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[Casting] Rokudo Mukuro.
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[Casting] Rokudo Mukuro.
Nombre del personaje que deseas ocupar:
Rokudo Piña Mukuro
Por que lo deseas ocupar:
¡Por que vamos!, ¿Quién se puede resistir a esta sensual piña y su tridente?, es un bastardo de lo mejor. <3
Casting:
¡Muestrame tu determinación!
Rokudo Piña Mukuro
Por que lo deseas ocupar:
¡Por que vamos!, ¿Quién se puede resistir a esta sensual piña y su tridente?, es un bastardo de lo mejor. <3
Casting:
¡Muestrame tu determinación!
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TYL Mukuro
TYL Mukuro
Sawada Tsunayoshi. Un chiquillo bastante particular... miedoso hasta más no poder, pero con una determinación tan pura y firme que dejaba completamente de lado su aparente debilidad. Su pensamiento -cursi, para el de ojos bicolores- de salvar a sus amigos y pelear por ellos era alta y completamente efectivo. No solo le había vencido, si no que además, había sido el encargado de darle la lección de su vida al mandarlo de vuelta a la prisión más cruel del mundo. Todo lo que creía saber sobre las personas se fue al mismísimo carajo en su primer y último enfrentamiento con el niño Vongola. Gran sorpresa la que se llevó el mejor ilusionista del mundo -cosa nada agradable y fácil de obtener, el no era de esas personas que se exaltaban con facilidad-, había fallado en la simple tarea de apuñalar a un crío asustadizo japonés para poseer su cuerpo y usarlo en sus planes de destruir a la mafia.
Por que eso había sido para Rokudo Mukuro: un crío fácil de vencer. Su sueño de vengarse había sido tirado al piso por un niño bajito y de piernas cortas. Por un burdo deseo de proteger a sus amigos.
Y su juego acabo frente a sus ojos sin poder detenerlo. Uno de sus juguetes le había sobrepasado en conocimiento y poder, bah, a quien engañaba, el era mejor, eso podía asegurarlo.
¿Pero que más da?. Tsunayoshi era un rival de temer, e incluso, podía considerarlo alguien de su altura. Algo que ni siquiera el niño de las tonfas llamado Hibari Kyouya había logrado conseguir.
Y, por esa misma razón el no dejaba de ser el instrumento que utilizaría para derrocar a la mafia desde dentro.
Pero ahora todo estaba perdido... el cuerpo que quería utilizar para acabar con la mafia estaba muerto. Que decepción, que fastidio. Esta jugada del destino no era agradable ni bonita. Todo un desafortunado contratiempo que pudo haberse evitado si el Vongola no hubiera inmiscuido su estúpido sentimentalismo de proteger a sus amigos en una guerra; el sabía perfectamente que en todas las guerras habían heridos, habían muertes y salvadores, pero no... esas estúpidas cursilerias que le habían servido en un principio para ganarle, ahora no eran más que gotas de sangre marcadas en el piso. ¿De que le servían sus planes si el mismo Tsunayoshi impedía que todo fuese como había trazado?, era su cuerpo lo que necesitaba, eran sus malditos poderes los que requería, ese maldito "carisma Vongola" que odiaba el que le serviría.
Muerto, ya no le servía; ni siquiera para robarle la billetera.
Pero el daño ya estaba hecho, no iba a ponerse a llorar sobre la tumba del niño tal y como lo hacían el resto de sus guardianes, tenía que buscar nuevas opciones, su objetivo no podía ser detenido solamente por que el cuerpo que había perseguido durante años había caído en batalla. Y no le importaría empezar desde cero. El era Rokudo Mukuro, la maldita niebla que no se dejaba atrapar y vencer por nadie de este mundo.
Nada más tenía que pasar un ligero obstáculo... Una piedra grande y blanca que se interponía en su camino para seguir con sus planes. La misma maldita piedra que había dejado a Tsunayoshi criando margaritas. Y que curiosidad más grande, una unidad llena de flores habían terminado dándole muerte al capo Vongola.
El Millefiore.
Kufufu. Pero que buena idea con el criadero de margaritas. Tsunayoshi muerto siendo jardinero de su propia tumba.
Aquella monocromática familia conformada por el White Spell y el Black Spell le habían arruinado los planes de manera esplendida. Gracias a ella, tendría que romper sus propios principios de "no inmiscuirse con la mafia". Ah, pero claro. Rokudo Mukuro no era para nada un hipócrita, si alguien le llegaba a refutar sus propias creencias el solo diría que para el fue absolutamente necesario haber aceptado el puesto de guardián de la niebla Vongola, total Chrome era quien ejercía como tal; y que solo lo había hecho para garantizar la libertad y seguridad de Ken y Chikusa. Ah, claro, también para negociar u ofrecer su ayuda al resto de los guardianes desolados, perdidos y pobres tras la muerte de su carismático jefe.
Sin embargo... Siempre se espero algo de reticencia por parte de los guardianes Vongola; jamás habían confiado en él y lo sabía perfectamente, después de todo, ellos solo se mantenían al margen de no "matarlo" gracias al capo Vongola. Cuando ofreció su "amigable" ayuda para "solucionar" en algo el conflicto que se tenían entre manos las opiniones sobre sus servicios como gran ilusionista fueron bastante variadas:
Gokudera Hayato se negó rotundamente desde el principio. Para él, la idea de siquiera considerar la participación del ilusionista en los asuntos actuales era un dolor de culo, suficiente tenían ya con lo que estaba pasando para encima dejar que un sujeto como él -ah si, por que lo insulto hasta detrás de las orejas-, que siempre se había mantenido al margen - y más le valía al hijo de perra por que si no lo hubiera mandado a volar desde el primer descuido-, fuese a meter sus narices y terminara por hundirlos.
Hibari Kyoya se abstuvo de dar su opinión, como siempre. Poco le importaba a decir verdad.
Lambo también prefería no hablar, por miedo, más que otra cosa. Tampoco le importó mucho.
Los dos restantes, Yamamoto Takeshi y Sasagawa Ryohei, sostenían que en la situación en la que se encontraban cualquier ayuda era infinitamente valiosa. Para ellos, las cosas solamente podían ir a mejor si el ilusionista les daba una mano, eso y que el plan que había trazado el guardián de la niebla era bueno, algo que solamente el podía hacer -aunque suponía un riesgo importante para él mismo-. Si se ofrecía para tal consigna, decidieron que merecía un voto de confianza.
Sin embargo, para el guardián de la tormenta había un gato encerrado. No encontraba el puto motivo por el cual Mukuro quisiera hacer tal cosa pues no sacaba nada a cambio, no le convenía una pizca su propio plan. Estaba casi seguro de que el de peinado de piña no hubiera abandonado su idea de destruir la mafia.
Pero Mukuro sí que tenía motivos de peso para hacer aquello, pues su meta era exactamente la misma: quitarse a Millefiore del medio. Y, una vez lo hubiera hecho, ver cómo se desarrollaban los acontecimientos y retomar sus planes. Digamos que tenían un enemigo en común y que por ello sí que le era favorable el echar una mano. De hecho, aunque su posición fuera a ser arriesgada, serían los demás guardianes quienes se encargarían de dar la cara y encargarse de hacer el trabajo duro, por así decirlo. Se creía perfectamente capaz de llevar a cabo esa misión.
Solamente le faltaba un cuerpo que no levantase sospechas, alguien a quien no fueran a echar de menos, y fue con la inestimable ayuda de Guido Greco -un asesino, quién mejor que él- que consiguió infiltrarse con éxito entre la plantilla de Millefiore con la consigna de robar información para Vongola, en un puesto que conllevaba tanto riesgo como su cierto morbo, ni más ni menos que la mano derecha de Byakuran. Burlar al capo de aquella familia en sus mismas narices, qué entretenido.
Ni siquiera era un reto.
Invitado- Invitado
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