró, era hora de poner atención al trabajo, le había llegado un encargo. Hizo un ligero ademán de "paz" con sus dedos de la mano derecha antes de tomar la caja con el pedido de pizzas recién hecho, ponerse el casco con el visor negro sobre la cabeza y salir por la parte de atrás del local. Y allí estaba, el objeto que más amaba en el mundo: su bicicleta. No tardó más de cinco minutos en ajustar las correas en la parte de atrás para que la caja viajara segura y montarse para cumplir con su trabajo.

Recorrió las calles a velocidad prudente -dígase alta, pero sin atropellar gente-. Llegó al block de departamentos y acomodó su bicicleta en un lugar seguro antes de revisar la dirección una vez más, era la correcta. Anotó el tiempo del recorrido en su teléfono y siguió con su camino.

8 minutos desde el centro hasta los apartamentos. Para ir a velocidad normal era bastante bueno... pero no lo suficiente.

Con el casco aún puesto y la caja entre sus manos subió unos cuantos pisos, hasta llegar a la puerta indicada antes de tocar el timbre puesto a un lado de la puerta. No demoró ni tres segundos en ser abierta, Diana pudo reconocer inmediatamente de lo que se trataba.

Con una mano removió el visor oscuro hacía arriba, solo mostró una ceja en alto. Al menos podrían haberle avisado, la polera de la pizzería y los pantaloncillos cortos no eran algo muy digno con lo que presentarse frente a otros mafiosos.

— Tienes esa mala costumbre de no avisar, Diny —soltó a manera de broma para después hacerse un espacio y entrar a la estancia pequeña.

Dino estaba viendo su movil, bajando la lista de contactos que tenía en la memoria. Era su movil personal, así que no es que tuviera mucho, en comparación a otros dispositivos que utilizaba en el trabajo y en los negocios. Si tan solo fuera fácil enviarle un mensaje a Tsuna, podría hacerlo directamente y quedarse tranquilo. Sabía que estaba bien (al menos de momento) pero su preocupación y algo de malestar no se iría hasta que no hablase con él o lo viese por sí mismo. También podría comunicarse con Kyoya, aunque este nunca le devolvía las llamadas ni los mensajes. Squalo era la mejor opción a la hora de hablar, pero eso hacía mucho tiempo que no lo hacía.

Distraído, escuchó el timbre, y Romario le dijo que abriría él, solo para asegurarse. Sus hombros estaban tensos cuando miró por la mirilla de la puerta, pero el rubio pudo notar como se relajó al instante al ver quien era y abrió la puerta, dejándola pasar.

Ahí estaba Diana, con la pizza en las manos y su uniforme de trabajo. Dino solo sonrió.

—Lo siento, pero ha sido mejor así. ¿Quien seguiría a una repartidora de pizzas? —Se rió ligeramente. Al menos había pasado de Pony a Diny

Romario cerró la puerta cuando la chica entró. Era una habitación pequeña, de estilo japonés. Tenía la cocina unida al salón y poseía un pequeño baño, nada más. Era un piso franco así que no importaba en absoluto. Dino se separó ligeramente de la pared en la que estaba apoyado, para ver de cerca a la chica.

—Has venido más deprisa de lo que pensaba, pero no me extraña de ti. —Recordando la charla que habían tenido cuando habían hecho la reunión con Shoichi.— Pero mejor, porque tenía hambre.

Romario suspiró un poco. Sabía que su jefe no lo había hecho de esa forma solo había sido para encubrir el encuentro.

—¿Cómo ha estado estos días, señorita Keigo?—La mano derecha de Cavallone se acercó a ellos también y se puso al lado de su jefe. A ambos les interesaba saber como había ido esa semana el trabajo con el pelirrojo, y si habían comenzado ya entrando en materia.

Suspiró un tanto cansada, se apróximo a dejar la caja con pizzas a el mueble más cercano para poder sacar su contenido. Dos cajas blancas con verde más ese característico olor a masa recién horneada quedaron en el ambiente; Diana abrió una de las cajas, observó el contenido sin mayor atención y la volvió a cerrar. Se quitó el casco oscuro de la cabeza, dejando su largo cabello negro libre.

— Soy la mejor amiga de la hermana de Irie-sama —resumió con cierta burla recordando otra de las extrañas escenas que le armaba al pelirrojo, entre ellas algunas que tenían que ver directamente con cloroformo y desfribiladores—. No hemos podido avanzar mucho, en parte por que aún no hemos conseguido muchas de las cosas. Ni siquiera usando los materiales de mi universidad... Algunas veces e pensado en asaltar un banco, pero creo que no serviría de mucho —se rió para si misma antes de voltearse hacía ellos—. Y supongo que lo de la pizza no es por que querías verme de nuevo, y para una cita primero al menos invítame un trago... ¿Sabías que soy un desfribilador humano?, es divertido, ¿Quieres probar?

Se burló con una sonrisa aparentemente amable en el rostro mientras miraba los dedos de su mano. Negó con la cabeza, estaba siendo demasiado violenta para lo que era ella usualmente; se alzó de hombros y avanzó hasta el sofá más cercano, en donde tomó asiento poco después de dejar suavemente el casco sobre uno de los cojines. Observó el lugar con tranquilidad, poniendo las manos sobre sus piernas, en silencio.

— ¿Y los demás? —Keigo podía ser distraida, pero la presencia de los demás subordinados de Dino era algo que hasta un estúpido notaría.

El rubio se acercó a la peqieña mesa baja de estilo japones que había en el centro del apartamento y se sentó frente a él. De hecho, realmente tenía hambre y la pizza siempre era la mejor opción para saciarla.

—Huele bien ¿verdad, Enzo? —El animal nunca le contestaba como pudiese hacerlo un perro o un gato, pero Dino sabía que Enzo siempre pensaba igual que él, cuando movía su cabecita y le miraba con esos ojos negros. A Dino le encantaba llevar a Enzo a todas partes como Reborn hacía con León, pero a veces tenía que quedarse con Romario.

Acto seguido miró a la chica, escuchando lo que decía. En cierto sentido le daba algo de pena Shoichi porque Diana parecía el tipo de persona demasiado animada, con energía y con sus propios valores de la ética sobre lo que "estaba bien y estaba mal". Estaba seguro de que no eran ni por asomo los mismos que los de cualquier persona. Pero eso la hacía única también.

—Si lo que necesitais son materiales específicos, puedo proporcionároslo yo. En esta situación, no podreís encontrar muchos proveedores que os echen una mano, para las cosas que necesiteis, así que mientras esto dure, podéis pedírmelo a mí. Puedes decirle a Romario lo que necesitas y el lo apuntará. —Porque él estaba demasiado ocupado cogiendo una porción de esa pizza de cuatro quesos y soplando un poco para que no le quemase al darle un mordisco.

Cuando la chica mencionó algo de pedirle una cita y de que le invitase a algo primero, Dino se sonrojó ligeramente y casi se atragantó.

—¡C-claro que no!  ¡Y tampoco quiero probar nada de eso! —Diana era una chica guapa (y un tanto siniestra, a la par) pero él no estaba interesado. Además, no podía pensar en algo como eso por como estaban. Romario solo se rió de la reacción de su jefe.— Te he pedido que vengas porque quería darte el pago a cambio del trabajo que estás haciendo. —En eso se hizo ponerse algo más serio, ya que eran asuntos de mayor importancia.

—Y porque quería probar la pizza de esa pizzeria.

—Bueno... eso también, pero no viene al caso. —Le hizo un gesto a su mano derecha con la mano libre y luego miró a la chica, cuando esta se sentó en el sillón que había en el otro extremo del apartamento, pegado a la pared.— Están en los perímtros cubriendo la zona. La razón de eso no es solo porque yo estoy aquí, sino porque tu estás aquí también. —Después de eso hizo una pequeña pausa.— Tenemos que hablar sobre tu pasado.

Diana reprimió el deseo de chillar como una colegiala en cuanto notó la presencia del verde animal en la sala. ¡Era una tortuga!, ¡Una maldita tortuga que comía pizza!, calló la emoción de su interior, intentando no mutar la expresión de su rostro mientras observaba al animal con sumo interés; aquel mismo interés que había llevado a robar a Beatrix Kido desde el laboratorio de la escuela de mafia cuando apenas ingresó.

Aún podía escuchar esos gritos de histeria de su hermano dio cuando entró al baño y encontró al modelo anatómico remojándose en la tina con sales aromáticas mientras la dulce Diana prendía velas. Keigo podía jurar que su hermano había pasado por todos y cada uno de los colores del arcoiris.

— Eres adorable

Aunque no más que Shochi cuando le preguntaba en plena cena familiar si quería salir con ella, pero si le parecía que esa reacción de niño a pesar de ser ya mayor era algo digno de lo que reírse de buenas ganas. Iba a indagar más en el asunto solo para ver la incomodidad en el rostro de Dino pero guardó silencio, el trabajo era primero.

— Con Irie-sama supondríamos que dirías eso, así que te enviaré la lista de cosas que necesitamos por correo, usaré el remitente desde donde nos enviaron el mensaje codificado

Sacó su celular, subió las piernas al sofá, tecleó un par de cosas y lo guardó nuevamente en el bolsillo de su pantalón corto. Suspiró de manera ligera antes de levantarse con una mueca de seriedad en el rostro; se dirigió hasta la mesa y antes de tomar un trozo de pizza sacó una botellita de alcohol en gel para limpiarse las manos, como odiaba los gérmenes.

— Trabajas rápido Diny, creí que no te daría tiempo —guardó la botellita en su bolsillo y sacó un trozo de pizza cuidadosamente. Se recargó en la pared al lado del sofá donde estaba Dino—. Ah, si... siempre he sido excéntrica, no es culpa de lo que sucedió —agregó intuyendo en parte el ritmo de las conclusiones que se podían llegar a tomar con su historia.

Bueno, el deseo de hacer gritar a la gente de manera histérica y verla enrojecer hasta más no poder había nacido en cuanto le hicieron entrar nuevamente a la escuela luego de haberse graduado. Era la única forma de demostrar su descontento con la situación sin parecer una niña mimada que hacía pataletas.

Aunque debía admitir que la caja de armas que compró en ese entonces, la cual le costó la comida de tres años, había sido un impulso inmaduro para lo que ella acostumbraba a hacer. El seguir sus instintos de manera tan banal por un propósito egoísta no era muy bonito de admitir por muy desvergonzara que fuera.

Aún habían cierto tipo de cosas por las que verdaderamente podría ponerse incómoda.

Suspiró un poco cuando le dijo que era adorable. Aunque realmente de la chica, no se esperaba otra cosa. Ya no sabía si es que lo decía de verdad o era solo por picar como parecía serlo. Aunque con ella, nunca se sabía, después de todo sabía lo de que quería ciertas fotos. Algunas chicas eran... extremadamente raras. Y eso que le habían perseguido muchas chicas.

—Está bien, envíala. Mis chicos harán lo que puedan buscando los materiales tan rápido como les sea posible. No creo que sean fáciles de encontrar, así que dile a Shoichi que iré mandandolos poco a poco, bajo un código concreto para que sepa que son los paquetes correctos.

Se acabó la porción de pizza que había cogido y luego miró de reojo a Diana, al ver como se acercaba. Alzó las cejas cuando se lavó las manos con ese gel, pero dentro de lo que cabía, no era tan raro.

—Bueno, cumplo mis promesas. Además es algo que tenía que hacer de todas formas. —Hizo una pequeña pausa, y cuando la vio sentada, fue cuando se aclaró la garganta, para empezar.— Estuve volviendo sobre tus raíces, buscando el nombre de tus padres... Resultó ser que tu padre fue un hombre muy famoso, incluso mi padre lo conocía ¿Sabes? El estar bajo el ala del Noveno le daba muchos privilegios, pero también problemas... Por eso fueron a por él y el Noveno de protegió. En cuanto a tu hermano... dijiste que había desaparecido también ¿verdad? ...No creo que desapareciese realmente. O se ha escondido o le han secuestrado, por sus investigaciones.

Era una suposición, claro. Una conjetura después de todo, pero era lo que más encajaba. Si seguía los mismos pasos que su padre al igual que Diana, era muy probable que entre la confusión, lo raptaran y le hiciesen trabajar para ellos a cambio de no hacer nada a su hermana o alguna extorsión parecidas... Pero había otra posibilidad de que se hubiera escondido y no quisiera que su paradero fuese localizado, aún arriesgandose a no tener ningún contecto con su hermana. Si le preguntasen a él... No tenía ni idea de cual de las dos podría haber sido.

Le dio solo un mordisco a la porción de pizza antes de deslizar su espalda en la pared donde estaba apoyada; ahí iba otra vez ese sabor amargo en la boca que se quedaba por algunos minutos en donde solo lograba contestar con monosílabos, haciendo que su cabeza trabajara aún mucho más rápido y pensara en cosas que le resultaban molestas.

Luego de que murió su padre no había tocado el tema con nadie, ni siquiera con su hermano, ¿por que eso hacía que se lograra sentir tan mal?, para ella, las respuestas a esa pregunta lógica no tenían inicio ni final, eran un simple remolino de cosas que lograban confundirla. Y lo peor era que, a Diana Keigo, le obsesionaban las preguntas que no se podían responder.

— Umh... —murmuró con simpleza, dando a entender que había escuchado. Dejó el pedazo de pizza en el suelo, sacó el alcohol gel de su bolsillo y se limpió las manos otra vez. Ni por gula querría comer pizza, se le había cerrado el estómago—. No era tonta, ¿sabes?, era obvio por la vida que llevábamos con quién trabajaba mi padre; pero me sorprende lo de Aaron... pensé que solo iba a la universidad y ya

Y así descubría, para mal, que habían muchas cosas que había ignorado mientras hacía sus pataletas de "no quiero volver a una academia". Desvió la vista en cuanto se abrazó a sus piernas, seguía siendo una maldita cría después de todo.

— O se dejara capturar, son tres opciones Dino —levantó el rostro, por primera vez en mucho tiempo mostró seriedad al hablar y mirar a otra persona al rostro—. A pesar de ser un histérico de lo peor, él era mucho más brillante que yo, no me sorprendería que se sacrificara a si mismo para salvarme... era esa clase de persona sentimental

Bufó con molestia y media sonrisa, aún recordaba las reprimendas. Claro, ¿cuantas veces no había pensado los posibles escenarios y situaciones en los que se podía encontrar su propia sangre?, las decisiones tomadas por el fin de que ella se encontrara bien o las personas a su alrededor, esa clase de sentimentalismos le molestaban aún más que las personas mentirosas.

— ¿Nada concreto?, fue a lo mismo a lo que llegué, aunque claro, yo no tengo el "placer" —enfatizó con los dedos de su mano—  de trabajar con informantes... detesto a esos sujetos más que a los que no me quieren vender cloroformo en la farmacia, son gente deshonesta y traicionera —y rió entre dientes, mostrando una sonrisa que distó bastante de ser una divertida por la situación.

¿Experiencia propia?

— Yo no soy una persona violenta, pero al último "informante" que trató de jugar conmigo... fue compañero de la sesión de espiritismo con Beatrix, a punta de choques eléctricos —explicó con una sonrisa amigable. Ladeó un tanto la cabeza—. Cierto que no te he presentado a Bellatrix, es mi mejor amigo, deberías conocerle, es brillante. Te invitaré un día a tomar el té a mi departamento para que se conozcan

El chico solo alzó las cejas, en una gesto ligeramente convencido cuando Diana dijo algo así como que no sabía nada de que su hermano estaba investigando por su cuenta. Entonces, si ella no sabía nada ¿qué ocurría si él trataba de crear... algo? Algo que querían o que no querían que estuviese del lado del enemigo. Claro que, tampoco sabían quien eran "ellos" ...Aunque la posibilidad de que lo tuvieran la New Vongola, tampoco era descabellada.

—Así que tu no sabías nada... Sus archivos y cualquier cosa que dejase atrás de su investigación también desaparecieron o al menos, no constan en informes ni nada parecido. —Suspiró largamente. Fue entonces que, tras la pausa de silencio que se había formado para que ambos pudieran pensar, miró a Diana otra vez cuando esta volvió a pensar.— ...Sí. Supongo que podría existir esa tercera opción. —Pero ¿para que se dejaría atrapar, realmente? ¿Para que no fuesen a por su hermana? Si hubiera tenido la oportunidad, podría haber escapado, por eso él penso que simplemente le habían secuestrado... Pero si resultaba al final que se había dejado coger, debía de haber algo "más" para ello ¿Quizá Aaron tenía algo entre manos que no le había dicho a nadie?

—¿De verdad no sabías nada sobre lo que hacía tu hermano? Quizá... No se ¿Alguien extraño con quien hablase? ¿Contactos que no conocías? Quizá podamos seguir una pista a partir de eso.

Pero sabía que tampoco podía pedirle mucho más al a chica. Después de todo, era su hermano y parecía afectada hablando de eso. Al final, bajo su coraza y personalidad, ella también tenía sentimientos, como todos. Podía entenderla un poco porque él se sintio de forma parecida cuando su padre murió, o cuando sus familiares estuvieron realmente en peligro... Pero se imaginaba que no podía hacer nada más que seguir investigando.

—No creo en absoluto que esté muerto. Antes de matarlo, quien se lo haya llevado lo utilizará para sus propios beneficios. Pero no dejaron pistas. No descubiertas hasta ahora. Podría haber sido gente de la New Vongola u familias que todavía se resisten a lo que era Vongola... Si tu hermano era tan brillante, lo encontratan muy útil. ...Así que solo nos queda encontrarle. —Le sonrió de forma suave, para darle ánimos, al menos. Aunque lo que estuvo diciendo después Diana, ya no era para sonreír tanto... Aunque lo entendía, claro. Los informantes no eran gente de fiar a menos que fueran devotos a tu causa o realmente trabajasen para ti.— Uhm... Me temo que tendremos que posponer algo como eso. —Ni siquiera sabía de quien estaban hablando, pero no le sonaba nada bueno.— Por el momento, ¿que tál si me cuentas que pasó justo antes de que desapareciese tu hermano?

¿Con gente extraña se refería a sus compañeros de la universidad?, ¿Sus amigos cercanos?, ¿La gente esa de las fotografías que algunas veces iban a casa a pasar la noche jugando videojuegos?. Diana negó ligeramente, nada que levantara sus sospechas, más, la idea de que su hermano mayor llevara una doble vida de la cuál ella no sospechara le parecía aterradora. Era un chico demasiado bueno para su edad, quizá eso era signo de sospecha... pero su hermano siempre había sido así.

Tragó un poco en seco, no podía imaginar a Aaron en plan de malo queriendo apoderarse del mundo, le parecía una caricatura de mal gusto. Suspiró, la verdad era que no conocía a su hermano ni siquiera un poco, con suerte sabía cuál era su color favorito, nunca se había esforzado en saber mucho sobre él o lo que hacía más allá de lo que hiciera con sus experimentos y trabajos.

— Nada de nada, era una persona bastante normal para mi gusto —sinceró, ¿para que le iba a ocultar información si estaba tratando de ayudar?, más aún si ella misma no podía mantener mentiras por más de dos segundos—. Nos perseguían mucho antes de que Vongola se dividiera y con respecto a lo de nuestras investigaciones personales... yo al menos no sabía de lo que iba el trabajo de mi padre y el de mi hermano, mi hermano solo se dio cuenta de lo que yo hacía cuando compré la caja de armas de Innocenti en la academia de mafia y lloró por tres semanas. Así que no me sorprende que sus investigaciones desaparecieran junto con él, cuando mi padre se declaró conocedor de ciertas cosas comenzaron los problemas y a las tres semanas apareció como fermento para plantas

Y ahí estaba la Diana de siempre, con el característico humor negro que la acompañaba.

— Umh... asesinaron a mi padre, la policía nos tuvo fuera de peligro por dos semanas, Nono se hizo cargo de nosotros a la tercera semana y nos movieron de lugar, a mi hermano lo hicieron entrar a la universidad y a mi nuevamente de vuelta a la escuela —no pudo hacer desaparecer la mueca de disgusto—. El resto fue bastante normal, sin contar las personas que tenían para cuidarnos; eso hasta que la Vongola se dividió. Mi hermano salió apurado la misma mañana que los hombres de Nono llegaron para llevarme a Japón y huir, desde entonces no supe más de él. Quizá le informaron de la situación primero que a mi, pero no supe donde iría ni que pasó con el lugar donde me alojaba antes con él.

Era todo, tiró su cabeza hacía atrás, observando el techo, como si fuera la cosa más importante del mundo.

— No recuerdo detalles, ese día fue extraño. Mi hermano tenía apilada unas cajas con sus cosas en la entrada, es todo lo que noté. Si alguien llega a enterarse de lo que hago, seguramente desapareceré en dos semanas, es conveniente actuar como loca algunas veces —rió para si misma, aunque odiara que la trataran como una "nada" era mejor que le ignorasen hasta que fuera tiempo de contra-atacar con lo mejor que podía.

Era había que había sido por eso. Lo querían a él definitivamente, sino, Diana ya hubiera recibido un mensaje de rescate para que se entregase a cambio de la libertad de su hermano. Y si no querían a Diana, puesto que era realmente un genio como Shoichi, es que Aaron tenía entre sus manos algo que ella no sabía y que era realmente crucial. ¿Pero qué? Suponía que ahí residía la cosa. No solo estaba el problema de que habían secuestrado al chico, sino también... el hecho de para qué usarían lo que fuese que había creado, y contra quienes.

El rubio no hizo más que volver a suspirar, sintiendose de repente bastante nervioso ante las posibilidades.

—Tampoco se supo nunca quien o quienes asesinaron a tu padre, por lo que he leído, así que tampoco podemos seguir esa pista. Al menos de momento. —Hizo una pequeña pausa.— Quizá tu hermano estaba preocupado de que te relacionasen con algo sobre las cajas arma que investigaba tu padre cuando te compraste una, y se metió en asuntos algo turbios. ...Pero si has dicho que tu hermano era más bien tranquilo, no estoy muy seguro de que eso fuese posible.

Estuvo escuchando lo que le estaba contando sobre que pasó la mañana que su hermano desapareció y alzó algo las cejas. Justo cuando a ella fueron a buscarla param andarla hacía Japón, a él no se le volvió a ver.

—¿Salió esa mañana y no te dijo a dónde? ¿A la universidad o quizá a otro sitio? —Se quedó algo pensativo. Pero la idea de que él sabía algo o tenía algún chanchullo empezaba a parecerle factible, de alguna manera. No es que tuvieran pruebas, pero algo en su intención se lo decía.— ¿Una caja con cosas? ¿Y nunca miraste que había dentro?

Eso le pareció algo raro. Nadie tiene cajas de nada en la entrada de donde vive, a no ser que se vaya a mudar o esté trasladando algo.

—¿Y si tu hermano trataba de esconder las cosas que llevaba en la caja? Podrían ser cosas relacionadas con sus investigaciones...

Ahora la incógnita se sumaban las misteriosas cajas, demasiado sospechos como para considerarlo como algo vanal. Al menos, Diana las había notado lo suficientemente extrañas como para mencionarlas sobre los detalles.

—Sí, creo que puedes defenderte perfectamente, pero creo que te vendría bien si alguien te ayudase ¿Verdad? Al menos durante unos días que la Old Vongola está teniendo movimiento. Por eso, he pensado que tal vez quisieras conocer a una amiga mía. Ella también participa en la operación para ayudar a Tsuna a volver a construir lo que era Vongola. Si conseguimos eso, puede que el Nono también te ayude a encontrar a tu hermano.

— Si hubiese sabido te habría dicho, o hubiera ido tras él luego de que llegaran los hombres de Nono... pero fueron ellos mismos quienes me dijeron que había desaparecido en conjunto con la tropa de hombres que estaban encargados de protegernos en Italia

Se levantó del piso, su cabeza comenzaba a doler debido a la molestia de pensar en esas cosas, ya le había dado vueltas suficientes al asunto a solas, ¿Para que seguir queriendo saber detalles sobre algo que, para ella, no tenía solución si no había información con la cual trabajar?. Se quedó mirando sus pies, incapaz de alzar la mirada para enfrentar al líder de Cavallone y la viera en ese estado miserable, a punto de llorar como una niña que no sabía controlar sus emociones; cruzó sus brazos y apretó los puños, tenía que relajarse. Ya había superado la mayor parte de todas las cosas, ¿De que servía lamentarse ahora?, la opción más segura era buscar respuestas a las preguntas que le quedaban.

— Estaba mudando cosas hacía la universidad, la mujer que nos alquilaba las habitaciones había comenzado a molestarse por los materiales que teníamos. Yo le ayudé a ordenar las cosas, no había nada sospechoso en las cajas... quizás si, parte de sus investigaciones, pero no iba a meterme allí, teníamos solo una regla entre nosotros

Despegó su espalda de la pared antes de alzar la mirada y un dedo de su mano, marcando así una especie de "uno".

— Nunca husmees las investigaciones/proyectos/inventos si no quieres salsa de tomate en tu ropa interior por todo un día

Imbécil o no, aquel trato entre ambos había servido bastante más de lo que cualquiera hubiera creído. Los Keigo hacían así sus cosas, extraños y brillantes dentro de lo que fuera, aún más en su diario vivir. Esperó la reacción de desconcierto antes de reír un poco, con eso había logrado alejar cosas innecesarias de su cabeza.

Ladeo la cabeza un tanto, acercándose a Dino con una extraña mirada que era imposible de deducir para cualquiera que no la conociera más allá de tres semanas. Oh ese tema tabú, el Cavallone había cometido el error de mencionarlo; se puso frente a él, con las manos en sus caderas, observándolo desde arriba, parecía desprender un aura un tanto oscura.

— ¿Me quieres poner una niñera? —la pregunta había sonado un tanto agria sobre su rostro frío y sombrío, más, pronto formo una sonrisa para nada buena—. Y una mujer... una, mu-jer

Cómo olvidar esos años en la academia de mafia, no le importaba no tener amigos, después de todo no era como si pudiera establecer una conversación más allá de cinco minutos con cualquier otro de su edad o superior, o incluso tener gustos iguales, ¿hacer amistades planas solo para establecer vínculos o ser popular?, eso no le importaba en lo más mínimo. Y, ahora que lo pensaba bien, se había sorprendido bastante, Dino era la primera persona con la cual podía sostener una "conversación" superior a una cantidad mínima de minutos, eso le daba algo de mérito -tres más por tener una tortuga come pizza-, pero no le perdonaba el haberle dicho esa atrocidad.

— Bien, ya que he establecido una comunicación estable contigo voy a ponerme seria. Deberías sentirte algo especial por que no suelo hablar "tu tipo" de gente más allá de cinco minutos... con "tu tipo" me refiero a gente que no tiene idea de ingeniería —blanqueó un tanto los ojos dando una explicación rápida de sus términos, aunque no le gustaba insultar a las personas no podía evitar hacer ese tipo de clasificaciones—. Primero: no necesito de una niñera, segundo: mucho menos quiero a una mujer cerca mi, mis investigaciones o Irie-sama, por que ese chico es un nervioso de lo peor y me molestaría mucho que no trabajara bien con otra presencia femenina más, no quiero que mi vida se convierta en un mal manga Shojo, ¿Capicci?

Y hablando la mirada al instante después, mostrando una sonrisa despreocupada analizando la tortuga que el mayor tenía sobre su hombro. Sentía ganas de tomarla pero su terror a los germenes se lo impedía, es más ahora que lo recordaba había dejado un trozo de pizza sobre el piso sin la mayor preocupación. Empezó a sentir un ligero escozor sobre sus manos.

Estaba sucio. El piso que sus pies tocaban estaba infectado por bacterias de pizza. Esa pizza debía ser recogida y tirada a la basura en los próximos tres minutos o entraría en la histeria de la limpieza.

Con una actitud un tanto extraña fue al asiento de Dino y se sentó a su lado, subiendo las piernas sobre el asiento para terminar por abrazarlas.

— E-el piso está sucio —habló con la respiración un tanto agitada indicando con su mano el resto de pizza—. Deberías limpiar antes de que lleguen los insectos.

En realidad, el Don solo trataba de ayudar. Ya que ella iba a ayudar en su causa, él quería devolverle el favor de alguna manera que pidiera servirle de algo, pero después de todo pensaba que quizá, no había sido tan buena idea. ¿A lo mejor había abierto viejas cicatrices? Pero de verdad pensaba que podría haber algo más después de todo eso y merecía la pena investigarlo, aunque solo pudiesen repasar una y otra vez las cosas que tenían.

—Está bien. Entiendo que no quisieses meterte en sus cosas. Pero tenía que asegurarme si había habido algo que te resultase extraño. En estos casos cualquier cosa podría resultar viable para empezar a investigar.

La amenaza que tenían entre ellos le resultaba graciosa al mismo tiempo que peligrosa. Desde luego, él no hubiera mirado de ser así, pero se estaba quedando sin opciones. Solo le quedaba el hecho de investigar a las posibles familias y organizaciones sospechosas, por si el rastro de Aaron aparecía en alguna de ellas.

—¿..Eh?

Se había quedado perplejo cuando Diana había reaccionado tan mal a la proposición de que alguien fuera a cuidarla. ¿Pero por qué? ¿No había tenido hombres en Italia que habían velado por su seguridad? ¿O era por el hecho de que había mencionaod de que era mujer?

Romario se mostró de la misma forma que su jefe y Dino pareció realmente sorprendido de que la japonesa tomase tan en serio ese tema. Se echó algo hacia atrás cuando ella pareció tan... imponenete, pero lo cierto era que no le dio mucho tiempo a responder o a decir nada sobre el asunto, porque justo después de que dejase de hablar, la chica puso un gesto digno de pelicula de horror y se subio a su lado, abrazándose sus piernas. El rubio se dio cuenta entonces de que era por la pizza que había dejado en el... ¿suelo? ¿...Es que tenía una especie de fobia a lo bichos o a las cosas sucias?

Diana era muy extraña.

—Si eso te hace sentir incómoda... Romario, ¿puedes limpiarlo? —Le pidió a su mano derecha con un tono conciliador que más que una órden sonaba a favor, y mientras tanto, miró a la chica. No la tocó, por si acaso, pero estuvo buscando las palabras exactas para poder comunicarse con ella en el estado en el que estaba.— Oye... Se que probablemente puedas defenderte sola, de eso no me cabe duda. Pero... estoy preocupado por ti, y por esta situación. Y si te llegase a pasar como a tu hermano... ¿No crees que lo que él haya podido ser por ti, sería en vano? Y el Nono, también, se sentiría culpable... —Hizo una pequeña pausa, usando ese tono que había utilizado antes, para hablarle.— No quiero entorpecer tu trabajo, ni al equipo de investigación... Solo quiero ayudar a que estés bien y a salvo, por eso quería mandar a alguien, pero no en calidad de niñera. Y aunque sea una chica... No creo que pasase eso, ella estaría trabajando, y quizá podríais llevaros bien. Pero si tanto te molesta, entonces no haré nada.

Diana volvió el rostro hacía Cavallone, mirándole en silencio por un par de minutos que parecieron eternos, tratando de descifrar segundas intenciones o planes ocultos en ese tono con que le hablaba. Meditó, meditó y meditó; para cuando finalmente pareció desistir de su mirada acusadora volvió a sentarse como una persona normal en el sillón, manteniendo la espalda recta, observando por el rabillo del ojo como la cosa sucia era alejada de su presencia.

— ¿Sabes lo que es la Bacteriofobia? —habló de manera tranquila mientras se miraba los dedos de las manos con desinterés—. A pesar de ser una mujer de ciencia tengo un miedo y odio irracional hacía los gérmenes, por suerte no he llegado a extremos, logro mantenerlo en orden... sin embargo, es una de las pocas cosas de las que me avergüenzo, odiaría que alguien desconocido se enterara de ello y lo usara para chantajearme —dirigió otra vez su mirada hacía Dino, esta vez tratando de tocarle una mejilla con uno de sus dedos. Solo una amenaza, no iba a hacerlo, su miedo era más grande que su fuerza de voluntad—. Supongo que es casi lo mismo que podrías llegar a sentir por tus subordinados o ellos por ti, por que por lo poco y nada que he visto, el preocuparse los unos por los otros es lo que tienen; no sé si entiendes la situación que planteo. Soy incapaz de mantener una mentira por mucho tiempo a menos que sea relacionada con el trabajo, ¿Al menos es confiable?

Y terminó, echando su espalda hacía atrás para mirar el techo otra vez, poniendo ambos brazos tras su nuca. Estaba dispuesta a ceder y que le colocaran bajo el cuidado de una niñera las 24 horas del día, sólo si era de confianza del rubio y prometía no meter las narices en su trabajo.

Por que terminaría por darle choques eléctricos.

— Y que no me toque —añadió otro punto más a su lista mental de cosas que la chica esta tendría que seguir—. Los subordinados de Nono eran diferentes, se mantenían a la distancia incluso cuando estaba en la academia causando desastres varios. Mi hermano siempre trataba de mantenerlos lejos de la vista obvia.

Abrió un tanto los ojos, dejando la posición de relajo. ¿Eso era algo importante?, es decir, era obvio que cualquiera querría mantener a mafiosos lejos de la vista obvia por las razones que fuera. Pero su hermano... por mucho que la protección de Nono fuera con buenas intenciones parecía no estar contento, ¿Podría culparlo de la muerte de su padre?

— Eso... —murmuró despacio, sentándose en la posición correcta mientras dejaba sus manos reposar sobre sus piernas. Su corazón comenzó a acelerarse de manera ridícula, de repente se sentía algo mareada—. Hay algo más pero no lo recuerdo

Se levantó y comenzó a caminar de un lado a otro de la habitación mientras murmuraba cosas para si, repasando cada uno de los detalles de aquel día horrible. Sabía que estaba olvidando algo, lo presentía, el dilema era saber el que, ¿qué cosa tan importante se le pudo haber olvidado así de la nada?. De hecho, ahora que lo pensaba había un vacío en su mente que no se lograba llenar con nada, un vacío camuflado que solo le hacía sentir insegura.

Y era la primera vez que tomaba consciencia de ello. Podría ser muy brillante, pero aquello...

— Me supera

Detuvo la maquina de su cabeza y también sus pasos. Había algo horrible allí, lo sabía.

Nunca había oído ese nombre, pero parecía ser que Diana tenía profundamente arraigada esa fobia. Encogió ligeramente un hombro mientras la chica le explicaba que le pasaba cuando sentía que había algo sucio y sonrió a medias, comprensivo. Él no tenía ningún tipo de fobia, pero parecía ser duro a lo que la chica tenía que enfrentarse, cuando era un miedo irracional, tenía entendido.

—Todos tenemos algún tipo de miedo. Tu a eso, yo a que mi familia esté en peligro... Pero no es algo de lo que avergonzarse, después de todo. En cierto sentido, me preocupa también que puedan venir a por ti... —Y al menos lo decía de corazón. Alzo las cejas cuando, dep ronto, preguntó por esa "niñera", aunque Dino lo veía más bien como un guardaespaldas.— Es altamente confiable. Trabaja para la operación, y mientras esté sin nuevas órdenes, puede ayudarte también en lo que le necesites.

Revisó el reloj de su muñeca y luego volvió a bajar un poco la manga de la camisa. Todavía estaba dentro de lo que había supuesto que tardaría, así que su agendo seguía sin cambio alguno. Se echó hacia atrás en el sofá y la miró de reojo de nuevo.

—Vale, vale... Le diré expresamente que no te toque. Ni que se acerque mucho si así lo deseas. Está cualificada, ha trabajado en Varia... Y se de primera mano que en Varia no aceptan a nadie que no valga la pena. —Se quedó pensando un poco en voz alta, pero cuando escuchó (o más bien, no escuchó) el silencio de Diana, se quedó tambien cieramente desconcertado.— ¿...Eh?

Parecía que la chica había caído en algo. Algo que no había pensado en antes que la hacía sentirse inquieta. Ella se levanto y el rubio se echó algo hacia delante en su asiento, extrañado, al mismo tiempo que Romario volvía y miraba a su jefe de la misma forma.

—¿Algo más? ¿Sobre tu hermano? —El también se levantó, pero se quedó quieto, mirándola caminar de un lado a otro de la habitación.— ¿...Diana?

¿Ese gesto es que se había acordado? Y de ser así... No parecían buenas noticias en absoluto.

Algo olvidaba, lo sabía, había un detalle que había pasado por alto durante mucho tiempo y tenía directa relación con su familia, o al menos la parte "viva" de ella. Cerró los ojos tratando de calmarse y controlar su respiración al igual que sus pasos. Se quedó parada en medio de la sala observando hacía la nada, había una imagen que no podía materializar del todo, era algo como un... teléfono sonando.

Un teléfono sonando con "Harder Better Faster Stronger" de Daft Punk. Ah, era su teléfono.

Lo sacó del bolsillo de su pantalón corto y observó la pantalla durante algunos segundos, era su jefe, seguramente preocupado por no saber de su situación luego de la entrega de pizzas. Cortó la llamada con solo un toque de su dedo y texteó algo rápido para mantener las cosas en orden; no quería ni necesitaba escándalos por su seguridad en las calles y a la velocidad a la que estaba acostumbrada a andar, ya el sermón se lo sabía de memoria. Últimamente muchas personas se tomaban las atribuciones de madre-hija con ella solo por que la veían sola o con mucho trabajo, no era agradable, no necesitaba que se preocuparan mucho por ella, podía valerse sola por ahora. Si necesitara ayuda la pediría, tampoco era una tonta.

Al voltearse estuvo tentada a soltar un "Mami ~" de manera canturrona hacía Dino, solo lo frenó por que consideró que eran muchos traumas por un día.

— Lo olvidé —se alzó de hombros como si nada, caminando hasta el sofá donde había dejado su casco—. Como sea, tengo que volver al trabajo ya que mi universidad no se paga sola. No quiero seguir siendo una carga para Vongola, pero gracias, al menos por preocuparte de algo tan pequeño... no creí que te tomarías enserio lo de ayudarme con lo de Aaron, solo había tratado de parecer más de la "mafia"

Sonrió de manera ligera riéndose no solo de su mal chiste si no que también un tanto en agradecimiento, sosteniendo el casco entre sus brazos. Era hora de volver a la vida real donde habían mafiosos que le perseguían, trabajo y proyectos a los que atender antes de que acabara el mes o su vida, semestres que atender, cosas del taller... etc.

Caminó hasta la puerta tarareando una melodía en voz baja.

La actitud de la chica cambió en cuestión de segundos cuando su meditación acabó y tras una llamada, a la cual contestó via mensaje, al parecer, Dino recibió un simple mensaje por suparte, que se le había olvidado. ¿Después de como había reaccionado, pensaba que se iba a creer algo así? Quizá era cierto que no tuviese muy claro que era lo que había recordado, pero sabía que ahí había "algo".

¿Tal vez no confiaba lo suficientemente en él? ¿O quería averiguar más sobre el asunto antes de decirle nada? De igual forma, no parecía algo poco importa. Y si algo era importante, seguramente tendría que ver con cosas peligrosas.

Pero el rubio no le contestó nada, y simplemente se guardó sus propios pensamientos para él.

—Creo que eres competente y mientras trabajes en el equipo de Investigación con Shoichi, tengo que pagartelo de algún modo. Eres de los nuestros, después de todo. —Vio como la chica cogía su casco y se daba media vuelta.— Espero que te vaya bien.

Tras despedirse de ella, Romario se acercó a el, a la par que la puerta del apartamento se cerraba tras Diana.

—¿...Qué es lo que piensa?

—Pues creo que Diana puede saber algo de lo que pasó con su hermano, pero quizá lo haya olvidado por tanto tiempo, que no sabe ahora si quiera lo que es.

—Es una posibilidad, sí... Entonces, ¿Le enviará a alguien, igualmente?

—Sí. —Dino asintió ligeramente, viendo lo que quedaba de pizza sobre la mesa.— Le diré a Queen que vaya con cuidado y la vigile cuando sea necesario. Quizá ahora que empieza a recordar algo, los que se llevaron a su hermano la vean como un obstáculo, más que antes.

Y eso era algo que le preocupaba de verdad. Su a Diana le pasaba algo, ya no era por su propia segurdad, la Operación también estaría en peligro.