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La historia del foro pertenece a Akira Amano y ninguna de de las imágenes utilizadas nos pertenece, el crédito va para sus respectivos autores. Imágenes provenientes de Zerochan, Deviantart, Pivix y Tumblr; códigos provenientes de Sourcecode
El diseño del foro fue elaborado por ROSHIO (VMPRLSS.FOROACTIVO) & P4NICO.
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~Stellar {Dino y Libre}
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~Stellar {Dino y Libre}
Las estrellas rodeaban la ciudad, cerniendo está en una gala para todo aquel espectador de su belleza. No había nadie que apreciase mas ese espectáculo que aquel informante, aquel que dedicaba día y noche a fungir como dios, como simple espectador de todo lo que a su alrededor acontecía, esperando, esperando aquel instante en el cual saltar al firmamento y reunirse, al fin, con aquel manto estelar que tanto le había robado el protagonismo. Solo era cuestión de tiempo.- Nunca pensé sentir tanta, soledad -Decía una clara y melodiosa voz, era la de aquel pelinegro quien, con gracia y elocuencia buscaba encajar cada frase, cada letra en un discurso. Era, al fin y al cabo, esa su verdadera habilidad, su mayor recurso, la labia. Su lengua poseía mas veneno que la misma serpiente que tenía como mascota, ahí, retorciéndose a unos metros a su derecha. Yami, era el nombre de tan impactante espécimen. Un nombre no tan común para una serpiente, al menos, no para una normal. Pero, de cierta manera, esta poseía las mismas características que su propietario. Un poco de penumbra, envolviendo a un ser tan vivas. Esta, teñida de un color negro que remarcaba sus penetrantes ojos rojos, era una linda compra por parte del pelinegro. Izaya había obtenido dicho espécimen, después de un par de tratos en Brasil. Al parecer, quienes le dieron aquel ser, esperaban este le mordiese el cuello al informante y así, callarle por siempre. Nunca se pudieron imaginar, la mórbida relación entre Izaya, y aquel rastrero ente. Tal para cual, incluso las palabras de aquel sujeto, lograron enternecer a la serpiente.
Se inclino un poco sobre aquella silla giratoria, mientras observaba a través del vitral la ciudad. Juntaba sus manos manteniéndose de piernas cruzadas, observando, solo viendo el ir y venir de aquellos seres que transitaban en su campo de visión. No pudo evitar mostrar una sonrisa. Mira, solamente mira como danzan frente a mí, incitándome a participar en sus vidas, a darles un giro un simple empujón para saltar del edificio. Son solo hormigas, hormigas a las cuales puedo observar, pensaba. Y como no hacerlo, si en verdad así era. El informante, en su distorsionada mente, era aquel infame niño que, con lupa en mano, decidía quien ardía y quien no; Al menos, por un instante. Al final, todo mundo ardería ante él. Y él, simplemente reiría.
Solo era cuestión de tiempo para que actuara, para que toda la espera fuese bien remunerada. La paciencia premia, y lo hace de maneras exorbitantes. No había ser en el mundo mas paciente y a su vez, impaciente que el. Hacía ya tiempo que formaba parte de Vongola, tiempo que simplemente prefería olvidar. Entro mas por necesidad que por gusto. La vida de un mafioso era más divertida que la de un civil, sin duda alguna. No por los asesinatos, eso no llamaba tanto su atención. Su mente era distorsionada, lo suficientemente bizarra como para permanecer horas mirando los cuerpos en la acera después de cada viernes. Pero no era para el mas que, simples instantes de distracción, morbosos acontecimientos que si bien, le hacían sonreír por un rato, no eran lo suficientemente trascendentes en la vida de aquel sujeto. No, para él no había motivo más claro en su entrada a aquel sitio que, la manipulación. Podrían pasar días, meses y años e Izaya jamás olvidaría siquiera un día, ni un instante de cada plan perpetrado con perfecta sincronía. Planear las cosas era algo que, en ocasiones se daba, en otras, solo improvisaba. Al final, con solo un principio y un final, podía llegar de uno a otro extremo sin pensar en el intermedio. De uno a otro momento, aquel sonido tan característico de un golpeteo, le hiso perder la concentración en sus propios desvaríos.- Pasa, te estaba esperando -Decía sin dirigir la mirada a su espalda. Sabía bien quien era pues, tenía tiempo esperando su respuesta.- "Me uno" - Fue lo único que Izaya había dicho por el teléfono a aquel sujeto, justo en el instante en que le habían levantado la bocina. La cita, la hora y el motivo, habían sido acordados por su secretaria. Lo demás, se arreglaría en la oficina. Así era como el pelinegro lo había planeado.
Se inclino un poco sobre aquella silla giratoria, mientras observaba a través del vitral la ciudad. Juntaba sus manos manteniéndose de piernas cruzadas, observando, solo viendo el ir y venir de aquellos seres que transitaban en su campo de visión. No pudo evitar mostrar una sonrisa. Mira, solamente mira como danzan frente a mí, incitándome a participar en sus vidas, a darles un giro un simple empujón para saltar del edificio. Son solo hormigas, hormigas a las cuales puedo observar, pensaba. Y como no hacerlo, si en verdad así era. El informante, en su distorsionada mente, era aquel infame niño que, con lupa en mano, decidía quien ardía y quien no; Al menos, por un instante. Al final, todo mundo ardería ante él. Y él, simplemente reiría.
Solo era cuestión de tiempo para que actuara, para que toda la espera fuese bien remunerada. La paciencia premia, y lo hace de maneras exorbitantes. No había ser en el mundo mas paciente y a su vez, impaciente que el. Hacía ya tiempo que formaba parte de Vongola, tiempo que simplemente prefería olvidar. Entro mas por necesidad que por gusto. La vida de un mafioso era más divertida que la de un civil, sin duda alguna. No por los asesinatos, eso no llamaba tanto su atención. Su mente era distorsionada, lo suficientemente bizarra como para permanecer horas mirando los cuerpos en la acera después de cada viernes. Pero no era para el mas que, simples instantes de distracción, morbosos acontecimientos que si bien, le hacían sonreír por un rato, no eran lo suficientemente trascendentes en la vida de aquel sujeto. No, para él no había motivo más claro en su entrada a aquel sitio que, la manipulación. Podrían pasar días, meses y años e Izaya jamás olvidaría siquiera un día, ni un instante de cada plan perpetrado con perfecta sincronía. Planear las cosas era algo que, en ocasiones se daba, en otras, solo improvisaba. Al final, con solo un principio y un final, podía llegar de uno a otro extremo sin pensar en el intermedio. De uno a otro momento, aquel sonido tan característico de un golpeteo, le hiso perder la concentración en sus propios desvaríos.- Pasa, te estaba esperando -Decía sin dirigir la mirada a su espalda. Sabía bien quien era pues, tenía tiempo esperando su respuesta.- "Me uno" - Fue lo único que Izaya había dicho por el teléfono a aquel sujeto, justo en el instante en que le habían levantado la bocina. La cita, la hora y el motivo, habían sido acordados por su secretaria. Lo demás, se arreglaría en la oficina. Así era como el pelinegro lo había planeado.
Invitado- Invitado
Re: ~Stellar {Dino y Libre}
Aquella llamada le había puesto lo pelos de punta, si no menos.
Hacía un día que había terminado con la reunión directa con Tsuna y los suyos. No habían aparecido todos, al parecer no le había sido posible a Shoichi convocarlos a todos allí, y por parte de Tsuna, le parecía normal que tampoco hubiese traído a todos, ni siquiera a Smocking Bomb. Eso le hacía pensar que, realmente, su pequeño hermano los había convencido de que se ocupasen de sus vidas y se apartasen de todo lo que tuviese que ver con la mafia, desde luego que era un jefe muy querido. Y en parte, aquella retirada era buena, pero vista la poca decisión que Tsuna tenía por luchar, también era mala.
Por eso, cuando iba a volver a Italia para entregarle ciertos informes al segundo al mando de Varia, su móvil comenzó a sonar insistentemente. Era raro, porque no era la línea de asuntos profesionales, sino su línea privada, la que utilizaba para hablar directamente con sus allegados o amigos.
Ante la mirada extraña de Romario, no muy seguro de si debía contestar algo así, Dino tomó la llamada y escuchó con atención para ver quien era y cómo había conseguido ese número. Para su sorpresa, el interlocutor resultó ser una persona que sabía ciertas cosas que no mucha gente sabría y que le ofreció la oportunidad de charlar en su oficina, sobre ciertos asuntos que podrían interesarle bastante. ¿Qué era aquello? No una broma, seguro. Pero, ¿era algún tipo de trampa? Sobretodo por el hecho de haberla recibido justo horas después de que finalizase la reunión.
Tras una pequeña discurión de su mano derecha, sobre si era buena idea ir o no ir, el rubio terminó por decidir que iría, simplemente por averiguar quien era el tipo y que intenciones tenía. Nunca había oído hablar de él y eso, buena señal, no podía ser. De pasar algo, siempre tendría a un buen número de hombres que podían acudir en su ayuda. Y además, Romario estaría a su lado, y eso siempre le daba bastante seguridad.
Así que con todo eso, acudió con su mano derecha a la dirección que el tipo en cuestión le dejó por mensaje y, mientras el hombre llamaba a la puerta, suspiró largamente justo antes de entrar por la puerta que el otro le abría.
—¿A qué te refieres, exactamente? —Prefirió hacer como que no sabía de que estaba hablando, para tantear el terreno.
El Don rubio entró a la sala, algo tenso por estar alerta, mientras Romario cerraba la puerta tras él y se quedaba tras su jefe, con las manos en la espalda. Dino iba ciertamente mejor vestido que otras veces, pero como siempre, llevaba encima su chaqueta verde y el látigo amarrado a un lado de su cinturón.
—Tu ya sabes quien soy yo ¿verdad? Así que antes de poder pedirme cualquier cosa, vas a tener que decirme quien eres tú.
Hacía un día que había terminado con la reunión directa con Tsuna y los suyos. No habían aparecido todos, al parecer no le había sido posible a Shoichi convocarlos a todos allí, y por parte de Tsuna, le parecía normal que tampoco hubiese traído a todos, ni siquiera a Smocking Bomb. Eso le hacía pensar que, realmente, su pequeño hermano los había convencido de que se ocupasen de sus vidas y se apartasen de todo lo que tuviese que ver con la mafia, desde luego que era un jefe muy querido. Y en parte, aquella retirada era buena, pero vista la poca decisión que Tsuna tenía por luchar, también era mala.
Por eso, cuando iba a volver a Italia para entregarle ciertos informes al segundo al mando de Varia, su móvil comenzó a sonar insistentemente. Era raro, porque no era la línea de asuntos profesionales, sino su línea privada, la que utilizaba para hablar directamente con sus allegados o amigos.
Ante la mirada extraña de Romario, no muy seguro de si debía contestar algo así, Dino tomó la llamada y escuchó con atención para ver quien era y cómo había conseguido ese número. Para su sorpresa, el interlocutor resultó ser una persona que sabía ciertas cosas que no mucha gente sabría y que le ofreció la oportunidad de charlar en su oficina, sobre ciertos asuntos que podrían interesarle bastante. ¿Qué era aquello? No una broma, seguro. Pero, ¿era algún tipo de trampa? Sobretodo por el hecho de haberla recibido justo horas después de que finalizase la reunión.
Tras una pequeña discurión de su mano derecha, sobre si era buena idea ir o no ir, el rubio terminó por decidir que iría, simplemente por averiguar quien era el tipo y que intenciones tenía. Nunca había oído hablar de él y eso, buena señal, no podía ser. De pasar algo, siempre tendría a un buen número de hombres que podían acudir en su ayuda. Y además, Romario estaría a su lado, y eso siempre le daba bastante seguridad.
Así que con todo eso, acudió con su mano derecha a la dirección que el tipo en cuestión le dejó por mensaje y, mientras el hombre llamaba a la puerta, suspiró largamente justo antes de entrar por la puerta que el otro le abría.
—¿A qué te refieres, exactamente? —Prefirió hacer como que no sabía de que estaba hablando, para tantear el terreno.
El Don rubio entró a la sala, algo tenso por estar alerta, mientras Romario cerraba la puerta tras él y se quedaba tras su jefe, con las manos en la espalda. Dino iba ciertamente mejor vestido que otras veces, pero como siempre, llevaba encima su chaqueta verde y el látigo amarrado a un lado de su cinturón.
—Tu ya sabes quien soy yo ¿verdad? Así que antes de poder pedirme cualquier cosa, vas a tener que decirme quien eres tú.
Invitado- Invitado
Re: ~Stellar {Dino y Libre}
¿Porque la prisa por conocerme? Entiendo que, tal vez, el tiempo no esté de su lado. Pero, eso puede solucionarse con, un poco mas de ayuda ¿No lo crees? -Decía con una serenidad casi inhumana. Al fin y al cabo, el no se sentía como humano, no. El era un ser caótico, un ser creado de las mismas sombras de la locura y el caos. Pero eso, era otra historia. - Pero bueno. Como creo que no confiaras en mi si solo me mantengo como un signo de interrogación ante tus ojos, te lo diré -Sonrió, girando aquella silla giratoria de tal modo que, quedaba de frente a aquel par, sosteniendo la mirada con aquel sujeto de cabellera rubia.- Señor, cavallone. Mi nombre es, Dominic. Dominic Alighieri. -Sabía perfectamente que, en este mundo es preferible mantenerse en el anonimato. Cual mismo engendro del averno, el conocer su nombre le hacía perder fuerza, poder, dominio sobre todo mortal. El no pensaba arriesgarse siquiera. Dos contra uno, era algo que no le molestaría experimentar nuevamente. El pelear no era su mayor virtud, pero tampoco era algo que, pudiese tomarse a la ligera. Después de todo, solo su navaja había bastado en más de una situación para salir airoso de todo.
Dígame, señor ¿Le interesa un aliado más? -Pregunto directamente. No necesitaba rodeos, no había por qué darle más vueltas al asunto si, al termino de aquella charla, terminaría preguntando lo mismo. Sus motivos para la alianza siquiera él los tenia claros. Podría vender información, lo más probable. Podría conseguir información, sin duda siempre se puede. Podría divertirse con todos aquellos involucrados en ello y, tratar de manipular alguna que otra situación para su propio disfrute; tal vez, era eso lo que más le interesaba al informante. Sin duda alguna, le encantaba fungir como titiritero. Era un excelente ventrílocuo si se lo proponía seriamente. Pero demás estaba suponer, que el trabajo no se lo darían así como así, no. Tendría que ganarlo, tendrá que labrar algo mas para ganar su confianza. Pero bueno, si todo podría resultar más simple, para el mucho mejor. Un camino fácil para llegar a una conclusión elaborada.- Piénselo bien. Tiene todo el tiempo que este día nos pueda proporcionar para decidir. Sinceramente, no puedo darle más tiempo que ese. Tengo clientes, algunos menos, algunos más importantes que usted. - Y de cierta manera, era la verdad. Su lista era extensa pues, llevaba años en aquel turbio negocio. Su experiencia era algo que la mayoría prefería por sobre sus iguales, cosa que le daba igual en realidad.- Así que, no piense que esto lo hago como un simple contrato de trabajo, no señor. Esto es más, como una sincera ayuda de mi parte, para formar parte de la noble causa de la resurrección de su grupo. Me siento atraído por los ideales que manejan por lo cual, he decidido aportar parte de mi.- Suspiro- Pero mi ayuda tiene un tiempo límite. No puedo permitirme dejar desinformada a la gente.
El pelinegro le había tendido la mesa al rubio, dejando las palabras en su mente solo para esperar una respuesta de su parte. Había sido claro y directo, cosa que, no era siempre su carta de presentación. Pero sin duda, una de las que más factible resultado habían presentado. Sus ojos se mantuvieron fuera de aquel par, dejando sus rostros y palabras fuera de su mente por ciertos instantes en lo que, el informante se dirigía a prepararse un café. Era sin duda alguna, adicto a dicha bebida. El sabor amargo y a su vez, dulce de un buen café, hacían que su paladar se mantuviese calmo por ciertos minutos. El sabor recorría su lengua delicadamente, incluso después de haber terminado ya su tasa. Era algo que le mantenía cuerdo, pues, probablemente sin la cafeína, ya hubiese asesinado a un par aquella noche.- ¿Conocen la historia sobre el fénix? Un ave mítica de fuego, aquella que resurge de sus cenizas más bella incluso, que como era antes de su muerte. Lo tengo en mente cada que pienso en ustedes. Seria buen estandarte, si así quisieran.
Dígame, señor ¿Le interesa un aliado más? -Pregunto directamente. No necesitaba rodeos, no había por qué darle más vueltas al asunto si, al termino de aquella charla, terminaría preguntando lo mismo. Sus motivos para la alianza siquiera él los tenia claros. Podría vender información, lo más probable. Podría conseguir información, sin duda siempre se puede. Podría divertirse con todos aquellos involucrados en ello y, tratar de manipular alguna que otra situación para su propio disfrute; tal vez, era eso lo que más le interesaba al informante. Sin duda alguna, le encantaba fungir como titiritero. Era un excelente ventrílocuo si se lo proponía seriamente. Pero demás estaba suponer, que el trabajo no se lo darían así como así, no. Tendría que ganarlo, tendrá que labrar algo mas para ganar su confianza. Pero bueno, si todo podría resultar más simple, para el mucho mejor. Un camino fácil para llegar a una conclusión elaborada.- Piénselo bien. Tiene todo el tiempo que este día nos pueda proporcionar para decidir. Sinceramente, no puedo darle más tiempo que ese. Tengo clientes, algunos menos, algunos más importantes que usted. - Y de cierta manera, era la verdad. Su lista era extensa pues, llevaba años en aquel turbio negocio. Su experiencia era algo que la mayoría prefería por sobre sus iguales, cosa que le daba igual en realidad.- Así que, no piense que esto lo hago como un simple contrato de trabajo, no señor. Esto es más, como una sincera ayuda de mi parte, para formar parte de la noble causa de la resurrección de su grupo. Me siento atraído por los ideales que manejan por lo cual, he decidido aportar parte de mi.- Suspiro- Pero mi ayuda tiene un tiempo límite. No puedo permitirme dejar desinformada a la gente.
El pelinegro le había tendido la mesa al rubio, dejando las palabras en su mente solo para esperar una respuesta de su parte. Había sido claro y directo, cosa que, no era siempre su carta de presentación. Pero sin duda, una de las que más factible resultado habían presentado. Sus ojos se mantuvieron fuera de aquel par, dejando sus rostros y palabras fuera de su mente por ciertos instantes en lo que, el informante se dirigía a prepararse un café. Era sin duda alguna, adicto a dicha bebida. El sabor amargo y a su vez, dulce de un buen café, hacían que su paladar se mantuviese calmo por ciertos minutos. El sabor recorría su lengua delicadamente, incluso después de haber terminado ya su tasa. Era algo que le mantenía cuerdo, pues, probablemente sin la cafeína, ya hubiese asesinado a un par aquella noche.- ¿Conocen la historia sobre el fénix? Un ave mítica de fuego, aquella que resurge de sus cenizas más bella incluso, que como era antes de su muerte. Lo tengo en mente cada que pienso en ustedes. Seria buen estandarte, si así quisieran.
Invitado- Invitado
Re: ~Stellar {Dino y Libre}
Andarse con tantos secretismos le hacía sentirse algo inseguro. Aunque después de todo en aquel mundo era normal, pero no cuando un tipo así te invitaba a su propia oficina para "hablar". Además, ¿no era raro el hecho de que no le dijese de buenas a primeras quien era y sin embargo, sí llevarle directamente al sitio donde trabajaba? Por eso no se creyó ni por un segundo que aquel fuese su nombre real. Seguramente sería un pseudónimo de tantos que utilizaba, para sacar ventaja ante los clientes famosos que lo contrataban. Nunca podrías fiarte de un informante, desde luego.
—Un aliado más, ¿eh...? —Pensó en voz alta, o simplemenre repitió las palabras del otro, intentando esudriñar las intenciones que habían tras ellas.— En ese caso sabrá del conflicto que ha ocasionado el surgimiento de la "Nueva Vongola", aunque no me extraña. —Las noticias de ese tipo corrían como la pólvora, y cualquier persona que traficase con información debería saber aquello si quería ser bueno en su trabajo.— Sin embargo ¿Por qué querría estar de "nuestro" lado? Si no es por el simple trabajo, ¿hay algo que realmente le interese? Porque yo también estoy acostumbrado a este mundo y se que la gente que trabaja de lo que usted no se conforma solo con la caridad. ¿Principios, tal vez? ¿Valores éticos? —Preguntó al aire. Tampoco se lo creía.— Si hablamos de lo que quiere conseguir a cambio, podríamos llegar a un pacto. Pero para eso también tiene que mostrarme al menos un ejemplo de lo que puede hacer por nosotros.
Y si sabía tanto como parecía mostrarse, estaba seguro de que el tal "Alighieri" sabría a que se refería cuando Dino decía "nosotros".
Las palabras de Squalo, como si le estuviera riñendo otra vez, resonaban en su mente, mientras veía a aquel tipo; "No te fíes tan fácilmente de los demás, aunque los conozcas. Siempre has sido demasiado inocente". Y en parte, tenía razón por confiar tan fácil en su amigo de la infancia. Pero había madurado y aprendido de los errores, y como un caballo salvaje, sabía perfectamente cuando un individuo podía amenazar a su familia.
—¿A qué quiere llegar? No crea que su tiempo es el único valioso. —Pero había entendido perfectamente la metáfora que había tratado de explicar.
De ser así, se refería entonces a la Old Vongola, pero tampoco tenía tiempo para figuras literarias. Aquel era el mundo real.[/b]
—Un aliado más, ¿eh...? —Pensó en voz alta, o simplemenre repitió las palabras del otro, intentando esudriñar las intenciones que habían tras ellas.— En ese caso sabrá del conflicto que ha ocasionado el surgimiento de la "Nueva Vongola", aunque no me extraña. —Las noticias de ese tipo corrían como la pólvora, y cualquier persona que traficase con información debería saber aquello si quería ser bueno en su trabajo.— Sin embargo ¿Por qué querría estar de "nuestro" lado? Si no es por el simple trabajo, ¿hay algo que realmente le interese? Porque yo también estoy acostumbrado a este mundo y se que la gente que trabaja de lo que usted no se conforma solo con la caridad. ¿Principios, tal vez? ¿Valores éticos? —Preguntó al aire. Tampoco se lo creía.— Si hablamos de lo que quiere conseguir a cambio, podríamos llegar a un pacto. Pero para eso también tiene que mostrarme al menos un ejemplo de lo que puede hacer por nosotros.
Y si sabía tanto como parecía mostrarse, estaba seguro de que el tal "Alighieri" sabría a que se refería cuando Dino decía "nosotros".
Las palabras de Squalo, como si le estuviera riñendo otra vez, resonaban en su mente, mientras veía a aquel tipo; "No te fíes tan fácilmente de los demás, aunque los conozcas. Siempre has sido demasiado inocente". Y en parte, tenía razón por confiar tan fácil en su amigo de la infancia. Pero había madurado y aprendido de los errores, y como un caballo salvaje, sabía perfectamente cuando un individuo podía amenazar a su familia.
—¿A qué quiere llegar? No crea que su tiempo es el único valioso. —Pero había entendido perfectamente la metáfora que había tratado de explicar.
De ser así, se refería entonces a la Old Vongola, pero tampoco tenía tiempo para figuras literarias. Aquel era el mundo real.[/b]
Invitado- Invitado
Re: ~Stellar {Dino y Libre}
No podía evitar sonreír, era mágico, era como jugar un lindo juego de ajedrez. El era quien movía las piezas, y aquel ser, un potro mas dentro del tablero. No era su ficha, pero podría hacerla ir a donde el quería, si jugaba astutamente sus cartas.- No es necesario que me digas lo que sabes de ellos, en si soy parte de ese grupo que tanto llaman Nueva Vongola. Te sorprendería el saber de dónde viene la caída de tu amigo, pero en realidad no puedo decirte nada, no sin asegurarme un puesto dentro de la alianza -Dijo antes de sorber un poco de café. Su mirada se mantenía clavada sobre la del rubio. Si había alguien que pudiese ayudarles, era él. Lo demás, ya seria cuestión de seguir el juego.- Solo puedo decirte que, aquellos que desconoces, son mas mortíferos que cualquiera a quien se hubiesen enfrentado antes. Su fuerza dentro de Vongola, así como sus influencias eran inconmensurables- Suspiro- Siquiera el noveno gozaba de dichos privilegios. Digamos que, el solo era un peón mas, de aquel trió -Dijo, tomando asiento nuevamente. Un poco de verdad sobre todo aquel asunto podría ser su boleto de entrada. La información no era barata, era cierto lo que decía aquel rubio, y nadie estaba dispuesto a soltarla así como así, sin nada a cambio. Pero Izaya veía mas allá que una simple remuneración inmediata. El sabia que, con paciencia, a lo largo podría conseguir más provecho con una pequeña muestra gratis. Si a los supermercados les funcionaba, porque a él no había de hacerlo.
El tiempo, aun que no lo pareciese, avanzaba rápidamente. La primer hora había pasado entre miradas incomodas, y sonrisas vacías. Las miradas de aquel informante y del rubio se cruzaban, solo por instantes pero sin llegar a un punto clave. El viento soplaba contra las ventanas, causando que estas vibrasen por el impacto. Para Izaya, esto solo era una señal de que las cosas iban por buen camino. Si el clima era un caos mismo, porque no podría serlo su mismo futuro. Después de todo, no era la primera vez que se jugaba dicho juego pues, era su mayor placer; manipular a las personas, mantener una posición neutral entre dos bandos y, por medio de simples empujones, orillarles a ambos a actuar. Esa era su diversión. Pero, el solo era un emisario del destino. Desde los inicios de los tiempos, siempre había existido aquella fuerza negativa, aquella que atraía a ambas fuerzas positivas hacia sí mismo, trayendo consigo una colisión. El bien, y el mal, siempre atraídos por el caos. Él lo era, él era el caos; era aquella fuerza que se mantenía en medio, que jalaba a ambas hacia sí, obligándoles a pelear cual perros en un corral. Haberes, resultaba mordido, eran cosas el oficio. Pero el caos siempre reinaba sobre ambos. Él era el rey, eso era lo que pensaba.
Bueno, no niego que tu tiempo sea importante. El tiempo es relativo. Para mí el tiempo de los demás no significa nada, pero mi tiempo, es preciado. - Dijo remarcando esto último- Por ello, quiero que las cosas sean directas. Ni usted ni yo estamos para perder el tiempo en banalidades, y mucho menos para ponernos a prueba el uno del otro. Y ten en cuenta, que tu necesitas toda la ayuda posible. Ademas, se bien que se movilizan que buscan aliados para un retorno. Puede que sepa algo de su operacion, de ustedes, o puede que no sepa nada. Es cosa tuya arriesgarte. No tengo nada que esconder, soy solo un informante que, solo quiere contribuir con la causa. - Coloco su mano sobre el escritorio y, con un par de movimientos del mouse, una imagen apareció en la pantalla. Aquello podría ser su entrada. O su perdición. ¡Lanza la moneda!, Grito una voz en su cabeza.- He estado en Vongola desde antes que todo esto pasara y, sinceramente me era mas fácil conseguir y vender información cuando Tsuna estaba a cargo. La vida no eran tan riesgosa, y mi vida no corría peligro alguno. Ahora, ese trió no me quita la mirada de enzima.
El tiempo, aun que no lo pareciese, avanzaba rápidamente. La primer hora había pasado entre miradas incomodas, y sonrisas vacías. Las miradas de aquel informante y del rubio se cruzaban, solo por instantes pero sin llegar a un punto clave. El viento soplaba contra las ventanas, causando que estas vibrasen por el impacto. Para Izaya, esto solo era una señal de que las cosas iban por buen camino. Si el clima era un caos mismo, porque no podría serlo su mismo futuro. Después de todo, no era la primera vez que se jugaba dicho juego pues, era su mayor placer; manipular a las personas, mantener una posición neutral entre dos bandos y, por medio de simples empujones, orillarles a ambos a actuar. Esa era su diversión. Pero, el solo era un emisario del destino. Desde los inicios de los tiempos, siempre había existido aquella fuerza negativa, aquella que atraía a ambas fuerzas positivas hacia sí mismo, trayendo consigo una colisión. El bien, y el mal, siempre atraídos por el caos. Él lo era, él era el caos; era aquella fuerza que se mantenía en medio, que jalaba a ambas hacia sí, obligándoles a pelear cual perros en un corral. Haberes, resultaba mordido, eran cosas el oficio. Pero el caos siempre reinaba sobre ambos. Él era el rey, eso era lo que pensaba.
Bueno, no niego que tu tiempo sea importante. El tiempo es relativo. Para mí el tiempo de los demás no significa nada, pero mi tiempo, es preciado. - Dijo remarcando esto último- Por ello, quiero que las cosas sean directas. Ni usted ni yo estamos para perder el tiempo en banalidades, y mucho menos para ponernos a prueba el uno del otro. Y ten en cuenta, que tu necesitas toda la ayuda posible. Ademas, se bien que se movilizan que buscan aliados para un retorno. Puede que sepa algo de su operacion, de ustedes, o puede que no sepa nada. Es cosa tuya arriesgarte. No tengo nada que esconder, soy solo un informante que, solo quiere contribuir con la causa. - Coloco su mano sobre el escritorio y, con un par de movimientos del mouse, una imagen apareció en la pantalla. Aquello podría ser su entrada. O su perdición. ¡Lanza la moneda!, Grito una voz en su cabeza.- He estado en Vongola desde antes que todo esto pasara y, sinceramente me era mas fácil conseguir y vender información cuando Tsuna estaba a cargo. La vida no eran tan riesgosa, y mi vida no corría peligro alguno. Ahora, ese trió no me quita la mirada de enzima.
Invitado- Invitado
Re: ~Stellar {Dino y Libre}
Al escuchar que formaba parte de la New Vongola, Dino se tensó. No es que tuviera por qué esconder que era un aliado de la Old Vongola, después de todo, sino que había sido él quien le había llamado expresamente para decir que quería ser un aliado y que se unía. Sabía de la Operación, sin duda, y eso le daba muy mala espina. Además, le estaba diciendo que le daría información a cambio de dejarle entrar. ¿Pero aquello era seguro?
Si era un traidor para los suyos ¿quién le decía que no para los otros? Un topo no dejaría de ser un topo allí donde perteneciese. Pero la moneda siempre tiene dos caras, y así como podría resultar desastroso, también podría darles una gran ventaja.
Tragó algo duro y miró a su mano derecha, como buscando consejo en una situación en la que no podían hablar abiertamente. Sin embargo, solo con ver a Romario se tranquilizaba. El hombre siempre le daba fuerzas y era un gran apoyo.
—Entonces lo que quieres es simplemente verdad ¿no?. ¿Vas a traicionar a los líderes de tu grupo así como así?
Seguía dándole vueltas al asunto en su cabeza: ¿Rechazar su oferta y dejar pasar la valiosa información que podría salvarle de muchas cosas o dejar que entrase y tener cierto peligro en que eso causase un agujero dentro del bando? Las probabilidades estaban en 50% contra 50% y era aceptarlo o no.
Se cruzo de brazos y suspiró largamente. Como en las apuestas se decía. El que no arriesga, no gana. Y de arriesgarse y perder, entonces, él tomaría las responsabilidades pertinentes.
—Bien, yo tampoco necesito perder ningún tiempo. Tengo cosas importantes que hacer una vez regrese a Italia, pero por el momento puedo decirle que, si quiere algo de confianza por mi parte, va a tener que decirme lo que sabe y como se llama de verdad. Entonces, estará dentro. —Se movió ligeramente, acercandose algo más a su escritorio, con ese aura importante y seria que desprendía cuando la seguridad de su familia estaba en juego.— Si lo que dices es cierto, los dos perseguimos un objetivo común, así que si los dos nos ocupamos de lo que tenemos que hacer, todo puede salir bien. Espero que sepas elegir que te conviene más.
Si era un traidor para los suyos ¿quién le decía que no para los otros? Un topo no dejaría de ser un topo allí donde perteneciese. Pero la moneda siempre tiene dos caras, y así como podría resultar desastroso, también podría darles una gran ventaja.
Tragó algo duro y miró a su mano derecha, como buscando consejo en una situación en la que no podían hablar abiertamente. Sin embargo, solo con ver a Romario se tranquilizaba. El hombre siempre le daba fuerzas y era un gran apoyo.
—Entonces lo que quieres es simplemente verdad ¿no?. ¿Vas a traicionar a los líderes de tu grupo así como así?
Seguía dándole vueltas al asunto en su cabeza: ¿Rechazar su oferta y dejar pasar la valiosa información que podría salvarle de muchas cosas o dejar que entrase y tener cierto peligro en que eso causase un agujero dentro del bando? Las probabilidades estaban en 50% contra 50% y era aceptarlo o no.
Se cruzo de brazos y suspiró largamente. Como en las apuestas se decía. El que no arriesga, no gana. Y de arriesgarse y perder, entonces, él tomaría las responsabilidades pertinentes.
—Bien, yo tampoco necesito perder ningún tiempo. Tengo cosas importantes que hacer una vez regrese a Italia, pero por el momento puedo decirle que, si quiere algo de confianza por mi parte, va a tener que decirme lo que sabe y como se llama de verdad. Entonces, estará dentro. —Se movió ligeramente, acercandose algo más a su escritorio, con ese aura importante y seria que desprendía cuando la seguridad de su familia estaba en juego.— Si lo que dices es cierto, los dos perseguimos un objetivo común, así que si los dos nos ocupamos de lo que tenemos que hacer, todo puede salir bien. Espero que sepas elegir que te conviene más.
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Re: ~Stellar {Dino y Libre}
Cerró los ojos, repasando una y otra vez aquella palabra tan proclamada por allegados. Traicionar, no era la palabra que el podría considerar, apropiada. Pero, a pesar de ello, no podía evitar escucharla muy seguido. El camino que había elegido, era el más solitario.- "Al carajo"- se dijo a sí mismo- "Me encanta la soledad" . Recargando su cuerpo por completo sobre el respaldo de su silla, coloco sus manos tras de su cabeza, contemplando a aquel par. Qué importa que pensaran ellos, de igual manera haría su movimiento. Nadie podía detener las acciones del informante, nadie podría parar lo que estaba por desatar dentro de aquel mundo. El había sido encomendado a ser el emisario del caos que, de buenas a primeras, acabaría con toda paz en aquella ciudad.- Yo no lo llamaría "traición". Mas bien, llamémosle una diferencia de ideales -Dijo- Mis prioridades, mis objetivos y sobre todo, mis planes son muy distintos a los de aquel trió. Yo no estoy casado con ningún grupo, simplemente apoyo a quien más me convenga apoyar, así son las cosas Kenba.
Su forma de ser, era exasperante, debía de admitirlo. Tenía la manía de cambiar el nombre de los demás, combinar palabras y unirlas en una sola o bien, llamarles por simples apodos. Esto, mas de una ves había causado la ira de a quienes así llamaba. ¿A él? nunca le había molestado en lo absoluto hacer enfurecer a la gente. En realidad, lo consideraba un pasatiempo personal. Aquellos días aburridos, tan banales y desquiciantes, aquellos eran los días en que, armado de su navaja solamente, aquel sujeto salía a dar la vuelta por la ciudad. Su andar era similar al de un conejo, dando pequeños brincos de lado a lado. Era feliz, sobre todo, si la gente estaba deprimida; eran mas fáciles de manipular.
Are, are… No seas impaciente, que la información no se da así como así. Además, me ofende el que pienses que mi nombre es falso -Suspiro, al mismo tiempo en que sus parpados se cerraban y, dibujando un circulo con su mano, continuo- No todo es gratis en la vida Kenba-kun, mucho menos la información. Esta puede conllevar a la vida o a muerte, dependiendo de cómo se maneje. A mí, me gusta mucho jugar con esta para mi beneficio, no pienso ocultarlo -Rio - Y por desgracia para ti, solo puedo decirte algo mas, y después, tendrás que aceptarme para conocer más -Se detuvo, dejando pasar un par de segundos. Atisbaba entre sus pupilas, buscando aquella señal definitivaa. Había pasado años tras aquel escritorio, entre las calles, entre el bajo mundo interpretando las miradas para su ventaja. ¿Qué veía en la de aquel sujeto? Duda, demasiada como era posible. Pero, y siendo esto lo que más alentaba al informante, también desesperación. Ese sentimiento que orillaba a los incautos a caer en la boca del lobo por decisión propia.- Uno de líderes de la New Vongola es un chico, al igual que tu líder. Y es en verdad un maldito León disfrazado do roedor.
Dicho aquello, Izaya se puso de pie, escondiendo sus manos entre sus bolsillos. Había dado una pista a aquel par, pero, como era de esperarse no la respuesta verdadera. La clave estaba dada en dos palabras, dos animales. León, roedor. El primero, era simple. Aquel pequeño era una rata, un sucio embustero incluso, peor que el mismo informante. Varias veces había escuchado de aquel sujeto, quien se escabullía entre las filas enemigas. Si bien, el se consideraba un ser que se guiaba por sus principios y que, solo traicionaba a alguien, si esto le beneficiaba; aquel sujeto le había dado la espalda incluso a su misma familia.- No te guíes tanto por las apariencias. La gente suele esconderse bajo mascaras.
Su forma de ser, era exasperante, debía de admitirlo. Tenía la manía de cambiar el nombre de los demás, combinar palabras y unirlas en una sola o bien, llamarles por simples apodos. Esto, mas de una ves había causado la ira de a quienes así llamaba. ¿A él? nunca le había molestado en lo absoluto hacer enfurecer a la gente. En realidad, lo consideraba un pasatiempo personal. Aquellos días aburridos, tan banales y desquiciantes, aquellos eran los días en que, armado de su navaja solamente, aquel sujeto salía a dar la vuelta por la ciudad. Su andar era similar al de un conejo, dando pequeños brincos de lado a lado. Era feliz, sobre todo, si la gente estaba deprimida; eran mas fáciles de manipular.
Are, are… No seas impaciente, que la información no se da así como así. Además, me ofende el que pienses que mi nombre es falso -Suspiro, al mismo tiempo en que sus parpados se cerraban y, dibujando un circulo con su mano, continuo- No todo es gratis en la vida Kenba-kun, mucho menos la información. Esta puede conllevar a la vida o a muerte, dependiendo de cómo se maneje. A mí, me gusta mucho jugar con esta para mi beneficio, no pienso ocultarlo -Rio - Y por desgracia para ti, solo puedo decirte algo mas, y después, tendrás que aceptarme para conocer más -Se detuvo, dejando pasar un par de segundos. Atisbaba entre sus pupilas, buscando aquella señal definitivaa. Había pasado años tras aquel escritorio, entre las calles, entre el bajo mundo interpretando las miradas para su ventaja. ¿Qué veía en la de aquel sujeto? Duda, demasiada como era posible. Pero, y siendo esto lo que más alentaba al informante, también desesperación. Ese sentimiento que orillaba a los incautos a caer en la boca del lobo por decisión propia.- Uno de líderes de la New Vongola es un chico, al igual que tu líder. Y es en verdad un maldito León disfrazado do roedor.
Dicho aquello, Izaya se puso de pie, escondiendo sus manos entre sus bolsillos. Había dado una pista a aquel par, pero, como era de esperarse no la respuesta verdadera. La clave estaba dada en dos palabras, dos animales. León, roedor. El primero, era simple. Aquel pequeño era una rata, un sucio embustero incluso, peor que el mismo informante. Varias veces había escuchado de aquel sujeto, quien se escabullía entre las filas enemigas. Si bien, el se consideraba un ser que se guiaba por sus principios y que, solo traicionaba a alguien, si esto le beneficiaba; aquel sujeto le había dado la espalda incluso a su misma familia.- No te guíes tanto por las apariencias. La gente suele esconderse bajo mascaras.
- Kenba:
- Nota: Kenba es una combinación de dos animales x,D
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Re: ~Stellar {Dino y Libre}
Bueno, el informante tenía un punto, sin duda, pero todavía le seguía sonando sospechoso. Aunque después de todo no todo el mundo se regía por los mismos principios. Él había declarado como aliado de Tsuna que estaba con la Old Vongola, puesto que de esa forma, había podido crear cierta cortina de humo, desviando la atención. A unos le había parecido aquello algo muy estúpido, propio de él, pero para el rubio había sido una táctica de protección más. Otros sin embargo, como aquel informante, preferían guardar apariencias y quedarse en una posición que les beneficiase. Y el problema ahí era que no sabía que era lo que le beneficiaba, claro.
—¿...Kenba?
¿A que venía aquello? ¿Y qué diantres significaba "Kenba"?
Se suponía que tendría que pensar que... ¿era una clase de juego o algo así? Por que él cuando trataba de hacer negocios o se suponía que iba a hacer reuniones sobre cosas importantes, no le gustaba jugar. Pero había personas para todo, sin duda, y los informantes eran sujetos muy peculiares.
—Si te ofende es porque quieres que crea que es tu nombre real. Aunque no debes de ser tan listo si crees que me voy a creer algo así. —Era un capo mafioso, y el jefe de una de las familias más importantes e influyentes de Italia. Si le engañaran tan fácil, no estaría ahí precisamente.— ...Cuando escuche los que tienes que decirme, hablaremos de un plan de alianza.
Porque para eso le había llamado ¿No? Por razones que todavía no le convencían, el informante quería ser parte de aquella Operación de la que Cavallone se estaba haciendo cargo, y justo minutos antes, el mismo Cavallone había aceptado contarte como peón dentro de ella, simplemente por que... Porque necesitaba la información. Y era una oportunidad de oro.
No podía evitar que las palabras de Squalo resonasen en su cabeza, como si trataran de advertirle una y otra vez que si metía la pata, pondría en peligro a todos.
—Hablas de Miles ¿verdad? —Había leídos los informes una y otra vez, y con esa descripción solo podía pensar en Matew Miles. Aunque Queen le había asegurado que la información que había leído probablemente, fuese falsa. Chasqueó la lengua.— Para hablar de él tan libremente, debes haber tenido la oportunidad de conocerlo en persona. ¿Es ese el caso? —Porque de ser así, las cosas cambiaban un poco, y para beneficio suyo.— No parece que te caiga muy bien.
—¿...Kenba?
¿A que venía aquello? ¿Y qué diantres significaba "Kenba"?
Se suponía que tendría que pensar que... ¿era una clase de juego o algo así? Por que él cuando trataba de hacer negocios o se suponía que iba a hacer reuniones sobre cosas importantes, no le gustaba jugar. Pero había personas para todo, sin duda, y los informantes eran sujetos muy peculiares.
—Si te ofende es porque quieres que crea que es tu nombre real. Aunque no debes de ser tan listo si crees que me voy a creer algo así. —Era un capo mafioso, y el jefe de una de las familias más importantes e influyentes de Italia. Si le engañaran tan fácil, no estaría ahí precisamente.— ...Cuando escuche los que tienes que decirme, hablaremos de un plan de alianza.
Porque para eso le había llamado ¿No? Por razones que todavía no le convencían, el informante quería ser parte de aquella Operación de la que Cavallone se estaba haciendo cargo, y justo minutos antes, el mismo Cavallone había aceptado contarte como peón dentro de ella, simplemente por que... Porque necesitaba la información. Y era una oportunidad de oro.
No podía evitar que las palabras de Squalo resonasen en su cabeza, como si trataran de advertirle una y otra vez que si metía la pata, pondría en peligro a todos.
—Hablas de Miles ¿verdad? —Había leídos los informes una y otra vez, y con esa descripción solo podía pensar en Matew Miles. Aunque Queen le había asegurado que la información que había leído probablemente, fuese falsa. Chasqueó la lengua.— Para hablar de él tan libremente, debes haber tenido la oportunidad de conocerlo en persona. ¿Es ese el caso? —Porque de ser así, las cosas cambiaban un poco, y para beneficio suyo.— No parece que te caiga muy bien.
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Re: ~Stellar {Dino y Libre}
Subestimarle, ese era el peor error que pudiese cometer aquel sujeto. Peores insultos habían sido lanzados como dagas al informante, siendo mas inútiles que un simple estornudo. Las palabras bien usadas eran armas más poderosas que los puños, podía comprobarlo con creces. Pero dichas de una manera poco elocuente, sin tomar en cuenta el contexto, terminan siendo menos eficientes que escupitajos en el suelo para el pelinegro. Si así era, el se encargaría de traer al potro a la tierra, dándole una razón para temerle a él. Temer siquiera el escuchar su nombre, el sentir esa pútrida y viperina lengua sobre su oreja, hablando día y noche sin parar. Martirios eternos dichos en lenguas jamás escuchadas, escenas dantescas pintadas por aquellos entes sin alma que rondan el mismo Hades.- Me extraña que veas espectros donde no los hay -Dijo sonriéndole amablemente- No tengo nada que ocultar de hecho, te he dicho más de lo que debería y, aun así, mantienes una desconfianza sin importar que diga o haga.
Miro el reloj, solo de reojo. Le sorprendía como el tiempo volaba cuando uno se divertía. Era relativo, todo en este mundo lo era. Una ejecución podría durar segundos solamente, pero para aquel que estaba por perder la vida, podría ser eterno aquel martirio. Para él, el tiempo no era más que una escalera formada de acciones. Si esta trascendía, si se pisaba adecuadamente cada escalón, se lograba trascender el tiempo. Solo así podría uno perdurar un par de peldaños mas. Si se erraba, aquellos peldaños caerían súbitamente, dejando a quien subía simplemente en el olvido.
Miles. El solo hecho de escuchar su nombre hacia que su corazón latiese un tanto más acelerado. No era de su agrado, debía de admitirlo, pero lo tomaba mas como un simple estorbo en su camino. Detestaba que alguien se entrometiese en este.- Digamos que, el sujeto es mas entrometido de lo pudieses haber escuchado. Más de una vez me he encontrado con este en varias familias. Es un maldito camaleón el cual disfruta traicionar a quien le da la mano. -Mas de una vez no era exactamente la cifra, pero se acercaba. Aquel sujeto era una rata que se escurría entre sus malditas artimañas. Más de una ves había tratado de escudriñar entre la vida de aquel trió, y cada una de ellas, había sido interceptado por aquel mocoso. Aquel tipo solo era molesto, incluso para él. Pero… - Lo más probable es que trate de escabullirse en las filas de alguno de tus aliados. Si antes dijiste que yo era tonto por creer que creerías aquellas palabras -Dijo, sosteniendo aquella risa demencial que podría venir acompañada de todo ello- Créeme…. Eres un idiota, si crees que él no está ya entre tus filas. Es un maldito camaleón, recuérdalo bien - No solo el sabia de la misión. El era informante, pero no el único. Si bien el pudo saberlo, cualquier otro podría hacerlo- Si tanto quieres mi nombre, te lo diré. La verdad, ocultarlo no me trae beneficio alguno así que, te lo diré- Sonrió- Mi nombre es, Orihara. Orihara Izaya.
Miro el reloj, solo de reojo. Le sorprendía como el tiempo volaba cuando uno se divertía. Era relativo, todo en este mundo lo era. Una ejecución podría durar segundos solamente, pero para aquel que estaba por perder la vida, podría ser eterno aquel martirio. Para él, el tiempo no era más que una escalera formada de acciones. Si esta trascendía, si se pisaba adecuadamente cada escalón, se lograba trascender el tiempo. Solo así podría uno perdurar un par de peldaños mas. Si se erraba, aquellos peldaños caerían súbitamente, dejando a quien subía simplemente en el olvido.
Miles. El solo hecho de escuchar su nombre hacia que su corazón latiese un tanto más acelerado. No era de su agrado, debía de admitirlo, pero lo tomaba mas como un simple estorbo en su camino. Detestaba que alguien se entrometiese en este.- Digamos que, el sujeto es mas entrometido de lo pudieses haber escuchado. Más de una vez me he encontrado con este en varias familias. Es un maldito camaleón el cual disfruta traicionar a quien le da la mano. -Mas de una vez no era exactamente la cifra, pero se acercaba. Aquel sujeto era una rata que se escurría entre sus malditas artimañas. Más de una ves había tratado de escudriñar entre la vida de aquel trió, y cada una de ellas, había sido interceptado por aquel mocoso. Aquel tipo solo era molesto, incluso para él. Pero… - Lo más probable es que trate de escabullirse en las filas de alguno de tus aliados. Si antes dijiste que yo era tonto por creer que creerías aquellas palabras -Dijo, sosteniendo aquella risa demencial que podría venir acompañada de todo ello- Créeme…. Eres un idiota, si crees que él no está ya entre tus filas. Es un maldito camaleón, recuérdalo bien - No solo el sabia de la misión. El era informante, pero no el único. Si bien el pudo saberlo, cualquier otro podría hacerlo- Si tanto quieres mi nombre, te lo diré. La verdad, ocultarlo no me trae beneficio alguno así que, te lo diré- Sonrió- Mi nombre es, Orihara. Orihara Izaya.
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