A True Family [Priv. Artyom]

Llegamos en silencio a la afueras del aeropuerto, el lugar con civilización más próximo al bosque en donde nos encontrábamos, en todo el trayecto ninguno de los dos hablo o al menos eso era lo que yo creía, aunque me hubiesen hablado no habría escuchado nada ya que estuve muy distraída con lo que me rodeaba para prestarle atención a cualquiera; tenía la mala costumbre de no escuchar a las personas a mi alrededor cuando no quería, por lo mismo siempre fui odiada por mis profesores y compañeros en el corto periodo de mi vida que fui al colegio, pero realmente no era mi culpa que sus conversaciones fueran tan… ¿Vacías? Además de absurdamente aburridas, eran todos un puñado de personas insertos en uno de los tantos estereotipos que regía la sociedad, conociendo a uno los conocías a todos; bueno tampoco se me daba el estar encerrada en una sala todo el día, eso iba en contra de todos mis principios de libertad.

Entre con pasos firmes al aeropuerto caminando entre la variedad de personas cargadas con maletas, mochilas y bolsos; me fue fácil pasar a quitarle la billetera a uno de los tantos transeúntes del lugar, cualquiera de ellos era igual de despistado. Robar me era algo sencillo, después de todo había pasado casi un año sobreviviendo en base a lo que robaba en las calles de Roma para luego terminar de especializarme en las calles de New York, una vez eres capaz de robarle a otros ladrones puedes sentirte seguro de que nadie notara cuando metas las manos en sus bolsillos. Reprimí una risita entre mis labios mientras tocaba la billetera bajo mi manga y buscaba el mejor lugar para almorzar ahora que sí tenía dinero para gastar; había pasado toda la mañana escabulléndome por los bosques y no había desayunado por lo que antes de elegir mi próximo destino elegiría el almuerzo del día.

Al menos en los aeropuertos podía encontrar comida decente, entre en un local y me senté en una mesa cualquiera esperando a que el joven de blancos cabellos se sentara. Deje mi mochila a un lado y la abrí un poco más de lo que ya estaba para dejarle un poco más de aire a Ciel, la ardilla que acababa de conocer en la mañana. — Bueno, bueno, puedes pedir lo que quieras. — Dije una vez llego el mesero con las cartas y  saque la billetera antes robada para ojear su interior. — Hoy invita Jared Dallas. — Comente con alegría alzando un poco la billetera para luego guardarla en un bolsillo de mi chaqueta. — Aunque antes de pedir al menos podrías presentarte, ya sabes como por educación. — Sonreí falsamente por un momento.

Bueno, bueno ¿Por donde debería comenzar recapacitando? Tan solo hace unas cuantas horas estaba haciendo mi trabajo –más bien perdido mientras lo hacía , pero ese no es el punto- , me dejé llevar por mis recuerdos y olvide por completo que estoy en quiebra, estúpida e impulsivamente me puse bajo las órdenes de ella  y tal parece que en su mente no tengo mayor rango que el del pequeño animal, aunque supongo que le debo las gracias a ese pequeñito sin el cual la “nueva” Rys jamás habría accedido a que la acompañara “me asegurare de comprarle algo más adelante” pensó antes de sentir un profundo dolor sentimental Proveniente de su billetera.

Intente hablarle varias veces en el transcurso del camino, desde la montaña no me había dirigido la palabra, incluso llegue a pensar que se había olvidado completamente de mi existencia, mi opinión sobre la ardilla cambio drásticamente cuando nos saco de la montaña – al menos tiene un buen ojo para los animales – ,  era increíble que ni siquiera escuchara mis bromas pesadas aunque tenía cuidado de no excederse a no ser que quisiera echar a perder todo lo que había conseguido con ella – Tampoco es que perdiera mucho- se dijo para sí mismo.

Ya para cuando llegaron al aeropuerto , el albino había asimilado a la nueva señorita , tanto que no le sorprendió verla hurgar en los bolsillos de los transeúntes , ahora sabia que los dos tenían el mismo problema económico, no era quien para reprenderla, ya no era una niña a la cual pudiera inculcarle valores morales, ni tampoco serian bien aceptados por parte de un asesino pero aún así sentía una gran culpa. Egoístamente di por muertos a todos, me había enfocado en la venganza bastante tiempo que nunca se me paso la idea de que encontrarme con otro superviviente, pero... -argh, ya basta de pensar- se dio un par de palmadas en la cara , esos ultimo pensamientos consumieron todo lo que le quedaba de razonamiento inteligente, había pasado tiempo desde la última vez que usaba tanto su cabeza en un trabajo, era agobiante y necesitaba azúcar, por suerte no le perdió el rastro Rys la cual parecía estar muy ocupada ignorándolo, entraron a una cafetería en las mediaciones del aeropuerto a gastar lo “recaudado” por Rys , la ardilla tomo el lugar con la mejor vista pero sabía que desde su posición sería imposible arrebatárselo , se conformo con pedir el plato con el mayor contenido de azúcar del menú y luego se dispuso a hablar con la señorita que se había pasado la tarde ignorándolo.

-¿Al parecer ahora tienes ganas de hablar eh? Pues no me quedan muchas cosas que decirte, use todas mis cartas para lograr convencerte esta mañana, mi nombre es Artyom Ivanov, ya te conté mi parte de la historia hace unas horas atrás en la montaña, ahora me gustaría escuchar la tuya, después de todo pareces tan mala con las finanzas como yo, me intriga saber lo que haces para sobrevivir.

Eche una ojeada rápida a la carta la cual parecía tener una gran variedad de cosas las cuales no me interesaban, por lo que me dirigí inmediatamente a la zona donde se encontraban los postres y tartas, humm… , todo se veía simplemente adorable y no sabía de cual elegir; aunque la mayoría de las niñas se preocupaban por la ropa para mí era más preocupante el aspecto y sabor de lo que entraría en mi estómago, de igual forma no lo pensé demasiado así que cuando llego el mesero pude ordenar sin indecisiones. — Me da una tarta de arándanos, una de frutilla, una de mora, una de castañas, un trozo de torta de tres leches, una de chocolate, una media luna y un té de vainilla, por favor. — Sonreí al mesero quien se mostró algo sorprendido ante el largo pedido, pero anoto todo lo más rápido que pudo y se fue a continuar su trabajo a otro lugar.

Observe al albino el cual igual había pedido lo suyo. — ¿He? ¿Me hablaste en el camino? — Dije con verdadera sorpresa. — Perdón, perdón es una mala costumbre que me ha costado mucho abandonar. — Dije con un gesto de disculpa no muy notorio. Si seguía haciendo lo mismo seguro terminaría como toda una antisocial o una ermitaña escondida del mundo en quién sabe dónde, pero me era simplemente imposible el dejarlo, digo siempre hay algo alrededor que me llama la atención y pierdo la percepción del resto del mundo, será una molestia para otros pero me es inevitable no enfocarme en lo que realmente me interesa. — Bueno, bueno, un gusto conocerte Artyom, supongo que no es necesario el presentarme, pero aquí hay alguien a quien si debes conocer, su nombre es Ciel, y es mi compañero desde hoy. — Presente a mi ardilla amiga antes de empezar el juego, en poco tiempo había decidido que se convertiría en mi compañera. — Pero la verdad no me entretienen la conversaciones, y menos hablar de mí, veras no tengo cercanía con muchas personas y aunque me conozcas hace años no puedo asegurar que tanta fidelidad aun tienes por la “familia”, ya sabes, en un par de años uno puede cambiar drásticamente sus opiniones ya sea por gusto o simplemente supervivencia. — En ese momento el mesero interrumpió con los encargos, dejando mi lado de la mesa repleta de pasteles y tartas más un té. Espere a que se fuera para continuar. — Entonces, juguemos a algo, yo responderé a tu preguntas, pero tú también responderás a las mías, la cantidad de preguntas que me hagas, serán las mismas que yo te haré, está prohibido mentir, se tratara de responder con el mayor detalle posible, solo se permite omitir una pregunta y el juego se acaba en el momento que alguien se quede sin pregunta. Fácil y sencillo ¿no? —

Me reí entre dientes y le acerque la tarta de castañas a Ciel; si se quería ganar mi confianza tendría que hablar con sinceridad como mínimo. — Bueno pues tomare tu comentario como dos preguntas para comenzar. Pues en primer lugar no soy mala con las finanzas, siempre tengo dinero ahorrado para evitar terminar como tú y si quieres preguntar porque voy a pagar con dinero robado, es porque no voy a gastar de mi dinero en pagarle a una persona cualquiera, es como derrochar los ahorros. Ahora para responder tu "segunda pregunta", pues es fácil darse cuenta que sobreviví una parte de mi vida robando, pero ahora es diferente, prefiero hacer uno que otro trabajo a distintas familia de mafiosos o gente de la “alta aristocracia”, se gana bastante bien. — Acerque la tarta de frambuesa saque un trozo con el tenedor para probarla. Ahora me tocaban dos preguntas. — Mi turno, ¿Cuál es la relevancia de que me hayas encontrado? ¿Porque usas el apellido de Ivanov? — Tome un poco de Té. — Como tú comenzaste puedes hacer la cantidad de preguntas que desees. ¿No te es beneficioso? — Comencé a probar de los otros pasteles.

—Por fin parece que hablamos el mismo idioma—, no sabría decir que fue lo que más me sorprendió, oír salir la palabra “perdón” de su boca o la monstruosa cantidad de comida que ordenó, pensaba mientras ordenaba más pasteles.

Todo parecía ir de maravilla, incluso me presento a su ardilla, un logro importante que recordaría por mucho tiempo —Mucho gusto Ciel— estuvo a punto de acariciar la pequeña cabecilla del animal cuando recordó la mordida de la última vez. Escuchaba atentamente hablar a la jovencilla mientras llegaban los pasteles y al instante ordenaba unos cuantos más, estaba tan concentrado en restaurar sus niveles de azúcar que asintió en silencio cuando la joven le propuso el interesante juego de información y de la misma manera escucho las arrogantes respuestas de las preguntas que había formulado  hace unos momentos.
—Ahora  es mi turno de responder supongo—, siguió devorando lo que quedaba de tarta mientras pensaba, se limpio los labios con una servilleta y se dispuso a aclarar las dudas de la pequeña ladrona. — en cuanto a tu primera pregunta, para serte sincero ni siquiera yo estoy completamente seguro de cuál  sea la relevancia de nuestro encuentro tampoco te estaba buscando en primer lugar, estaba demasiado ensimismando en mis pensamientos en ese momento, puede ser la nostalgia que me provocó el ver un rostro el cual nunca pensé volver a ver o quizás yo solo siga atado al pasado de alguna forma, puedes tomarlo de cualquier manera. Respecto a tu segunda pregunta, es bastante simple, Fue Ivanov el que me dio mi nombre, yo era un huérfano sin nombre ni hogar antes de ser encontrado y criado por él—.

En ese momento llego el mesero con el resto de pasteles que había ordenado, rió levemente cuando le acercaron su pedido lo que causo que el mesero se alejara rápido de la mesa — Bien, ahora es mi turno  de hacer preguntas, primero, ¿Cómo te salvaste el día en el que destruyeron nuestra familia?, segundo, ¿tienes alguna información de las personas que te persiguen? Y tercero, repitiendo tu primera pregunta ¿Cuál es la relevancia que le das tú a nuestro encuentro? — dicho esto comenzó a juguetear Ciel acercándole y alejándole restos de pastel.