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La historia del foro pertenece a Akira Amano y ninguna de de las imágenes utilizadas nos pertenece, el crédito va para sus respectivos autores. Imágenes provenientes de Zerochan, Deviantart, Pivix y Tumblr; códigos provenientes de Sourcecode
El diseño del foro fue elaborado por ROSHIO (VMPRLSS.FOROACTIVO) & P4NICO.
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Old friends {Priv. Squalo}
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Old friends {Priv. Squalo}
Pensaba que en ese mes iba a viajar más que en los últimos años de su vida, estaba seguro. En lo que llevaba de dos semanas había ido, vuelto e ido otra vez a Japón, por asuntos que le acontecían y que era de vital importancia para que marchase en la trama y por fin, de nuevo, había vuelto a Italia.
No había pisado su casa por días, y lo cierto es que le apetecía un baño de agua caliente porque tenía todos los músculos de su cuerpo cansados y agarrotados, pero la verdad era que aún estando en casa, la base de los Cavallone no iba a parar quieta en absoluto. Seguramente tendría informes que revisar, ordenes que aprobar y otras cuantas reuniones para decidir que familia dentro de los Cavallone se dedicaba a qué ahora que las cosas estaban peliagudas. Por eso en su rostro no podía haber más que cansancio, mientras Romario lo miraba de reojo, algo preocupada. Él pensaba que se estaba sobreesforzando bastante, pero al mismo tiempo se sentía orgulloso de que hiciese y pelease por lo que creía que estaba bien.
El rubio había bajado del coche que le había traído desde el aeropuerto, y empezó a andar por el camino de piedra que lo llevaría a la entrada de la casa. Sin embargo, al acercarse al grupo de subordinados que lo estaba esperando, estos lo miraron con un gesto ligeramente alarmante.
—¿...Qué ocurre? —Dino los miró algo perplejo, parándose delante de ellos, hasta que Romario llegó a su lado.
—Verá, jefe... Mientras estaba fuera, nos estabamos ocupando de mantener vigilada la mansión, pero...
—¿Pero?
—Hay "alguien" que le está esperando dentro, y desea verle.
Eso hizo que alzase las cejas, curioso por la manera que había dicho "alguien". Debería habérsele informado de algo así, pero parecía que no era una visita normal, después de todo, por la poca actitud protocolaria que estaban teniendo sus chicos.
El Don no esperó a escuchar más, porque no lo necesitaba. Subió los amplios escalones de la entrada y el mismo abrió las puertas de su propia mansión, de par en par, dispuesto a encontrarse con quien sea que hubiese venido a visitarle.
No había pisado su casa por días, y lo cierto es que le apetecía un baño de agua caliente porque tenía todos los músculos de su cuerpo cansados y agarrotados, pero la verdad era que aún estando en casa, la base de los Cavallone no iba a parar quieta en absoluto. Seguramente tendría informes que revisar, ordenes que aprobar y otras cuantas reuniones para decidir que familia dentro de los Cavallone se dedicaba a qué ahora que las cosas estaban peliagudas. Por eso en su rostro no podía haber más que cansancio, mientras Romario lo miraba de reojo, algo preocupada. Él pensaba que se estaba sobreesforzando bastante, pero al mismo tiempo se sentía orgulloso de que hiciese y pelease por lo que creía que estaba bien.
El rubio había bajado del coche que le había traído desde el aeropuerto, y empezó a andar por el camino de piedra que lo llevaría a la entrada de la casa. Sin embargo, al acercarse al grupo de subordinados que lo estaba esperando, estos lo miraron con un gesto ligeramente alarmante.
—¿...Qué ocurre? —Dino los miró algo perplejo, parándose delante de ellos, hasta que Romario llegó a su lado.
—Verá, jefe... Mientras estaba fuera, nos estabamos ocupando de mantener vigilada la mansión, pero...
—¿Pero?
—Hay "alguien" que le está esperando dentro, y desea verle.
Eso hizo que alzase las cejas, curioso por la manera que había dicho "alguien". Debería habérsele informado de algo así, pero parecía que no era una visita normal, después de todo, por la poca actitud protocolaria que estaban teniendo sus chicos.
El Don no esperó a escuchar más, porque no lo necesitaba. Subió los amplios escalones de la entrada y el mismo abrió las puertas de su propia mansión, de par en par, dispuesto a encontrarse con quien sea que hubiese venido a visitarle.
Invitado- Invitado
Re: Old friends {Priv. Squalo}
En su intento de restablecer la comunicación con el Noveno la primera cosa que Squalo encontró fue a la familia Cavallone. Al investigar un opco más el asunto, descubrió que ellos estaban a la cabeza de la Old Vongola, intentando restaurarla y encontrar aliados para ello. Viendo que ese era el mejor sitio por donde empezar su plan, decidió ir a hablar con el jefe de los Cavallone antes que nada. Además, sabía que Dino era de confianza, pues lo conocía desde hacia muchos años. Sería la acción mas segura por el momento.
Así pues, se dirigió hacia la mansión Cavallone, solo y con ropa de calle. No quería llamar atención indeseada y esa era la forma más rápida y eficaz de hacerlo. Había ido suficientes veces hasta allí y vuelto sin problema, a pesar de la situación actual no sería difícil.
No tardó mucho en llegar hasta allí y, familiarizado ya con la disposición de la mansión y con los patrones de los otros miembros de Cavallone, consiguió infiltrarse en los jardines. Localizó sin problema la ventana del despacho de Dino y se coló dentro sin hacer ningún ruido. Una vez dentro, miró a su alrededor, listo para anunciar su presencia y se paró en seco al ver que la sala estaba completamente vacía.
Si el jefe de los Cavallone no se encontraba en su despacho solo había otro lugar donde buscarle. Salió de allí con la misma discreción que había entrado y se encaminó hasta su dormitorio. Otra vez entró y lo encontró igual de vacío que el despacho. Ahora se había quedado sin ideas sobre donde buscarle, es posible que no estuviese siquiera en la mansión.
Molesto por no haber podido encontrarle tan rápido como esperaba decidió no perder más el tiempo. Abrió desde dentro la puerta de la habitación de Dino con un golpe y salió al pasillo en busca de alguien. Pronto apareció alguien por el otro extremo del pasillo, sorprendido por el golpe. Squalo se acercó a él con paso rápido y mirada intimidante.
—¡VOOOOI! ¡¿DÓNDE ESTÁ EL BRONCO?! —gritó con su tono de voz habitual mientras se iba acercando al asustado subordinado. A pesar del miedo que tenía, le contestó sin pensarselo, porque la mayoría de subordinados de Dino estaban acostumbrados a que Squalo apareciera de vez en cuando por allí, sin avisar.
—E-Esta de viaje —contestó intentando evitar que la ira de Squalo cayera sobre él. Squalo se le quedó mirando, a penas conteniendo su furia hasta que al final se giró y empezó a volver por donde había aparecido.
—¡ME VOY A BUSCARLO! —no tenía ganas de perder el tiempo, y ya lo había perdido bastante yendo hasta la mansión para nada. Al menos no se quedaría esperando a que volviera a saber cuando. Pero antes de que pudiera ir muy lejos, paró en seco al oír que el subordinado le hablaba de nuevo.
—Pero ya está volviendo, no tardará mucho en llegar —añadió con la esperanza de estar haciendo lo correcto. Oír eso hizo que Squalo volviese a darse media vuelta y se dirigiese a él de nuevo. Podía buscarle por toda Italia sin tener idea de dónde podía estar, o podía esperarle un tiempo aparentemente breve y poder encontrarle seguro.
—¡LE ESPERARÉ!¡COMO TARDE MUCHO LE CORTARÉ EN PEDAZOS! —anunció y sin decir nada más, siguió andando por el pasillo, dejando atrás al subordinado confuso y asustado. Por ahí se llegaba a la entrada de la mansión, donde pensaba esperarle.
Llegó hasta la gran escalinata de la entrada, bajó hasta los escalones mas bajos y se sentó allí, sin importarle los otros miembros de la familia Cavallone que le miraban confuso. Sacó su espada, que había guardado por su viaje encubierto, y empezó a limpiarla y afilarla para pasar el tiempo.
Una hora después, o quizá fueron dos, empezó a oír movimiento tras la puerta principal. Suponiendo que sería Dino, levantó la vista para mirar la puerta y justo en ese momento se abrieron ambas de par en par. Ahí estaba Dino, haciendo su entrada dramática, como siempre.
—¡VOOOI! ¡ME HAS HECHO ESPERAR, MALDITO! ¡TENEMOS QUE HABLAR!
Así pues, se dirigió hacia la mansión Cavallone, solo y con ropa de calle. No quería llamar atención indeseada y esa era la forma más rápida y eficaz de hacerlo. Había ido suficientes veces hasta allí y vuelto sin problema, a pesar de la situación actual no sería difícil.
No tardó mucho en llegar hasta allí y, familiarizado ya con la disposición de la mansión y con los patrones de los otros miembros de Cavallone, consiguió infiltrarse en los jardines. Localizó sin problema la ventana del despacho de Dino y se coló dentro sin hacer ningún ruido. Una vez dentro, miró a su alrededor, listo para anunciar su presencia y se paró en seco al ver que la sala estaba completamente vacía.
Si el jefe de los Cavallone no se encontraba en su despacho solo había otro lugar donde buscarle. Salió de allí con la misma discreción que había entrado y se encaminó hasta su dormitorio. Otra vez entró y lo encontró igual de vacío que el despacho. Ahora se había quedado sin ideas sobre donde buscarle, es posible que no estuviese siquiera en la mansión.
Molesto por no haber podido encontrarle tan rápido como esperaba decidió no perder más el tiempo. Abrió desde dentro la puerta de la habitación de Dino con un golpe y salió al pasillo en busca de alguien. Pronto apareció alguien por el otro extremo del pasillo, sorprendido por el golpe. Squalo se acercó a él con paso rápido y mirada intimidante.
—¡VOOOOI! ¡¿DÓNDE ESTÁ EL BRONCO?! —gritó con su tono de voz habitual mientras se iba acercando al asustado subordinado. A pesar del miedo que tenía, le contestó sin pensarselo, porque la mayoría de subordinados de Dino estaban acostumbrados a que Squalo apareciera de vez en cuando por allí, sin avisar.
—E-Esta de viaje —contestó intentando evitar que la ira de Squalo cayera sobre él. Squalo se le quedó mirando, a penas conteniendo su furia hasta que al final se giró y empezó a volver por donde había aparecido.
—¡ME VOY A BUSCARLO! —no tenía ganas de perder el tiempo, y ya lo había perdido bastante yendo hasta la mansión para nada. Al menos no se quedaría esperando a que volviera a saber cuando. Pero antes de que pudiera ir muy lejos, paró en seco al oír que el subordinado le hablaba de nuevo.
—Pero ya está volviendo, no tardará mucho en llegar —añadió con la esperanza de estar haciendo lo correcto. Oír eso hizo que Squalo volviese a darse media vuelta y se dirigiese a él de nuevo. Podía buscarle por toda Italia sin tener idea de dónde podía estar, o podía esperarle un tiempo aparentemente breve y poder encontrarle seguro.
—¡LE ESPERARÉ!¡COMO TARDE MUCHO LE CORTARÉ EN PEDAZOS! —anunció y sin decir nada más, siguió andando por el pasillo, dejando atrás al subordinado confuso y asustado. Por ahí se llegaba a la entrada de la mansión, donde pensaba esperarle.
Llegó hasta la gran escalinata de la entrada, bajó hasta los escalones mas bajos y se sentó allí, sin importarle los otros miembros de la familia Cavallone que le miraban confuso. Sacó su espada, que había guardado por su viaje encubierto, y empezó a limpiarla y afilarla para pasar el tiempo.
Una hora después, o quizá fueron dos, empezó a oír movimiento tras la puerta principal. Suponiendo que sería Dino, levantó la vista para mirar la puerta y justo en ese momento se abrieron ambas de par en par. Ahí estaba Dino, haciendo su entrada dramática, como siempre.
—¡VOOOI! ¡ME HAS HECHO ESPERAR, MALDITO! ¡TENEMOS QUE HABLAR!
Invitado- Invitado
Re: Old friends {Priv. Squalo}
Posiblemente, su gesto pudo pasar de terriblemente serio a uno ligeramente incrédulo, mientras parpadeaba un par de veces y miraba a espadachín de pelo largo sentado en los escalones de la escalera que llevaba al piso superior.
—Oh, así que por eso estaban tan asustados...—Casi dijo para sí mismo. Lo cierto era que, aunque sus hombres estuvieran más que acostumbrados a Squalo, nunca se les iría el miedo que el otro les infundía. En cierta forma era normal, después de todo, pero al menos le relajaba que solo fuese él.— ¿Te he hecho esperar? Pero si ni siquiera me avisaste de que venías.
Estaba tan cansado, que ni siquiera le espetó nada y solo suspiró.
Aunque ahora que lo pensaba... Por mucho que Squalo estuviese ahí solo y no hubiese rastro de otro miembro de Varia, de lo que tendrían que hablar no sería seguramente nada mundano. Y eso le hizo volverse ligeramente tenso, porque era sabido que el poder militar de Varia estaba de la mano de New Vongola. ¿Habría ido a acordar un pacto de paz? ¿Quizá un rendición?
¿...O podía confiar en sus instintos y pensar que Squalo no se sublevaría tan fácilmente contra los que habían sido sus antiguos aliados?
Al final, sonrió ligeramente para sí, y miró a Romario, que estaba tras él. El rubio se quito a Enzo del hombro y se lo tendió al hombre.
—¿Puedes cuidar de Enzo por mí durante unas horas? Tengo que hablar con Squalo.
—Pero, jefe...
—Dile a Ivan, Bono y los demás que no se preocupen. Es su estilo de visita, después de todo. Además es él, así que no me pasará nada.
Porque una de las cosas que eran ciertas es que el albino nunca le había hecho daño. Más bien al contrario, si era sincero.
Y si simplemente quería hablar sobre la situación y que hacer, tras saber de que parte estaban cada uno... Entonces no le molestaría en absoluto hablarle de su plan. Si Xanxus se decía a colaborar por el bien de lo que era Vongola... Entonces tenían muchas probabilidades de éxito.
—Bien, ya sabes donde está el despacho. Prefiero hablar de cosas importantes allí, es más seguro.
—Oh, así que por eso estaban tan asustados...—Casi dijo para sí mismo. Lo cierto era que, aunque sus hombres estuvieran más que acostumbrados a Squalo, nunca se les iría el miedo que el otro les infundía. En cierta forma era normal, después de todo, pero al menos le relajaba que solo fuese él.— ¿Te he hecho esperar? Pero si ni siquiera me avisaste de que venías.
Estaba tan cansado, que ni siquiera le espetó nada y solo suspiró.
Aunque ahora que lo pensaba... Por mucho que Squalo estuviese ahí solo y no hubiese rastro de otro miembro de Varia, de lo que tendrían que hablar no sería seguramente nada mundano. Y eso le hizo volverse ligeramente tenso, porque era sabido que el poder militar de Varia estaba de la mano de New Vongola. ¿Habría ido a acordar un pacto de paz? ¿Quizá un rendición?
¿...O podía confiar en sus instintos y pensar que Squalo no se sublevaría tan fácilmente contra los que habían sido sus antiguos aliados?
Al final, sonrió ligeramente para sí, y miró a Romario, que estaba tras él. El rubio se quito a Enzo del hombro y se lo tendió al hombre.
—¿Puedes cuidar de Enzo por mí durante unas horas? Tengo que hablar con Squalo.
—Pero, jefe...
—Dile a Ivan, Bono y los demás que no se preocupen. Es su estilo de visita, después de todo. Además es él, así que no me pasará nada.
Porque una de las cosas que eran ciertas es que el albino nunca le había hecho daño. Más bien al contrario, si era sincero.
Y si simplemente quería hablar sobre la situación y que hacer, tras saber de que parte estaban cada uno... Entonces no le molestaría en absoluto hablarle de su plan. Si Xanxus se decía a colaborar por el bien de lo que era Vongola... Entonces tenían muchas probabilidades de éxito.
—Bien, ya sabes donde está el despacho. Prefiero hablar de cosas importantes allí, es más seguro.
Invitado- Invitado
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