People are Strange [Takeshi Rairyuudan]

Su condición física podría llegar a ser tal vez algo lamentable, unas ojeras asomaban debajo de sus ojos rojos, los cuales estaban escondidos detrás de unos lentes para poder visualizar cada detalle a su alrededor. Su ropa, ligeramente arrugada por estar sentada varias horas en avión, habían producido en ella, una sensación de cansancio. Sabia que no podía quejarse ya que se trataba de su trabajo, algo que la apasionaba, pero meterse dentro de la cama y dormir un rato no haría nada mal. — A la mierda.

Se paso la mano por su hombro adolorido, para después abrir unos botones de su camisa para dejar que corriese el aire por su cuello, se estaba ahogando allí adentro. Para personas como Kenai, que no estaban acostumbradas a la multitud de gente que se podía formar a su alrededor, aquello resultaba ser una pesadilla. No importaba por donde mirabas, personas charlaban alegremente después de su rencuentro, algunos rompían a llorar o otros simplemente maldecían, ¿Cuantas veces tenia que observar aquellas reacciones? ¿Es que no iba a ver algo nuevo?

Oh ... Mala idea preguntar. Un hombre choco contra ella, sin mirar ni siquiera hacia atrás, debido al golpe, soltó su maleta, causando que unas hojas se esparcieran por el suelo. — A la mierda todos.

Negando con la cabeza, comenzó a guardar las hojas, en las cuales se podrían apreciar dibujos hechos con lápiz, antes de poder recoger la ultima hoja, noto que ya no estaba donde la había visto, extrañada, miro a su alrededor, intentando encontrarla.

Suspirando, se levanto dando aquella hoja perdida, hasta que la diviso debajo del pie de un hombre ... ¿Albino? Como sea, caminando con el maletín en las manos, se acerco a la persona, tocándole el hombro. Oh, parecían tener la misma altura, aunque el hombre le ganaba por un centímetro. Señalo el suelo, hacia la hoja que estaba siendo pisada. — ¿Podría mover el pie, por favor?

Acerco unas manos hacia su frente, retirando unos mechones hacia atrás, dedicándole una mirada con seriedad. No pudo evitar echarle una ojeada de pies a cabeza. Realmente, las personas de ahora tenían curiosas maneras de vestir.  

Alzo una ceja al ver como el hombre le hablaba, no pudo evitar soltar un bufido, genial, se  había encontrado con un sujeto bastante hablador. Dejando el maletín en el suelo, se agacho, recogiendo el papel, algo arrugado. estirándolo para quitar las arrugas que quedaron implantadas en aquel papel. Se levantó, mirándolo a los ojos, para poder contestar a su pregunta — No.  

Si se arrugaba un poco, no iba a ser el fin del mundo, además, tenía razón, no tenía ningún valor importante. Guardando el papel en su maletín, esta vez tuvo cuidado para que no se cayeran los demás papeles, los dibujos no representaban más qué paisajes simples, una cascada, un bosque y incluso algún precipicio.

Cerrando el maletín de golpe, reparó en la actitud sospechosa del sujeto. — Si, una pintora novata.

No se iba a dar aíres de grandeza, posiblemente la mayoría de las personas que iban en su misma carrera aprovecharían aquella oportunidad para darse a conocer, pero eso significaba desarrollar una larga conversación. Cosa que claramente no estaba en sus planes.

Mientras miraba a su alrededor, el sonido del alta voz se escuchó detrás de ella, anunciando la llegada de cierto avión. Pero allí estaba nuevamente sus dudas, Kenai, era de las personas que tenían un fuerte sentido de curiosidad y claramente se podía notar que el muchacho no la miraba como lo haría en alguna conversación normal. Era gato encerrado.

Pero no le correspondía a ella saber algo que no era de su incumbencia. — Bien, adiós.

Sin darle la oportunidad de contestar, Kenai se apartó del hombre, pasando por su lado, para comenzar a desaparecer poco a poco en la multitud.

Oh, si lo hubiese visto venir pero, había ocurrido demasiado rápido pero, tampoco hay que adelantarse demasiado a los detalles.

Si no fuese por su inexpresividad actual, su rostro habría manifestado su confusión. ¿Esperarlo? ¿Por que?, al sentir que la tomaba sel brazo sin ninguna suavidad. — ¿Que quieres?

Mientras lo escuchaba, no pudo evitar alzar una ceja, parecía que no tenía la necesidad de abrir la boca para contestarle al sujeto ya que se respondió a sí mismo. No iba a ir.  

Aferrándose al maletín eso le recordó a una escena que vivió en la India, pero era insignificante recordar aquello, su vida en aquel país no era bien recibido en su memoria. Pero los detalles a continuación la dejaron mas que atónita.

Literalmente, siendo arrastrada por el sujeto, con el olor de pólvora en el aire y los sonidos, no pudo evitar hacer una mueca de disgusto. Eso no estaba en sus planes. Ahora debería estar en su casa y no medio de un tiroteo.

Mierda, que tenía energía su acompañante, pero, ahora tenía qué calmarse para no estallar de furia. Al escuchar la voz del desconocido, lo apartó de inmediato, acercándose a la puerta de la oficina para cerrarla con pestillo.

Eso al menos les daría un par de minutos, ya que los tipos tendrían que derribar la puerta a no ser que se les ocurriese disparar por el otro lado de la puerta y es había altas probabilidades. — Bien.

Murmura y se acercó al muchacho de extraños adornos en los ojos y .... en un rápido movimiento dirigió su maletín a la cabeza del otro, golpeandole, adiós actitud pacífica. — ¿Quien demonios eres? Espero que tengas una explicación para eso.

Solto, con tono frío, definitivamente, el tenía algo que ver.

Al escucharlo no pudo evitar reírse, dios, ese hombre provocaba, en su interior que quisiera volver a golpearlo. — Primero, cállate o nos escucharán, segundo, nunca te pedí que me salvarás de morirme, mas bien, me pusiste en peligro al haberme arrastrado contigo.

Ese sujeto parecía tener complejo de héroe, bueno, al menos le dijo la verdad en la cara, la había puesto mas en peligro haberla arrastrado con él, ya que posiblemente los hombres intentarían eliminar cualquier rastro de testigo y Kenai entraba en esa lista.

Pero no, el muchacho tenía que meter la pata hasta el fondo, atónita al principio después de ver el ataque, no pudo evitar gruñir, maldita llama de trueno. ¿Acaso el sujeto estaba relacionado con la mafia? Oh genial, y todos sus intentos de no relacionarse con aquella organización se fue a la mierda.

Bien, seria mejor calmarse, así no llegarían a ninguna parte. — Kenai.

Para presentarse tuvo que alzar la voz ante los ruidos de fondo, seria mejor opción de intentar llevarse bien, ya que para su desgracia intuía, que, aquello duraría bastante.